Letras
Tres poemas

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parafraseando

sería bueno que te enteres, querido,
que yo jamás llego por “b” al destino.

mi despedida es un intento malherido,
un chiste ambicioso y malo.

evitaré cada techo cuando truenes,
desperdiciaré toda oportunidad para tu olvido.

me interrogás con Sabina y te contesto,
hugo, ¡por favor!, no seas ingenuo.

mi adiós sólo maquilla un hasta luego,
mi nunca siempre esconde un ojalá.

 

vista

la sugerencia más conocida
es aquella de la cúpula histórica,
habrá quienes defiendan un piso
número veinticinco cerca de Retiro,
algún acróbata preferirá subirse
a una antena de esas heladas y gigantes,
otros preferirán la copa del árbol más alto
del botánico, el campanario de la catedral,
o la vieja cafetería El Molino
con sus paletas quietísimas y oxidadas.
algún pesimista optará por un sótano,
algún freak dirá que no sé cuál cruz
en el cementerio de Recoleta.
los fantasmas, por su capacidad de volar,
quedan arbitrariamente excluidos en este debate.
no voy a negar que arriba del Eladia Isabel,
desde el centro del Río de la Plata, es imponente.
cada quien con su rincón o su orilla o su terraza,
pero si me dan a elegir, para mí,
la mejor vista de Buenos Aires
está a tu lado, de este lado del balcón.

 

ya había percibido uno o dos signos del desastre...

ya había percibido uno o dos signos del desastre,
pero me hice la otaria y lo mismo toqué tu timbre
una noche de asfalto recién llorado.

vos abriste la cerveza y el paraguas,
porque creíste necesaria la profilaxis para arrimarte
a este corazón lleno de bichos.

y lo bien que hiciste. ahora que llueve a mares y
yo serpenteo tu nombre por el cuarto sin techo,
me falta un culpable y sólo tengo un espejo.