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Poemas

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Alada

Baja por la calle
la mujer del cielo.
Sin gestos.
Su andar va más allá
de las normas,
incluso del sueño.

Las palabras son huérfanas
de su tiempo
de su calma
de sus paredes vacías
de su vocación despoblada
sin memoria
sin sombra...

Baja por la calle
la mujer del cielo.
Toda desnuda como el ayer,
sin treguas...

Pero es ahora cuando canta.
No ayer, no mañana.
Ahora.

 

Boulevard y Linares

Está todo aquí.
Vos, el mundo que desamo,
todo lo que huyo,
lo que busco, lo que espero,
el desorden de la soledad.

Pero vos, entre todo ello, vos...
irrumpes con tus ojos;
y este todo, al final es nada.
Pájaros que vuelan. Otoño.
La grandeza, la distancia,
el resistir, el quedarse.
Tus ojos lejos de mí,
de vos,
del alma,
el vivir.

No sé por qué ando triste,
el verano estalla en mi piel;
pero estas calles de a pie,
estos balcones que se abrazan
como si fueran recuerdos,
no son vos,
hace tanto frío en este pedazo del país;
no puedo alzar las manos
para tocar las estrellas,
tus ojos lentos asesinan la ternura,
rostro de amor...

Todo ahora, otra vez.
Intacto, inmortal.
Arrepentido.
Gira. Duerme.
Arde, en mí.

 

Des pies

Puedo quererte
sin ser la misma
en cada amanecer.
Quererte
con el calor de muchas,
de las todas que hay en mí.
Tórrida lluvia
de infinitas gotas
Arcoiris
              Harén
                           Yo
                                  Mujer

 

De vos III

Tu boca es augurio de días buenos
de días dóciles y mansos
de descanso, consuelo
de oasis, de luz...

¡Qué fuera de tu cuerpo sin tu boca!
Fuera penurias
vacío
desgana
fuera congoja.
No habría
sonidos
canto
besos
dulzura de palabras...
No habría música, ni tu risa.

¿Qué traición podría yo jugarle a tu boca?
Si al perderla el mundo se haría
hornacina, flagelo...
¿A qué placeres renunciaría en su ausencia?
Si así no habría más que abandonar
el destello
el camino
la huella
de los besos de tu boca
y el sol.

Me pasa esta noche en que no estás,
tu boca se convierte
en mi molino
y mi necedad.

 

De vos VI

Tu voz,
la de ideas claras
la de huellas firmes y realidades divinas
eco de retamas
la que hace esta noche en mí,
que la hace tuya de mí.

Tu voz,  
soplo de aurora
espuma de nubes
cenizas de cielo
arena
maravilla
pan del día
molino
horizonte.

Tu voz,
cómplice de la vida
en el delirio,
debajo de la noche a contraluz.

Tu voz,
sobre hojas leídas,
sobre hojas en blanco,
desposadas,
papel
nieve.

Sobre mis piernas torpes,
entre dibujos familiares
y mi cama vacía,
con labios atentos
y manos extendidas,
en el silencio,
he convertido tu voz en letras
te escribo,
con el poder de una palabra:

Vos.