Artículos y reportajes
El último viaje de Ernest Hemingway a España

Ernest Hemingway y Mary Welsh durante una corrida de toros en España (1959)

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Es una suerte que la finca de La Cónsula, rodeada de un exuberante jardín botánico, se encuentre abierta al público. A las once de la mañana del día 9 de julio de 2007 estaba yo en esta finca, hoy Escuela de Hostelería de Málaga, situada en Churriana (Málaga), para intentar componer una crónica sobre la última estancia de Ernest Hemingway en España durante el verano de 1959, dos años antes de que se suicidara en 1961. Don Ernesto, como le llamaban en España, ya era Premio Nobel de Literatura desde 1954, cuando llegó por última vez a España acompañado de su cuarta esposa Mary Welsh, para escribir una crónica periodística de 10.000 palabras por encargo de la revista norteamericana Life, sobre el mano a mano entre los toreros y cuñados José María Dominguín y Antonio Ordóñez. Don Ernesto nunca viajaba solo: necesitaba tener una corte de amigos a su alrededor. Al llegar a España se hospedó en La Cónsula, finca que era propiedad del matrimonio norteamericano Bill Davis desde 1953.

“El verano peligroso”, de Ernest HemingwayLa crónica periodístico-taurina de ese verano creció más de la cuenta y acabó en el libro póstumo El verano peligroso, pero no se publicó hasta 1985, no muy apreciado por los críticos. La crónica sería tajantemente mutilada, reducida a la tercera parte del manuscrito que originariamente dejó Hemingway. La traducción es, según Santos Domínguez, “la que perpetró en 1986 para Planeta un tal Jacinto León Ignacio, traductor abominable que da la sensación de que, como los malos estudiantes de latín, ha tenido que buscar en el diccionario todas las palabras para elegir siempre la acepción más inadecuada”.

En La Cónsula, Hemingway, además de trabajar en su crónica taurina que le había traído, también trabajó en su libro París era una fiesta. “Ernest”, como asegura su viuda, “empezó a escribir este libro de vuelta a Cuba en el otoño de 1957, lo trabajó en Ketchum (Idaho) entre 1958-59, se lo llevó a España en 1959, y siguió el libro de vuelta a Cuba (...). Retocó el libro en el otoño de 1960 en Ketchum”.

 

Reseña histórica de La Cónsula

La finca de La Cónsula se sitúa a la entrada de la barriada de Churriana, término municipal de Málaga, sobre la carretera hacia Alhaurín de la Torre. Tiene una superficie de una diez hectáreas en un paraje de jardines muy bien cuidados, es actualmente sede de la Escuela de Hostería de Málaga, dirigida por Francisco Oliva García. Al antiguo edificio que data de 1807 se la ha adosado uno de nueva construcción y diseño, que es como un parche arquitectónico, ya que esta propiedad se llamaba Hacienda San Rafael, que se encuentra documenta en una crónica de I. Marzo: “La Hacienda de San Rafael o una comida de campo”, publicada en El Guadalhorce, periódico de literatura y arte (tomo 1, Málaga, 1839). Por los datos que aparecen en Internet he recopilado la siguiente reseña histórica.

La finca de La CónsulaAunque los primeros datos disponibles de la Hacienda San Rafael se remontan al siglo XVIII, como una simple finca agrícola, más pequeña que la actual (cinco fanegas, equivalentes a unas 3 hectáreas). Se puede seguir el rastro histórico, con diversos propietarios, incluido un presbítero de la Villa de Cártama, don Pedro López. Por deudas de los últimos propietarios, la finca sale a subasta y es comprada por don Ambrosio Cuartero, en nombre y representación de don Juan Roose Kupckovius. Aparece ya en 1804, como propietario de la finca, y la amplía con 6 fanegas más, que deben corresponder a la parte que actualmente se encuentra entre la escuela de hostelería y la carretera de Alhaurín.

En 1807 se inicia la construcción de la casa de recreo y los jardines que la rodean. Se atribuye la dirección de las obras del jardín a José Martín de Aldehuela, aunque también se sugiere que el Conde de Villalcázar, propietario de El Retiro, suministró a don Juan Roose “el plan de un gracioso aunque pequeño jardín”.

