Letras
Amo a mi mamá

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Pidió frijoles con queso, crema, pan con mantequilla —aunque las tortillas eran sus preferidas— y un licuado de papaya, mientras pensaba qué hacer para que su imaginación tuviera la seguidilla de más de 15 líneas en su mente y no resultara goleado por ella, mientras su tiempo de almuerzo terminaba y regresaba a la oficina.

Quería y buscaba cambiar de género literario.

Tenía 5 libros escritos.

Uno de ellos lo había publicado 18 años después.

Algo le decía que todavía no estaba para eso pero no lo aceptaba y empezó a escribir amo a mi mamá.

Necesitaba escribir porque el furor interno que lo llevaba siempre pero de forma no precisamente agradable le obligaba a buscar caminos distintos aunque fueran largos.

Buscaba cambiar de género, pues tenía la sensación que ser poeta no era precisamente lo que necesitaba, buscaba, añoraba. Aunque lo fuera.

Hecho curioso es que lo primero que leía era poesía, luego cuento y novela y su lenguaje presentaba lo poético como acción y encuentro en todas las acciones y actividades que realizaba a través de la pasión práctica.

La poesía había sido desde los 12 años su pregunta permanente y consideraba que ya tenía suficiente con eso. Tenía una observación aguda para los detalles y lo general, ni él lo dudaba.

No es que quisiera dejar de escribirla o leerla, pretendía probarse que podía escribir narrativa corta, pues sabe que el relato es hermano de leche de la poesía por la síntesis que requiere y atrapar la página en blanco y no ser rechazado por ella, disfrutando de hacerlo.

Su primera línea versual fue, amo a mi mamá.

Verso que en principio fue una acción mecánica y copiada de su libro de lectura Barbuchín en la escuela pública Francos y Monroy en el centro de la ciudad.

Cuando tuvo conciencia que amo a mi mamá era una oración completa en sí misma, sintió que volaba y que empezaba a dominar el arte de escribir.

Hoy se acuerda de dicha frase y emocionado agradece a su vieja que lo llevara las dos primeras semanas de la mano y se fijara por dónde tenía que ir y regresar y tener el privilegio de haber ido a la escuela.

Recordaba que las escuelas públicas en la ciudad, cuando el Estado y los funcionarios no habían creído que la educación tuviera que ser privatizada dejándose presionar por organismos internacionales, se preocupaban un poquito más por ellas.

En el campo siempre ha sido abandonada y asumida por los padres y comunidad, ante la ausencia concreta de los diferentes gobiernos.

En esa época, a través del Ministerio de Salud y Asistencia Social, daban un purgante a cada niño para desparasitarlos.

Se fue a esconder al baño para no tomarse el famoso purgante que luego de ingerirlo producía vómitos por el sabor a podrido y menta como lo evidenciaban los gestos y como se agarraban el estómago a los que encontró.

Siete años tenía. Estaba en primero primaria. Era el año 1970.

Fue a su salón de clase y junto a 15 compañeros más les dijo que no tomaría esa cosa horrible y que se fueran de la escuela con él.

Dijeron, síiiii, síiii, y se subieron a una pared ayudados entre todos, mientras los mirones cerraban la puerta y comentaban que los iban a castigar. Gusanos escaladores parecían y transformados en liebres saltaron y se fueron.

Lo evidente fue que parecían reos buscando libertad y desde ahí se dio cuenta de que sentar en fila india, levantar la mano para poder hablar, entrar y salir en formación, usar castigos, dejar deberes o tareas, memorizar, poner calificaciones y tener a un capataz hombre o mujer, era el principio de la opresión como sucede en las bibliotecas también, olvidando los profesores y el sistema educativo, que todo niño es un pequeño artista hasta que la escuela lo viste de adulto.

No se debe mostrar la verdad desnuda, sino en camisa, dijo el maestro Quevedo. Profesores abundan, maestros hacen faltan.

Los profesores cumplen programas como metas e incumplir horarios y son los primeros en exigir mejores salarios. No es que no se lo merezcan, pero siguen haciendo de la educación un fin cuando es un medio.

