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Vivian JiménezDos novelas de Vivian Jiménez

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“...a medida que sus dedos
cumplían entre sus piernas su misión habitual,
se hacía la paz en ella”.

La columna que dibujaste dentro de mí.

“Luisa asociaba el sexo con la liberación.
¿Acaso había algo más liberador que un orgasmo?”.

Las ciudades de tu cuerpo.

La literatura es un espacio que —casi agazapadamente— nos va envolviendo, nos va atando con finos hilos invisibles a otra instancia más sublime de la vida. Nos permite volver al origen que fluctúa imperceptiblemente en nosotros, ayudándonos a reconocernos, a descubrirnos, a amarnos o a odiarnos. La literatura es cuerpo profundo e infinito. En su territorio quedamos desnudos ante nosotros mismos y ante el mundo. Tiende puentes. Apunta hacia arriba. Desmorona. Disipa y vuelve a construir. Y esta comunión se hace más intensa e íntima cuando la literatura viene desbocada entre cuerpos desnudos y jadeantes. Se vuelve invitación a otros cuerpos. La literatura entonces define cada elemento que constituye el espacio donde duerme el sagrado olor del cuerpo recién amado. En sus páginas acariciamos el cuerpo agitado de la palabra, y al acariciar la palabra, acariciamos —de alguna manera— a todos los amores perdidos entre el fuego y el olvido.

Entre caricias furtivas y nombres que manoseamos secretamente, nos llegan dos novelas de Vivian Jiménez, narradora nacida en Cuba. La columna que dibujaste dentro de mí (2003) y Las ciudades de tu cuerpo (2007) conforman la obra narrativa de una mujer que se atrevió a escribir desde la piel, lugar en donde todos nos volvemos uno y tantos. Con La columna que dibujaste dentro de mí obtiene el Premio de Novela Erótica auspiciado por Alfadil Editores y que contó con un jurado de notable trayectoria en el ámbito cultural venezolano. Las ciudades de tu cuerpo es su segunda novela, y en ella celebra, junto a sus lectores, una madurez narrativa mucho mayor. Dos novelas en donde el erotismo y la soledad se transforman en la columna vertebral de la mujer del siglo XXI. En donde, insospechadamente, nos perdemos en sus páginas de la misma manera como lo hacemos entre los brazos y las piernas del amante para al final encontrarnos felizmente hundidos en el bosque más insondable. La literatura de Vivian envuelve. Nos hace partícipes de su cuerpo. Allí navegamos volviéndonos miradas movedizas y salobres. Dos novelas que revelan lo que Alberto Drazul define como el erotismo del corazón, el cual consiste en la pesquisa de la unidad, rota por la interrupción, mediante la pasión amorosa.

La columna que dibujaste dentro de mí, recientemente traducida al alemán (Die Säule die du mir gezeichnet hast), es una indagación a través de los recuerdos de la iniciación sexual de una niña en donde privará la idealización del amor, el desconsuelo, el miedo a la soledad y al abandono, obsesiones que se funden con la psique de la mujer del siglo XXI. A través de los personajes podemos indagar en los pensamientos que emanan de cada relación allí expuesta; pensamientos algunos muy intensos y descarnados, otros más bien básicos. La historia está contada a través de la sutileza del lenguaje poético y de la llama siempre encendida del erotismo. Una historia en donde se trata de vindicar la homosexualidad a través de varias relaciones lésbicas que confluyen en un río de fantasías que no son más que el reclamo de un alma atormentada por el desamparo.

En Las ciudades de tu cuerpo nuevamente se abre un diálogo cósmico de soledades y frustraciones. Páginas que al mismo tiempo se vuelven refugio a través de la memoria y el sexo. Es una novela erótica escrita desde las necesidades existenciales de la mujer. Una posición que me recuerda a Anaïs Nin, cuya escritura se transformó en un angustioso autoanálisis que buscaba exteriorizar su sexualidad latente; en otras palabras, buscaba contar las relaciones sexuales como las vive una mujer. La nueva novela de Vivian Jiménez queda inexorablemente atada al erotismo, no sólo por lo que cuenta, sino por el camino que tomó para contarlo. El camino transitado no es otro que el de la poesía. La novela es enérgicamente poética, y la poesía, ya lo dijo Octavio Paz, está estrechamente relacionada con lo erótico. Ambos, poesía y erotismo, están constituidos por una oposición complementaria. A través de su palabra somos acariciados y al mismo tiempo acariciamos. El erotismo en Vivian Jiménez, particularmente el expuesto en Las ciudades de tu cuerpo, va más allá del desborde de alguna caricia sobre el dorso desnudo del amante. El erotismo en Vivian Jiménez es un grito irritado para que la vida dé tiempo a vivirla. Es su salvoconducto. Es su reclamo virulento por cobrarle a la existencia lo que ella misma le ha arrebatado. El erotismo en la novela es una lucha desde la piel contra el olvido porque el sexo tiene buena memoria y él nos ayuda a recordar que somos libres de nuestros recuerdos. La reivindicación del cuerpo. El sexo como agente liberador muy a propósito de Emmanuelle Arsam, en cuya novela más importante se plantea al sexo como un culto al placer de los sentidos, libre de toda moral.