Don Juan Roose estaba casado desde 1793 con doña Rafaela Warusch Velasco. Aparte de hombre de negocios adinerado, fue también Cónsul de Prusia, y de ahí, seguramente, aparece la denominación popular de la finca. En algunos documentos aparece también como la Hacienda del Cura, seguramente por su paso a través de manos eclesiásticas, por alguna desamortización. En 1824, la hacienda se amplía con tres cuartillas de tierra, por una donación de don Francisco Javier Abadía. Don Juan Roose muere en 1837, y a través de los inventarios de bienes, sabemos de la existencia de numerosos árboles frutales y ornamentales del área mediterránea, y de determinadas áreas del jardín: el jardín de la alberca, los cenadores de los llorones, de la alberca y de la reja, la gruta, el laberinto, la acequia, el semillero, etc. Escaseaban entonces las especies exóticas, ya que sólo aparecen palmas reales, árboles del paraíso, árbol de la vida y árbol del coral.

Esta finca representaba una carga para la familia propietaria. Fueron compradas las diversas participaciones de propiedad por don Enrique Heredia Livermoore, a partir de 1856. Don Enrique vuelve a ampliar la finca 4 fanegas más. Por estas fechas, Amalia Heredia Livermoore (1830-1902), la hermana de don Enrique, compraba La Concepción. La coincidencia de especies exóticas entre ambos jardines nos lleva a pensar que fue por esta época cuando el jardín adquirió el carácter actual. En 1888 fallece don Enrique, y la hacienda pasa en herencia a don Carlos Heredia Cámara.

Estuvo en manos privadas hasta 1973, fecha en la que fue comprada por el Ayuntamiento de Málaga a doña Anne Bakwel Davis, viuda del señor Bill Davis. En 1984 se llevó a cabo una restauración del edificio principal, respetando sus características arquitectónicas. En 1993 se constituyó un consorcio entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento para crear la Escuela de Hostelería La Cónsula, ocupando el edificio principal, y los terrenos de ruedo del mismo, añadiendo alguna construcción. En 1997 fue adscrita al Patronato Botánico Municipal Ciudad de Málaga.

La secretaria irlandesa Valerie,1 luego nuera de Hemingway, dejó escritas dos reseñas de esta casa:

Estaban en la casa de unos amigos, en Málaga, en días de intenso calor, y ella [Mary Welsh] compró unas toneladas de hielo, que llegaron en un camión y fueron inmediatamente descargadas en la piscina. Luego cuando salieron de Málaga pasaron por Madrid, y tuvo en Aranda del Duero un grave accidente de tráfico” (César Coca, reportaje sobre La historia más triste de Hemingway, 5-5-2005).

La señora Valerie, que actualmente vive en Montana (EUA), es autora del libro Corriendo con toros, mi vida con los Hemingway, donde escribe:

“Tenía un jardín tan precioso como el Botánico de Madrid. La casa era enorme, magnífica y fresca, de habitaciones espaciosas”.

 

Crónica de julio de 2007

Me acerqué la mañana del sábado 7 de julio a Churriana para dejar un ejemplar de mi libro Buscando a Gerald Brenan en el sur en la Biblioteca Pública que lleva el nombre de José Moreno Villa, poeta y pintor de la Generación del 27. Pero no lo pude dejar; era sábado y estaba cerrada, tenía horario de verano, y aproveché para acercarme a La Cónsula, finca de la que hablo en este libro; saqué fotos desde la cerrada verja. Regresé otra vez el lunes día 9 y entregué mi libro en la biblioteca, que por cierto todavía no me han mandado una carta de haber recibido el libro, las cuales colecciono en mi archivo particular. Como había descubierto que Gerald Brenan y Hemingway se conocieron en el verano de 1959, así lo hice constar en mi libro, de aquí arrancaba el interés original por recordar y recuperar la presencia de Hemingway en Churriana (Málaga) 48 años después, en su último viaje a España.

EL autor ante una placa conmemorativa de Ernest HemingwayCuando llegué a La Cónsula, esta segunda vez, aparqué en una explanación, por la parte nueva, que es una construcción moderna, algo decepcionante por las altas vigas metálicas que hacen de soportal, para mí un parche, después de haber visto la columnata de la parte antigua de la mansión con sus dos hileras de columnas de mármol que soportan el alero del primer y segundo piso. Creo que es tendencia de los nuevos arquitectos que no se deben hacer añadidos a los antiguos edificios, sino construcciones totalmente nuevas y disparejas de lo antiguo, de aquí los parches.

