Estética de estío
hachado
contra el suelo
bajo el ojo cegado
la rama la caricia resecándose bajo
el estío sin sombras de la explicación
diurna como la red que asfixia al abadejo
que quema sus aletas contra el suelo
del bote bajo el fuego del ojo intransigente
un gajo agarrotado se estira hacia la nube
para siempre hacia el agua de la nube
arraigado en el polvo
hacia la nube
erguido
Cifra
he venido buscando la palabra
que interpele al demiurgo / la que a fuerza
de invocar lo saque
de su caparazón
o cueva
pero dios no dialoga
se repliega en su hermético altar
en su roseta muda
médano
el oráculo es
que muda
con el viento
entra arena
entre párpados
un filo de navajas deja
la mucosa del ojo
rasgada por
la piedra
toda búsqueda es vana
en el cráneo enterrado de los días
donde moran precarios los recuerdos
y comprendo que es ciego
cuando miro que mira
siempre a otro lado
murmurando:
dice verdad quien habla de la sombra
El palo
la mano toma el palo para parar el golpe
(el primer golpe siempre te es ajeno):
un mástil sin bajel oscila su amenaza
prolonga en la dureza el brazo
el tendón establece
su rigidez en alto.
luego cuando la lágrima o el beso
luego cuando otras manos abren
luego cuando le dan el cielo
la mano (aunque no quiera)
sigue esgrimiendo
el palo.
qué lluvia ablanda el palo / qué sol revienta
en la corteza el brote / o qué médula fuera
capaz de socavar el hueso / cómo plantar
el verde / del árbol en la piedra
cómo ha de abrirse paso la caricia
entre la soldadura de los dedos
agarrotados.
acaso un día
se transforme en remo
y la madera dance cantarina
cuando la mano apriete levantando
el palo con su pala ahuecada / su cadera
lustrosa que se hunda / blandamente
empujando y avance
sobre el agua.
trato
troto. es un trato que tengo con el otro. a cambio no me acucian sus demandas. trato de tres kilómetros o cinco —aborrece del par por su estabilidad mendaz, tan divisible. mientras le proporciono su bombeo de sangre oxigenada su dosis de ácido láctico me deja, me permite silencios que refracto en imágenes al ritmo respirado. me deja, claro, mientras no disminuya el rendimiento. que no es tanto el esfuerzo de subir bajar piernas sobre el suelo, más bien ése es su aporte. mi parte es levantarlo de la cama, es vestirlo es llevarlo aunque haga frío o sueño, mi parte es respirarlo hondo hacia el vientre, hondo —por la nariz aspira / espira por la boca— que la respiración nos marca el paso. él se inflama se expande se libera como un potro, y se asegura entonces que no me asome al vértigo del balcón ni camine como un puma enjaulado por el departamento. trotar: tratar que el tiempo ande al compás de perímetros vueltas antihorarias al parque, hacia atrás. intentar que la aguja enfundada en zapatillas retroceda tac tic tac tic hasta que ayer sea hoy para entonces volver a conocerla, encontrarla de nuevo en la llovizna, avanzando hacia atrás hasta el primer abrazo hasta quedar exhausto, troto. después será domingo y amarillo, siempre será después bajo la ducha, será cansancio y tarde.
Poética II
cuenta cuando la forma tuerce
como un trapo mojado que retuerce
la cifra
no tanto en el color
matiz / no (nada) en lo que explica:
lo que cuenta no cuenta.
se trata del
camino que intercepta
la emboscada / de la no concordancia
abriéndose a otros mundos:
lo que rebasa el límite la línea
del sintagma / lo que después del punto
lo que escapa a la reacción al número
o tácita persona / de lo que rompe
y raja / murmurando un acaso
un apenas audible o muy oscuro
jeroglífico / que de repente sea
sujeto el verbo o que el lugar
en vez de adverbio sea
un habitar sin hábito
un morar
sin morada,
de eso
de eso se trata.