Los maestros superan los programas y generan procesos. En los sistemas educativos abundan los profesores. El maestro Quevedo, cambiaría su frase ante la desnudez existente en la educación.

Cuando inició la democracia electorera por el año 1984, el magisterio nacional con minúsculas se derrotó a sí mismo estructuralmente y así sucesivamente lo vienen haciendo y sólo tienen como eje de negociación, las huelgas magisteriales por carecer de estrategias. Tanta inteligencia y experiencia tirada a la basura por errores tácticos de sólo denuncias.

Al poder se enfrenta con poder, pero el uso del poder requiere coherencia gremial, análisis serios, honestos y salir del error y la ilusión que tienen todos los que dicen que saben, más los llamados profesores.

Va siendo tiempo, reflexionaba, se sienten a prever cómo será el presente y el futuro de la educación y funden su Partido Político, realicen un pacto social con el mismo Estado y las comunidades donde laboran y programáticamente se unan en mancomunidades educativas. Postularse para alcaldes como lo hacen algunos y asuman los Consejos de Educación.

Es hora de hacer, sin ingenuidades políticas, un esfuerzo para devolver de verdad a la educación su encanto, porque en ello está en juego la autovaloración personal del profesorado, la autoestima de cada persona implicada, además de que, sin afrontar el núcleo pedagógico de la calidad de la enseñanza, se puede, o podemos, estar siendo cómplices con el delito del apartheid neuronal, que al no propiciar ecologías cognitivas, está de hecho, destruyendo vidas y cerrando las posibilidades de nuestras sociedades de contar con escuelas y maestros, como lo decía uno de sus maestros, Hugo Assmann en Placer y ternura en educación.

Profesores que no olviden que la primordial militancia e intervención política debe consistir en la propia mejora de la calidad pedagógica y socialización de los procesos de aprendizaje. Esta acción como bandera aumenta la credibilidad para la atención de sus demandas, pero insistía, tienen que estar basadas en propuestas pedagógicas.

Estrategia de acción falta, se lamentaba, y recuperar la credibilidad ninguneada por su misma dirigencia es fundamental y hacer que los partidos de gobierno de turno, cumplan con responsabilidad sus funciones. El presente es un archipiélago de incertidumbre y el futuro palpita como el camino que busca ser descubierto.

Otra cosa es entrarle a la descentralización desde el fortalecimiento al poder local, desde su propia vocación olvidada, antes de que la educación sea privatizada totalmente y vuelvan a caer haciéndole el juego al sistema económico, perjudicando a los que dicen defender: los niños y niñas.

Ahora las escuelas, institutos o colegios y universidades, siguen haciendo lo mismo de la misma forma. Amén de la privatización del aprendizaje. Luego critican a los estudiantes achacándoles que no quieren aprender. ¿Quién quiere aprender en cárceles educativas teniendo capataces de profesores?

Fue así como surgió su rebeldía contra todo lo que fuera o sonara a jefe, capataz o profesor. Problemas grandes ha tenido a raíz de dicha experiencia.

Se saltaron una pared de 5 metros o más de alto y llegó a su casa feliz, contento, que había salido temprano como le dijo a su mamá.

Consideraba que así como cada semana tenía acciones y actividades diferentes era prudente, necesario y hasta urgente que también en la escritura fuera así.

Leía dos periódicos a diario y una revista de forma mensual. Los días domingo, leía tres periódicos completos, intentando disfrutar como hobby la lectura. Sí, así lo así, aunque parezca cursi o aburrido.

Trataba de leer dos libros semanales dentro de sus acciones cotidianas y contar con más material para sí mismo como para compartir desde sus espacios laborales: burócrata y profesor universitario.

Buscaba refrescar su discurso y entrar en una nueva racionalidad a través de la palabra, el diálogo y la comunicación haciendo posible un encuentro lúdico desde sus principios y valores.

Intentaba generar procesos de lectura y escritura y ganar y recuperar lectores, al considerar que siempre ha habido lectores y que el problema ha sido que se pierden en las escuelas, colegios, institutos y universidades.

Fue así como le surgió la idea de realizar proyectos de lectura con clubes de lectores y realizar encuentros de lectores. La lectura ha sido su tabla, si no salvadora, sí ha sido compañía, pasos de su vista, barrilete multicolor en su vida.