Una vez traspasado el acceso de entrada por una puerta pequeña, casi de servicio, uno llega a un patio de estilo andaluz cubierto. En el centro mesas y sillas como recibidor. A la derecha veo el pilón de una fuente de piedra caliza que parece antigua y romana, aquí crece y sube una hiedra que se eleva hacia la luz de la claraboya, reptando por la pared almagra donde aparece una cerámica con la imagen de San Isidro Labrador, Patrón de Churriana. No he dicho que esta localidad es el distrito 8 del Ayuntamiento de Málaga, es decir, que pertenece a Málaga capital.

Nada más llegar acudió a mi encuentro una fornida vigilante jurado, una chica joven, a la que le pedí que quería entrevistarme con el director del centro o persona responsable. Me respondió que esperara un momento. Durante esta espera estuve contemplando el azulejo que recuerda que esta Escuela de Hostería fue inaugurada por el presidente de la Junta de Andalucía, don Manuel Chávez González, en diciembre de 1993. Decoran la pared cuadros de diferentes promociones de alumnos de la escuela. En esta breve espera me dio tiempo a recordar que Hemingway y Mary Welsh (su cuarta esposa) cruzaron el Atlántico a bordo del “Constitución” y desembarcaron el 1º de mayo de 1959 en Algeciras, instalándose aquí, en esta mansión en la yo me encontraba lleno de una extraña sensación de orgullo. Vino aquí porque la revista Life le había encargado un reportaje sobre lo que era considerado como el enfrentamiento de toreros más grande de la historia: el mano a mano entre Dominguín y Ordóñez, que tendría lugar ese verano. Y si no era así ya se encargaría el Premio Nobel de que así fuera.

Hemingway, su cuarta mujer y su secretaria (incorporada dos semanas más tarde), y sus amigos, encontraron acomodo en esta finca, rodeada de un jardín botánico, invitados por el matrimonio Bill Davis, amigos y compatriotas del escritor. La casa la describió él en el libro que escribió de aquella aventura taurina, El verano peligroso, como “maravillosa casa”, y comparaba su jardín en belleza con el Botánico de Madrid. Seguramente, aquí trabajó en su libro París era una fiesta. Este lugar tiene una luz divina, y el clima es de los mejores al sur de Europa.

También me da tiempo a recordar que en la calle Torremolinos 56 vivió Gerald Brenan, el autor de El laberinto español, 1943, a quien invitaron los Hemingway, y a los Davis, a un almuerzo que según la fotografía que existe de este encuentro se celebró en el jardín, en correspondencia a una invitación en La Cónsula.

 

Un recorrido por La Cónsula

Cuando la vigilante regresó venía acompañada de una administrativa. Yo desperté de mi ensoñación literaria. Se presentó como la secretaria, le comenté que escribía para varias revistas americanas en Internet y que tenía interés en conocer la habitación o despacho donde se hospedó y trabajaba Hemingway en 1959, hace ahora 48 años, y me respondió:

—Aquí no tenemos nada de Hemingway, la habitación donde se hospedó se encuentra convertida en un vestuario de alumnas de la escuela. No se conserva nada, ya que esta casa estuvo vacía durante varios años, cuando nos la entregó el Ayuntamiento había sido desvalijada. No obstante, se puede ver en el restaurante una reproducción del atril en el que leía Hemingway..., no sé si de pie o sentado. El original está en Cuba, yo lo he visto y es igual que el que tenemos aquí. También guardamos algunos recortes de prensa y fotos que hemos ido recibiendo. Aquí vinieron el año pasado representantes de la Fundación Hemingway de los Estados Unidos y organizaron una comida; fue bajo la carpa.

—¿Puedo visitar el interior de la casa —insistí con cierta decepción ya que yo esperaba encontrarme con un despacho— y hacer algunas fotos, al menos de la puerta de la habitación donde se hospedó?

—Sí, no hay ningún problema. Acompáñale —le dijo a la vigilante.

Aún puedo recordar el nombre de la amable y eficiente secretaria de la Escuela de Hostelería, se llamaba María José García, y lo es desde hacía unos 14 años, es decir, prácticamente desde que se inauguró la escuela en 1993.

