Letras
Tres drabbles

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El descubrimiento de María

María había trabajado para ellas por casi veinte años seguidos y nunca había visto algo así, excepto esa tarde.

Lo vio después de vaciar la última papelera. Casi se le pasa pero, como si quisiera ser hallado, cayó justo frente a ella.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Ir con el chisme? ¿Botarlo a la basura? Consideró todas las opciones y tomó una decisión.

María cogió papel higiénico de su bolsillo, levantó el condón con cuidado, hizo una bolita en la palma de la mano y la tiró al tacho de la basura.

La Madre Superiora nunca se enteraría de nada.

 

Ganas de volar

Se paró en el risco más alto con el rumor del mar envolviéndolo y las gaviotas reflejadas en sus profundas pupilas. ¡Qué hermosas eran! ¡Qué vuelo tan elegante!

Sus perfiles se recortaban nítidamente contra el cielo brillantemente azul, respiraban directo de las nubes, se dejaban acariciar por el sol como algodones alados que navegaban en el rumor de la marea: imponentes aves hijas del cielo. Él quería ser como ellas y compartir el espacio libre, nadar en el viento.

Entonces, miró hacia las rocas bañadas de espuma gaseosa, se alistó a superar el vacío. Sí se puede, suspiró el pingüino.

 

Cena de verano

Sus voces eran navajas estridentes teñidas de la desesperación de las tripas apretadas. La madre se tomó su tiempo decidiendo con cuál empezar, cuatro son muchos, parecía pensar mientras sus oscuros ojos se fundían con el horizonte: la incandescente naranja del sol se despedía con solo un gajo fosforescente iluminando levemente el camino del tibio viento veraniego. Las hojas del árbol se meneaban apaciblemente y producían un silbido tenue con aroma a flores, café fresco, sopor. Regresó al momento jalada por el escándalo de los chillones hambrientos. Se sacudió, cogió un gusano. Lo metió en el pico del primer pichón.

(Este drabble ganó en 2009 los XIV Juegos Florales de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, UPC).