El sexo se vuelve camino para la revelación de lo que somos, y eso quedó más que evidenciado en esta novela. Detrás de un velo simbólico se esconde la necesidad del conocimiento del otro, que en este caso es el amante. Y al conocerlo nos conocemos. Escribe Vivian: “Con su lengua y su nariz penetra lugares que yo jamás reconocería como parte de mí. Él me inventa. Hace de mí su nuevo mundo, me reconstruye”. Al mismo tiempo que el cunnilingus abre sus alas hacia nuevos mundos desconocidos para ella; ella entiende que recuerda que es principio y final, alfa y omega, la tierra prometida donde volveremos. De la mujer venimos y hacia la mujer vamos. “Verlo terminar en el punto donde todo comienza, donde la vida le dijo bienvenido, corre, y el sexo resentido se quedó insistiendo: volverás”. Más adelante insiste en la idea: “Enrique seguía disfrutando de mi cuerpo. Me bebía como si fuera a reencontrarse con su vida”. Vivian Jiménez apuesta con la novela a una sexualidad más allá de lo físico. Una sexualidad a través de la cual se abrían las puertas de la liberación como lo apuntaron D. H. Lawrence, Henry Miller y, más recientemente, Valerie Tasso. El orgasmo se vuelve el puente hacia una nueva dimensión, ya que Luisa, personaje principal de la novela, “asociaba el sexo con la liberación. ¿Acaso había algo más liberador que un orgasmo?”. Y si el orgasmo era una experiencia liberadora para ella, pues emprendió a tratar de obtenerlo en todo momento, en todas las cosas.

 

“Las ciudades de tu cuerpo”, de Vivian JiménezLas ciudades de tu cuerpo devela el alma de una mujer. Y a pesar de que en sus páginas todo queda al descubierto, inmediatamente después este descubrimiento se disipa, o más bien, se hace camino hacia nuevos y más profundos misterios. ¿Qué piensa una mujer cuando el amante parte? ¿Qué siente una mujer cuando las caricias que un día fueron suyas corren arrebatadas hacia otro cuerpo? Escribe Vivian: “Enrique se había enamorado de otra mujer. Lo primero que vino a mi mente oportunista fueron los recuerdos de todas las veces que nos amábamos, la cantidad de orgasmos descargados sobre su cuerpo, el dolor por tanta distancia, los proyectos que cubrían el resto de nuestras vidas juntos, el sacrificio, el gasto, el tiempo. Era como sentirse en el aire, con la amenaza inevitable de la caída”.

A través de esta novela podemos explorar el infranqueable mundo interior de la mujer. Sus sueños y esperanzas; sus anhelos e ilusiones; el ardor por vivir desde una intensidad orgásmica. Una historia construida con el cuerpo que se deja rastrear en cada línea: “Desnudarme es dejar que lean mi historia en letras mayúsculas [...]. Desde mi cuerpo abierto, con sus diversos tonos, emerge un sonido que me dispone entera a recibir el ajeno y llenarlo de gracia. Desnudarme es exponerme, entonces converso con las mariposas”.

La columna que dibujaste dentro de mí y Las ciudades de tu cuerpo, de Vivian Jiménez, son una radiografía de la nostalgia desplegada desde los laberintos del amor y el sexo. Muestran descarnadamente los enigmas de la condición humana a través de un bosque espeso en donde se logran confundir las emociones de la autora con las del lector. Son dos retratos diferentes de la sexualidad, en especial de la femenina. Son un retablo de testimonios, lugares y territorios solitarios en el cual logramos confrontarnos nosotros mismos de una manera densa e inquietante. Un abismo de intimidades que, junto a ella, dejamos como secreto que quema en el hoyo que pacientemente hicimos en un árbol erguido en la soledad de una colina. Estas novelas de Vivian Jiménez representan, no sólo una lectura angustiosa y excitante, sino que además, reflejan la madurez que ha alcanzado la literatura erótica en Venezuela.