Ante la puerta de la habitación donde se hospedó Ernest Hemingway en La CónsulaLa vigilante y yo subimos por las amplias escaleras hasta el primer piso de la antigua mansión. En el lateral había un montacargas para carritos de inválidos. Aparece un pasillo sobrio, blanco, y en el centro un hueco con baranda que rodea el hueco, abajo se ve el patio andaluz. Al final, a la derecha, me indica la vigilante que es la habitación, tiene una gran puerta de dos hojas, pintada en color caoba oscuro. Aquí, en el pórtico de la gloria de la literatura universal, me entran ganas de besar el suelo que pisara Hemingway, y, como estatua, emocionado de una extraña alucinación, le pedí a la vigilante que me hiciera una foto como recuerdo imborrable. En esos momentos abrieron la puerta tres alumnas, eché un curioso vistazo hacia adentro y vi las taquillas alineadas, solas, grises, desilusionantes.

Bajamos otra vez al patio andaluz y salimos fuera de la casa, a la explanada, había coches aparcados y en frente el jardín botánico con aspersores en funcionamiento. Llegamos hasta el restaurante de la escuela, aledaña a la mansión, uno de los más famosos de Málaga, donde a la entrada y a la izquierda se encuentra el atril de madera, es una especie de caja con tapadera, igual a aquellos antiguos pupitres donde uno guarda de todo menos libros. El atril reposa sobre una mesa de la misma madera, posiblemente de pino viejo, en el frontal luce una chapa de latón que nos indica que este atril es una réplica del original.

Luego me enseñó la piscina que estaba vacía de agua y llena de yerbajos, no usada desde hacía tiempo. En el frontón veo un gran azulejo orlado de piedrecitas blancas a modo de mosaico que reproduce el retrato de Ernest Hemingway, obra de Eugenio Chicano, artista malagueño. Podemos leer: “En esta finca, en 1959, vivió el escritor y Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, desde aquí nuestro recuerdo y homenaje”. Creo recordar que este azulejo lo patrocinó la Fundación Hemingway, porque a nosotros malagueños de costa y boquerón de plata no nos interesa la literatura para nada.

Ernest Hemingway con Antonio Ordóñez, cada uno con sendas escopetas en las manos disparando al platoMaría José García, muy amablemente, me enseñó una carpeta con bolsas de plástico transparente en las que se guardaban recortes de prensa. Me dio copia de una vieja fotografía en la que vemos al Premio Nobel con Antonio Ordóñez, cada uno con sendas escopetas en las manos disparando al plato.

En otra de las fotos vemos al grandullón de Ernest en bañador y tomando una copa al borde de la piscina (en Cuba le recuerdan como “Papa Hemingway daiquirí” por su afición a la bebida). Piscina por la que yo acababa de pasar sin reparar en este acontecimiento: fue usada por él y sus amigos en aquel verano caluroso de 1959. La fotografía es de Cano, podemos leer al pie de foto la siguiente reseña:

“El comienzo de la celebración del sesenta aniversario de Hemingway, el 21 de julio de 1959, a mediodía junto a la piscina de los Davis. Bill Davis sentado a la izquierda. Hemingway hablando con Gianfranco Ivancich, y el general Buch Lanhan está sentado, a la derecha, con el doctor George Saviers de Sun Valley. Idaho. Mary Hemingway aparece sentada cerca de la piscina hablando con la señora Ivancich y la señora Saviers”.

María José García me dio también un recorte de prensa de Berta González de Vega, titulado “Copas en la piscina de La Cónsula”, publicado en Málaga Hoy, el miércoles 25-5-2005. La pestaña de la noticia: “La nuera, y antes secretaria, de Hemingway, nos recuerda en un libro aquel verano peligroso en La Cónsula, con tardes en la piscina donde se servían ‘copas y tapas’. Nadie sabe vender el turismo literario”. Con estas dos líneas, Berta resume muy bien la idea de este ameno y muy logrado artículo.

Ilustra el artículo una fotografía donde vemos bailando a Ordóñez con su mujer Carmen González Lucas Dominguín.2 Sentados en un banco del porche vemos a don Ernesto charlando con su secretaria Valerie, y, mirándole atenta, con una copa en la mano la que parece ser la anfitriona Annie Davis.