Estas acciones y actividades lo han llenado de alegría, satisfacción. Ha descubierto escritoras y escritores y considera que todos somos artistas, pues fuimos hechos a imagen y semejanza, les dice a todos aquellos que creen que genios sólo pueden ser pocos.

Por eso, no sentaba ni lo hará a nadie en fila india ni hacía exámenes, ni comprobaciones de lectura ni dejaba tareas o deberes al considerar que la Edad Media no tenía por qué estar en un salón de clases y mucho menos decía mis estudiantes como acostumbran todos a decir. Entre risas, decía: dónde tienen la escritura pública que afirme que son sus estudiantes. Hacer la diferencia de la diferencia era su pretensión permanente.

Sin embargo, no siempre los seres humanos con sus actos hacen lo que esperan que otros hagan con ellos, como le sucedió con un gran grupo de compañeros de clase que querían ser tratados de distinta manera pero sin cambiar. Con ellos, volvió a realizar exámenes al darse cuenta de que pedir sin dar no es avanzar y demostrarles que hacer lo mismo es lo más fácil. Ah, pero cuando se dio cuenta de que se estaba negando a sí mismo haciendo exámenes con este grupo en particular, cambió.

Cada vez que elaboraba un programa de curso y colocaba la palabra examen parcial o final, se reía. Lo hacía porque el sistema burrocrático (sí con doble rr) aplicado por los funcionarios no permitiría tal o cual situación, Dios guarde.

Se daba el lujo, sentía, que todos ganaran leyendo más o menos entre 8 a 15 libros por semestre sin importar qué institución educativa y qué curso fuera.

Su mamá nunca supo sobre la fuga realizada en la escuela y 15 compañeritos más. Ni que había organizado a los demás compañeros de los otros tres primeros para que tocaran la campana y que sólo el director hacía sonar para salir a recreo. Situación que todos los días repetían.

La forma que su pequeña estatura les permitía fue que cada vez que alguien pidiera permiso para ir al sanitario, al regresar saltaba para alcanzar la campana y todos salían disparados, gritando recreo.

Ahora, al recordar, se dijo para sí mismo, la madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba de niño, sintiéndose niño de nuevo.

Era un griterío loco, pero alegre porque se salía de estar sentados como robots sin poder jugar ni hablar. Tontería pedagógica obligar a que los niños y niñas, estén como autómatas aprendiendo.

Lo que lamentaba, ahora que escribía amo a mi mamá, era que la escuela era sólo para varones.

En una reunión familiar con sus sobrinos y sobrinas, hermanos e hijos, se atrevió a contar lo realizado.

Su mamá sólo alcanzó a decir, ay mijo..., vos siempre y tus locuras, mientras la familia se reía de la ocurrencia pidiendo a los niños que no repitieran lo mismo, aunque tuvieran a carcelarios como profesores.

Los sobrinos hasta el día de hoy, han hecho otro tipo de travesuras, ya no tan subversivas sino de su época.

El camino de la educación en diferentes niveles como instituciones lo había llevado a evaluar para conocer y no calificar para excluir.

Cuando a él le hacen exámenes, suda y odia el aprendizaje. Por eso no hace lo que criticó.

Es muy fácil repetir lo mismo, hecho común en todas las acciones de la vida y lo humano, aunque las personas tengan estudios de maestría o doctorados o cosa por el estilo.

Al día siguiente de la fuga, el director lo andaba buscando y castigarlo delante de todos por el vil atrevimiento. Siempre sobra quien dice, yo lo vi y cosas por el estilo que al sistema social, le encanta porque genera orejas, espías, para que la competitividad se mantenga.

Se ríe de eso, pues el director quien lo había ido a buscar con un cincho de cuero más alto que él, lo encontró en otro salón de clases, frente al pizarrón de madera pintado de color verde usando yeso para escribir amo a mi mamá, mientras sus demás compañeritos de otros primeros, pronunciaban amo a mi mamá y escribían en el piso.

De Amo a mi mamá (abril 2008), primer libro de relatos de Daniel Alarcón Osorio (Guatemala, 1962).