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7 poemas 7 de El arte de sucumbir

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“Se aprende a sucumbir con arte
y se sucumbe para hacer arte”.

“La prosa convive con el verso;
acaso para la imaginación ambas son iguales”.
Jorge Luis Borges

001

no buscaba unción
exigía firmeza

y la traicionó

a su otredad

 

la palabra

 

002

le tentaba esa noche la idea de los cuerpos, en celebración, cubiertos con el color de unos instantes de jazz

 

encontró
un anillo
un abanico
                      más-caras

 

la luz
se extinguió

Mardi Grass
permanece

 

aunque cerque la noche y las hojas se presenten imposibles
no se abandona un verso en la orilla por aciago que sea

 

014 - en el laberinto del no

buscar el vocablo
extraerlo
penetrarlo

reinventar el por venir
o admitir su ruina

porque es nada al hermanar los párpados y al atar la venda
porque es una desolación que no pasa al concluir el texto

hay que asistirlo en el tránsito
con la importancia de su misticismo / inutilidad

 

él permanece sin nosotros
por nosotros

en el miedo a morir
con el fantasma de amar

 

afirmo
escribir no es darle voz al silencio para verse muerto en él

 

015 - behind the scenes

a priori
no hay que unirse al poeta

el
infinito
no
es
sino
quimera

desposeerse es el mandato o morir en el patíbulo para no preñarse
con sus lunas y mareas

cuando no hay un anhelo que te sueña
la orden es ignorar el dogma
la fe absoluta / relativa

y los premios
y castigos

la
voluntad
es
deshonesta
cuando
canta
en
voz
ajena

en el recinto del lenguaje
guarecerse

escuchar
su
grito
lindante

buscar
la
piedra
sin
limitar
al
hombre

—el asunto es no sumar melancolías
aunque el verso se habite de retoques

 

024 - terma

un poema es una herida que exige de los astros desatar los nudos de la cuerda
¿cómo principiar su vuelo? si a todo llegamos con acrobacias
y por metáforas, desistimos

 

027

la escritura es un espacio de duelo entre la fuga y el quebranto
entregarse a su abril es tortura
buscarle amantes, debilidad

 

029 - naturaleza muerta

camíname
pidió
el
verbo

y
bajé
a
su
infierno
con
el
alma
en
una
mano

me apreté al tronco
con los huesos de mis huesos
con las voces de sus voces

sucumbí arlequín

espantapájaros habité mis muertes
—tantas veces recorridas– con la desconocida sentada frente a mí

y hallé
al que no brota de la sangre
ni de la carne
porque se forja desde el espacio vital que es el poético

el
hombre
nuevo
resurgió
del
agua

y
con
fuego
recorre
los
secretos
de
salvaguardarse

bajo
el
lápiz
y
el
papel