“...Ellas en trajes de baño, sentadas en el bordillo, con los pies en remojo. Todos con una copa. Me gustaría haber estado así, con el bloody mary de tertulia, en una tarde de verano en esa vega de Churriana...”.Elogia Berta la incomparable labor promocional que don Ernesto hizo a España con sus libros, más que Antonio Banderas o Penélope Cruz con sus cinematógrafos. Le señala como el mejor embajador de nuestras tierras y fiestas de los toros. Todavía vienen extranjeros a visitar La Cónsula, con la esperanza fallida de encontrar algún recuerdo, algún recuerdo que comprar, pero no hay nada, no queda nada de aquel tiempo glamoroso y encantador. Berta había visto la foto (que acabo de reseñar en la piscina) mostrada por Rafael de la Fuente, anterior director, y comenta “...ellas en trajes de baño, sentadas en el bordillo, con los pies en remojo. Todos con una copa. Me gustaría haber estado así, con el bloody mary de tertulia, en una tarde de verano en esa vega de Churriana...”. Aunque lo que bebía don Ernesto eran daiquiris o mojitos. Nos amplia el artículo sobre Bill Davis, el propietario de La Cónsula, que fue taxista en San Francisco, y que llenó los pasillos de cuadros de Pollock (artista estadounidense y un referente en el movimiento del expresionismo abstracto). Considerado uno de los pintores más importante de los Estados Unidos en el siglo XX).

Nos comenta Berta que Valerie (la secretaria y luego nuera de Hemingway) reseña, en su libro Correr con los toros, mis años con los Hemingway, La Cónsula y elogia sus boscosos jardines, de sus altos bambúes; es cierto, abundan altos bambúes como espigas al cielo, y los altos abetos, y los alerces, y las fuentes con esculturas de niños meones y ninfas con ánforas derramando gracia. También nos habla del Hotel Miramar (hoy convertido en Palacio de Justicia), y del bar Miramar en el cual, después de las corridas de la feria de agosto, se llenaba de comentaristas taurinos que duraban nueve días.

No quiero pasar por alto el comentario de Valerie (anotado por Berta): “En el bar Miramar, Ernest recibió una noticia en la que se le comunicaba que la hija de su viejo amigo André Malraux, Florence, tenía ganas de conocerlo. La nota la firmaba Monique Lange, que trabajaba en Gallimard, la editorial de Ernest en Francia. Ernest acudió de inmediato al vestíbulo y regresó con tres personas: Monique, Flo y un joven escritor español, Juan Goytisolo, que trabajaba en Gallimard y era amante de Monique”.

Efectivamente, Juan Goytisolo y Monique, en esos años, vivían juntos en la 33 Rue Poissonière de París, ambos trabajaron para la editorial Gallimard, de la que era director por entonces Dyonis Mascoclo. Anteriormente, en unas vacaciones en Almería, posiblemente en el verano de 1957, Juan Goytisolo con Monique Lange recorrieron el Cabo de Gata, de donde saldría su famoso libro de viajes o novela social Campos de Níjar, publicado primero en Francia. Se habían conocido en 1955, y muchos años después, el 17 de agosto de 1978, contrajeron matrimonio civil en el Ayuntamiento del Distrito 2º de París. Monique falleció en 1996.

También nos habla Berta del escritor anglo-andaluz Gerald Brenan, que por entonces vivía en la calle Torremolinos 56 de Churriana y que, como eran amigos de los Davis,3 fueron invitados a La Cónsula a la llegada de Hemingway, porque éste había leído algunos de sus libros y quería conocerle. Como ya he contado, existe una fotografía de estos dos grandes escritores en un almuerzo. Gerald escribió sobre Hemingway en su libro Memoria personal (1920-1975):

“No lo traté a fondo ni conozco los ambientes americanos como para hablar de él con convicción. Solo añadiré que, a pesar de tener un riñón dañado, por lo que sólo se sentaba para comer, rebosaba vitalidad. No hacía falta haber leído sus libros para darse cuenta de que era un gran hombre” (Autobiografía, pág. 757).

A la salida de La Cónsula tomé un catálogo del mostrador de la Escuela de Hostelería donde dice que se imparten dos especialidades, Curso de Experto en Hostelería (Especialidad de Cocina) y Curso de Experto en Hostelería (Especialidad de Servicios), siendo la duración de cada especialidad de dos cursos académicos de nueve meses cada uno (2 años), complementados con dos períodos de prácticas en empresas del sector. Su email es dirección@cehm.org, y su teléfono el 952 62 24 24.

