Letras
Poemas

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Las locuras de un lunes

Hoy es lunes.
Lunes desganado como todos los lunes.
Lunes con modorra.

El verano revienta
y me envuelve en un ligero sopor.
Sólo me salva el azul que vivifica.

Sorprendo a un duende travieso
comiéndose las palabras más jugosas del poema.
Lentamente las devora.

¿Qué hago entonces con las que sobran?
Las revuelvo en un sombrero
y formo con ellas un poema dadaísta
como aconsejaba Tristan Tzara.

 

Fragmentos de un sueño

A Francisco Mir Mulet, in memoriam.

Te sueño en un oscuro camerino
donde los actores se visten y se desvisten.
Te arropas de azul como los arlequines picassianos
y me ofreces una flor.
Quizá la misma que pusiste en los labios de Dánae.*
Me desnudas con tu mirada aguda.
No hay nada que ocultar.
Te escurres por mis laberintos interiores
perdiéndote en mi yo.
¿Qué tratas de insinuarme desde ese otro lado de la vida?
Tu flor, Paco,
se clava como un venablo en mi desvelada soledad
y ya no hay modo de arrancármela.

* Dánae dijo: “¡no quiero las flores negras!...”.
Fragmento de un poema de Francisco Mir.

 

Un poema breve para Paco

A la memoria de Francisco Mir Mulet.

Paco ya tiene su jardín
en el país de los nomeolvides.

Su propia fuente.
Un pasto verde y un campo de girasoles
donde se esconde para escribir poemas.

Paco al fin pudo gritarle a la Muerte:
“Dime, oh, Muerte, ¿dónde quedó tu victoria?”.
Paco, un poeta existencial alcanzó el cielo
y se puso a jugar con las estrellas.

 

Con lo que queda de este día

Para Ángel, quien acompaña siempre todos mis sueños.

Con lo que queda de este día
nos perderemos juntos en una aventura.
Nos iremos a navegar en un botecito verde.

Con un poco de suerte quizá encontraremos
a la brumosa isla de Thule
o al inaccesible Shambala.

Yo sólo me conformaría con encontrar ese punto
donde según Rimbaud el mar y el sol se mezclan
para formar así la Eternidad.

 

Palabras para un epílogo

Para Jesús

Te escribo estas palabras en silencio
pero no completamente solo.
Me acompaña una luna recortada
que tímida se esconde en los rincones.

No preciso un papel para escribirlas.
Podrás leerla en los ojos de esta noche.
O en el brillo sin lustre de una estrella
que se apaga entre sombras, desteñida.

Las descubrirás entre las gentes,
en cada grito de dolor o rebeldía,
o en el rostro de aquel niño inoportuno*
que nos legara Reinaldo en un poema.

Tropezarás con ellas definitivamente
cuando se te cierren todos los caminos,
todos los puertos, todos los andenes
y no te lleven ya a ninguna parte.

Son mis palabras definitivas,
Mi identidad vigente.
Son mis pasos dirigidos al olvido.

Yo también amé al Hombre en su miseria.
Compartí su dolor y su impotencia
en su lucha desigual contra el Destino.

Sírvete de mis palabras en tu lucha.
¡Párate encima de tus propios hombros
y atrapa al cielo!
¡Grítale imprecaciones a los astros!
¡Viola a las estrellas!
¡Arráncale secretos al Arcano!

No pongas fin a tu razón impetuosa,
a tu eterno inquirir. Siempre cuestiona.

No escuches a los nuevos demagogos
que te venden esperanzas falsas maquilladas,
empacadas en plástico impecable.

Huye de los falsos nuevos cristos
que se anuncian como estrellas.
Sólo te ofrecerán viejas mentiras
en unos nuevos discursos incoherentes.

Nunca busques a Dios entre las piedras.
Mira dentro de ti. Allí Él te espera

* Se alude, evidentemente, al poema de Reinaldo Arenas “El niño inoportuno”, declamado por Javier Bardem encarnando al personaje de Reinaldo, en el filme de Julian Schnabel basado en la autobiografía homónima Antes que anochezca.