Entrevistas
Entrevista al homenajeado de la V Filven 2009
El secreto de los lenguajes desde Briceño Guerrero

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José Manuel Briceño Guerrero“El retrato más grande del mundo
que se ha hecho en Venezuela es el tamunangue.
Sus siete partes corresponden
a los siete lados fundamentales de la condición humana”.

José Manuel Briceño Guerrero.

José Manuel Briceño Guerrero, también conocido como Jonuel Brigue, nació en Palmarito del estado Apure, tiene 80 años de edad, actualmente vive en la ciudad de Mérida y ha sido un peregrino y estudioso del mundo (Austria, Francia, Alemania, México, China, Inglaterra, Rusia, Turquía, entre otros países incluyendo a Latinoamérica). Su pasión por el estudio de las lenguas antiguas y actuales le ha dado una amplia formación para internalizar los acontecimientos nacionales y mundiales en el devenir histórico de la humanidad, ejercicios de pensamiento que se ven revelado en sus escritos poéticos, narrativos, ensayísticos, que redescubren el comportamiento del hombre común de las sociedades actuales.

Su presencia física causa una retrospección con la imagen de los antiguos filósofos, hoy día en su constante investigación va dándole forma a las posibilidades a que el lenguaje puede acceder para centrarse en sí mismo y dimensionar problemas que tienen que ver con los principios identitarios de los pueblos latinoamericanos; es desde allí que radica parte de su grandeza filosófica en el continente americano, además del goce estético con el que plantea abordajes a temas de raíz común, pero con alcance planetario.

Encontrar en Briceño Guerrero esa didáctica mirada del mundo, y verlo reflejado en la continuidad de un pensamiento que va más allá de análisis intocables, caso contrario, siempre ha buscado la manera de forjar en su discurso una compenetración colectiva donde todos se sientan identificados y capaces de comprender lo que pasa en nuestro entorno.

Para este homenaje que le han brindando el Centro Nacional del Libro (Cenal) y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, en conmemoración de la V Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven 2009) tiene una conferencia que ha titulado “Soga en el viento”, figura textual que viene de los cantos populares del llano venezolano, con el que ha conseguido interpretar la imagen de la soga atrapando a todas las literaturas creativas del universo; la soga se convierte en un signo poético que se expande en el espacio para sujetar las palabras.

Ha creado un pasaje visual para mostrar y analizar las escrituras antiguas y presentes, entre ellas hebreas, griegas, chinas, latinas, japonesas, petroglifos, sánscrito, árabe, códices medievales y mayas, números y grafías convencionales, entre otros códigos. Buscando así concatenar lazos significativos entre las diferentes culturas y demostrar que la presencia de la palabra gráfica, convertida en literatura, es una forma de acercamiento individual, colectivo y cultural que van revelando el secreto de los lenguajes.

—¿Recuerda alguna de las primeras imágenes que escribió? ¿Cuáles eran, cómo era ese contexto y en qué época venezolana?

—La primera vez que yo escribí fue en la escuela primaria, en Barinas, porque había un periódico impreso que se llamaba Sendero, cosa insólita en la historia de Venezuela, que una escuela primaria tuviera un periódico y que todavía se conserven algunos ejemplares. Yo colaboraba en ese periódico estando en 5º y 6º grado. Uno podía escribir allí poemas, cuentos, artículos de ideas, y hasta crucigramas se podían inventar.

—¿Cuál es su apreciación sobre el español de América como herramienta estética para la creación literaria?

—El español de América, es decir el español que nosotros hablamos, debemos aceptarlo, usarlo, porque todos los idiomas están continuamente cambiando, a nosotros nos tocó este momento el de la lengua castellana en América, parece que es justo que lo usemos, y no caigamos en arcaísmos.

—¿Conoce de alguna fórmula para alcanzar el estado de trascendencia?

—Hay sobre todo en la India técnicas de meditación para trascender la conciencia ordinaria y pasar a un estado superior de conciencia. También hay manifestaciones tradicionales, en Venezuela por ejemplo, tiene que ver con la música, personas haciendo música o bailando tienen cambios de conciencia, éxtasis, y pueden llegar a tener estados superiores de comprensión.

—¿Con cuál de los géneros literarios se siente identificado?

—Una cosa que yo he intentado hacer desde hace muchos años es romper la separación entre los géneros, y poder escribir en un lenguaje que no respete los géneros, que tenga cambios de actitud y de clima, de temática súbita, siguiendo los cambios de la conciencia, con el peligro de caer en una escritura caótica pero no sucede así, porque todas esas cosas diferentes que se han pasado a géneros distintos están encadenadas y tienen sentido.

—¿Qué ha encontrado en la poesía, como escritor y lector, que quisiera revelarnos?

—Yo he encontrado que el mejor camino para conocerse a sí mismo, para conocer a los demás y al mundo, es la poesía, más que la ciencia, sin despreciar a la ciencia, pero los grandes poetas tienen una intuición tan profunda de las cosas humanas, de la relación del hombre con el mundo no humano, que sería la clave, también el horizonte en el cual puede manifestarse adecuadamente el trabajo científico, el trabajo político, el trabajo económico, habría una forma de ayuda de todas las demás cosas a partir de la poesía, sin que esa sea la finalidad de la poesía; la poesía crea clima espiritual en el que pueden florecer todas las demás actividades del hombre.