 

El último viaje de Hemingway a España

Hemingway abandonó su Finca Vigía en San Francisco de Paula, Cuba, en 1958, y se estableció en Ketchum (Idaho, Estados Unidos). Por ello cuando llegó a España venía de Estados Unidos, a bordo del “Constitución”; desembarcó el 1º de mayo de 1959 en Algeciras y se instaló en La Cónsula.

Su viaje y estancia en España se recogió en una crónica para la revista Life, como ya he comentado, y después acabó en el libro póstumo El verano peligroso (Planeta, 1986). En este viaje estuvo en las fiestas de San Isidro de Madrid y en los Sanfermines de Pamplona y en la Goyesca de Ronda junta a Cayetano, “El Niño de la Palma”, padre de Ordóñez.

Cuando Hemingway viajó de Málaga a Madrid, en coche, siempre conducido por su amigo Davis, se hospedó en el Hotel Suecia, cerca de la calle Alcalá, para asistir a la temporada taurina de las fiestas de San Isidro; su presencia se anunciaba casi como parte del cartel de las fiestas. Ocupaba asiento de barrera; al final de cada corrida la concurrencia se volvía a buscarle para pedirle opinión sobre la faena. La relación de Hemingway con los Ordóñez se inicia en 1953 con Cayetano, El Niño de la Palma y padre de Antonio, que tiene un papel destacado en Muerte en la tarde (1932). Pero es con este último con quien visita “aquella encantadora y extraña ciudad” y su mítica plaza de toros.

A Hemingway le fatigó esta temporada de toros; bebía sin límites, tenía tocado un riñón, por lo que siempre estaba de pie; constantes viajes de feria en feria en un Ford color rosa alquilado y conducido por Bill Davis; los horarios de comidas eran irregulares, las noches se alargaban hasta el amanecer. En este año se enteró de que su amigo Gary Cooper (actor en la película Por quién doblan las campanas) se estaba muriendo por un cáncer de próstata, lo que le conmocionó profundamente, y su propia salud se vio quebrada.

Esta frenética actividad nos la cuenta Rodrigo Fresán:

Entre el 26 y el 31 de ese mes (mayo), Ordóñez tenía corridas en Córdoba, Sevilla, Aranjuez y Granada. Mary, engripada, se quedó en Madrid; pero Hemingway estaba dispuesto a no perderse nada. En Aranjuez, Ordóñez sufrió una leve cornada y allí estaba Hemingway para atenderlo y —ya con trece corridas en su haber— se hizo un alto hasta finales de junio para que el matador se recuperara. El otro matador aprovechó el alto para volver a La Cónsula y arremeter en su lidia privada. “Este es un verano maravilloso”, dijo Hemingway en algún momento mientras las corridas y festejos se sucedían a velocidad de vértigo. Y agregó: “Quien no pueda escribir aquí no podrá escribir en ninguna parte”.

En el vestíbulo del Hotel Suecia de Madrid conoció a la irlandesa Valerie Danby-Smith, que más tarde se convertiría en su secretaria y en nuera del escritor, a quien había venido a entrevistar. Se fueron a las fiestas taurinas del norte de España. Recordemos que el primer viaje a Pamplona lo hizo don Ernesto con su primera mujer, Hadley Richardson, el 6 de julio de 1923. Se cree que acudió a los Sanfermines en 9 ocasiones, la anterior en septiembre de 1956. Luego del periplo de corridas de toros por el norte de España y el accidente en Aranda de Duero, llegaron otra vez a La Cónsula a seguir con la feria de agosto de Málaga, y al Hotel Miramar.

Cuenta Valerie al periodista César Coca que pasó dos años con Hemingway y veinte con su hijo. Se habían conocido en los funerales del padre. “Ernest tuvo mucho éxito y era el centro de atención allá donde iba. Eso aumentó su egocentrismo. Pero también era sorprendentemente considerado con los demás y muy generoso con los escritores jóvenes”. Valerie fue seducida por la estela de jarana e intensidad vital que acompañaba al escritor por donde iba: formó parte de su cuadrilla, bailó por Pamplona hasta la salida del sol y aquel hombre le ofreció un sueldo de 250 dólares al mes.

