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Los tallos oculares
Extractos

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Siván

Los tigres transparentes hierven de mecánica y furor

(lo plenario en el morfema
                                          oculto)

*

es tu silencio (naranja)
es tu silencio esta cortina de bruma
o musgo en tus labrados pezones

en los pezones que contemplan hambrientos
es el silencio el istmo la delgada extremidad
es el silencio (y ribosomas)
cuando se masturban las vocales del tiempo

escritura: (nido)
el orgasmo a la página llega
                   —sollozantes trolobites—
silencio: estoma
                        del rostro ecuatorial

 

Tamuz

¿Ha de anidar el vocablo en la zona del sentido si la existencia es una viva deformación del significado? ¿Puede la dirección errónea hallar la dirección cierta? Dejar fluir las corrientes alquímicas del minotauro. Debajo de la piedra el hálito justo de lo que vive disgregándose, del óbito nativo: la espuma nunca se reconcilia con la penumbra: mirar y morir las dos formas alternantes del berilio.

 

Tebet

Nuevas formas
                       de laboratorio
escancian parsimoniosamente
germinaciones distantes
vidrios oscuros que sin duda sonríen
en el hervor

                   una gota de agua aúlla
en su sueño
histórico recrea
                        Reverdece
una brasa del designio

                                   y la anécdota fluvial del ojo
Canta

 

Sebat

los adjetivos decrecen en la opacidad
recorriendo los contornos femeninos
las aguas matriciales
y nominal mi fémur ausculta

                       la celebración del verbo
                       bajo el paladar sinuoso y necesario
absortas y lascivas las meninges huyen
hacia el no lugar perenne de la sequía

 

Adar

hacia el sur se extiende una sustancia
original y parca y ubérrima
sustancia mineral de los despojos

puede evaporarse el nucleótido
aquí entre páramos audaces
con su calostro súbito
                                 y mecánico

el libro alumbra en el péndulo
la urdimbre:
                   conjuntos de atmósferas suceden
y copulan entre sí y con los reptiles

el habitáculo auditivo evoca
el éufrates narciso de los muslos