—Usted defiende la tesis de que el arte salvará la identidad del latinoamericano. ¿Podría explicarnos cómo observa esa relación?

—Pienso fuertemente, me cuesta mucho que me hagan caso en eso, pero la gente piensa que los medios para lograr una síntesis de nuestras cosas heterogéneas que tenemos, nuestras herencias múltiples, diversas, después a través de la economía, de la política, tal vez otros de la religión, a mi me parece que todas estas cosas tienen sentido y son útiles, pero el trabajo artístico es el que va ayudar en todo porque el arte es el que puede compaginar y armonizar todas esas cosas diversas que tenemos; crea el clima necesario para que los otros esfuerzos sean fructíferos, de manera que se produzca intercomunicación entre las personas y entre los diferentes aspectos de las personas unas con otras, dentro de sí mismas.

—¿Cómo ve el camino futuro de la literatura venezolana, en América Latina y el mundo?

—Yo lo que veo ahora es que hay, por ejemplo en Venezuela, un apoyo mayor de parte de las autoridades a la actividad artística en general y a la escritura en particular, por ejemplo ahora los jóvenes que quieren escribir y expresarse como poetas, como pensadores, tienen más facilidades que hace 50 años para encontrar medios escritos de comunicación, también medios radioeléctricos, la televisión y ahora últimamente este medio extraordinario que es la comunicación por Internet, que está a disposición de los jóvenes que quieren ser escritores y les da un mayor acceso a la comunicación.

—De todas sus obras, ¿con cuál se siente más identificado y por qué?

—A mí de todas mis obras me ha gustado mucho una que se llama Triandáfila, porque pone en juego la conflictividad que todos llevamos por dentro y que hay en nuestros países debido a la diversidad de los orígenes que tenemos, y la necesidad que tenemos de llegar a una síntesis, a una creación nueva y en que se mantengan todos los elementos que nos constituyen porque ninguno de ellos es despreciable, sino que puedan ser integrados a una totalidad coherente y que dé lugar a una creatividad nueva.

—¿Qué le produce pensar en un mundo que crece vertiginosamente, y del comportamiento del hombre hacia su propia identidad que parece perderse en las vitrinas de los centros comerciales?

—Hay una sensación, a pesar del progreso tecnológico, de que continúa el hombre sufriendo los defectos y las dificultades que se sufrían hace miles de años, como si hiciera falta un progreso en cuanto al respeto del otro y a la aceptación del otro, a la aceptación de sí mismo, a ver si se acaba con el fanatismo, la exclusión, los sentimientos de superioridad, los desprecios de los otros niveles. Yo creo que hace falta, además del progreso tecnológico, un progreso de la valoración del otro ser humano, y la aceptación de sí mismo en niveles oscuros.

—¿Cómo califica la guerra que tienen los EEUU contra Afganistán e Irak, y las bases militares que recientemente el imperio yanqui ha colocado en el hermano país de Colombia?

—Es algo terrible que haya esa continuación interminable de un deseo de dominar el mundo entero; una de las cosas que ha caracterizado la historia de la humanidad es que siempre surgen imperios que quieren ser universales, y de un solo país que gobierne y domine a todos los demás países y les imponga por la fuerza su manera de pensar y sentir. Creo que una mejor opción para el futuro es que los diferentes países que constituyen la humanidad, las diferentes culturas, se respeten unos a otros y se relacionen en un plan de igualdad; si se lograra superar esa tendencia desde la época del imperio persa, después el imperio romano, después el germánico, el imperio español, el imperio inglés, el imperio nazi, hay una tendencia como de una nación a gobernar todas las demás imponiéndoles sus formas de creatividad y sus formas de vida; progreso para mí sería que exista una relación universalizante que se hiciera por colaboración y no por imposición de un país o del otro.

—Del actual proceso político venezolano, ¿cómo ve el socialismo del siglo XXI y qué frutos demuestra este movimiento para la Revolución Bolivariana?

—Veo que hay algo nuevo que está pasando en el sentido de una mayor aceptación de los pobres, de los indígenas, los humildes, de los que forman las bases de nuestra población, y que eso es absolutamente indispensable que se haga, sería una mezquindad infinita no reconocer que en este tiempo se está haciendo un paso respetable, notable, gigantesco, por abrir la posibilidad de comunicación de los estratos menos favorecidos de la sociedad, dándoles lo que les corresponde por derecho.

—¿Qué se siente ser el homenajeado de esta V Filven 2009 y su relación con el país homenajeado, Bolivia?

—Considero este homenaje muy positivo para mí, porque yo escribo para ser leído, y cómo hace uno para ser leído si no es conocido, este tipo de homenaje da publicidad a las obras y permite que haya interacción con el público lector. El hecho de que coincida esto con la presencia del país homenajeado, que es Bolivia, para mí es muy significativo, porque he trabajado siempre en miras de los países de América Latina. Hay pueblos y países de los cuales la relación a la población siempre ha sido maltratada y hoy día en Bolivia se notan nuevos y significativos cambios positivos, ejemplo para toda América.