Hemingway y Castro (1960)Al final del verano de 1959, y cuando parte de España, se dirige a su Finca Vigía en Cuba, ya que aparecen fotografías de Hemingway y Fidel Castro el 15 mayo de 1960, durante la celebración del Torneo Anual de pesca de la Aguja, en la localidad habanera de Cojímar, de donde era el protagonista de El viejo y el mar (1952), con el que ganó el Pulitzer en el año siguiente. Vemos a Fidel y a Ernest juntos en una foto tomada por el fotógrafo cubano Osvaldo Salas. Pero no nos engañemos, en realidad Hemingway y Fidel no eran amigos ni se conocían. Lo que sucedió es que ese día del torneo de pesca, Fidel acudió porque iba ser el juez, pero insistió en participar y ganó el trofeo. La foto recoge el momento en que Ernest entrega el trofeo a Fidel. Esta foto la usó el régimen dictatorial de Castro como icono de la revolución. En realidad Hemingway guardaba por Castro un marcado rencor por la muerte de Manolo Castro, su amigo personal desde la época de la Guerra Civil Española. El 22 de mayo de 1948, un grupo de desconocidos matones acribilló a balazos en una calle de La Habana Vieja a Manolo Castro.

La realidad es que en 1960 el régimen castrista-marxista le expropió la casa Finca Vigía y se apropió de sus pertenencias, algunas fueron sacadas ilegalmente de Cuba, lo que le causó una fuerte decepción y depresión, sobre todo cuando él había depositado la medalla de oro del Premio Nobel de Literatura a la Virgen de la Caridad en el Santuario del Cobre. Hoy en La Bodeguita del Medio y El Floridita, se sirve el conocido “Papá Hemingway Daiquirí”, una mezcla de limón, toronja, maraschino y “doble ron” y que cuesta $6 dólares el trago, según Arnoldo Varona.

Los libros que se publicaron póstumamente incluyen París era una fiesta (1964), un relato de sus primeros años en París y España, Enviado especial (1967), que reúne sus artículos y reportajes periodísticos, Primeros artículos (1970), la novela del mar Islas en el golfo (1970) y la inacabada El jardín del Edén (1986) y El verano peligroso en 1986. Dejó sin publicar 3.000 páginas de manuscritos.

 

Conclusiones

Aquí he querido recoger el último viaje de Hemingway a España, a través de un recorrido literario y una visita que hice a La Cónsula de Churriana, y espero que ilustre y empuje a visitar esta finca. Me decepcionó que no se conservaran los muebles de la habitación donde vivió y trabajó una temporada el Premio Nobel de Literatura, y que no hubiera más recuerdos para contemplar; quizás se deba a que, de alguna forma, tal vez romántica, nos agarramos a lo que ya no tenemos pero tampoco nos afanamos en lo que tenemos, lo cual se convierte en una notable insatisfacción.

Es mi parecer que en Málaga aún no hemos aprendido a explotar suficientemente nuestro turismo cultural y literario. Churriana es uno de esos lugares emblemáticos que tienen esa pátina de oro que es necesario abrillantar, además tenemos la casa Gerald Brenan, cuyo edificio se cae irremediablemente, o los Baroja que residen en la finca del Carambuco.

 

Notas

  1. Valerie Hemingway (de soltera Danby-Smith), autora de Corriendo con toros, mis años con los Hemingway, se casó con Greg, el hijo menor del escritor, de aquí el apellido Hemingway, a quien éste siempre rechazó y a quien conocería años después de la muerte de Hemingway. Con Gigi, como llamaban a Greg, tuvo tres hijos, pero la suya fue una unión trastornada por el desequilibrio psíquico de su marido, que en 2001, seis años después de haberse sometido a una operación de cambio de sexo, murió en una cárcel de mujeres.
  2. Carmen era hermana de Luis María Dominguín, conocida como Carmina Dominguín, hija del matador de toros Domingo Dominguín de este primer matrimonio nacerían Carmen Cayetana y Ana Belén.
  3. Annie Davis era hermana de la mujer de Cyril Connolly, amigo de Gerald Brenan, uno de los grandes ensayistas ingleses del siglo XX y uno de los hombres de letras con mayor capacidad para seducir al público con su vasta erudición, su buen gusto, su ingenio y su sentido del humor. Uno de los mejores críticos de los años treinta y cuarenta. Ensayista agudo y culto, sus títulos, entre los que destaca Enemigos de la promesa, le convirtieron en guía de la literatura anglosajona. Editor de Horizon. Brenan le dedicó su libro San Juan de la Cruz.

 

Páginas seleccionadas sobre Ernest Hemingway

Nota: mi agradecimiento a María José García, secretaria de la Escuela de Hostelería de Málaga.