Artículos y reportajes
“¡Soy un vejestorio comunista!”, de Dan Lungu
¡Soy un vejestorio comunista!
Dan Lungu
Novela
216 páginas
ISBN: 978-84-8191-978-3
Editorial Pre-textos, 2009
Precio: 22 €
El comunismo visto desde dentro

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Hemos querido introducirles en la forma de vida y costumbres de los que vivieron bajo el engranaje del comunismo, mediante un libro de una de las personas, quizás hoy en día, más capacitadas para poder hacer semejante diagnóstico: Dan Lungu. Sociólogo y profesor en la Universidad de Iasi (Rumania), forma parte de la “nueva hornada” de escritores rumanos que debutaron tras la caída del comunismo.

La novela que les traemos, ¡Soy un vejestorio comunista! (Sunt o babâ comunistâ!, en la versión rumana original) fue el germen de una serie de entregas posteriores del autor que, tras el éxito literario que supuso El paraíso de las gallinas, ha permitido analizar en su prosa ágil y divertida, pero no exenta de dramatismo, el conflicto generacional entre los que vivieron bajo el dictamen del comunismo, y los que apenas lo conocieron, para contar desde una visión crítica —ejercida por unos personajes corrientes— llegar al lector, no sólo para expresar una forma de vida sino apostillar acerca de los cambios políticos y económicos que propiciaron y siguieron a la caída de aquellos regímenes totalitarios europeos de la segunda mitad del siglo XX, y su dependencia —a menudo precaria y con numerosas disensiones— del gigante soviético.

Opiniones diversas para un libro que intuye una imparcialidad que sólo es alterada por el punto de vista de sus personajes y la nostalgia de los que vivieron bajo la órbita comunista que choca, de frente, con la opinión de aquéllos que nunca padecieron su política de fondo.

En la novela, un sobrio psicoanálisis se traza sobre sus protagonistas, los cuales reflejan no sólo las consecuencias que propició un sistema económico con fecha de caducidad sino el carácter del rumano, y su muy “particular” forma de ver la vida.

El nudo de la obra se basa en una sucesión de “flashbacks” que describen escenas del pasado (comunismo) y el presente (democracia), sumiéndose —ambos— mediante un episodio que va perfilando el hilo conductor de la novela, y en el cual ésta recrea sus intenciones y busca su significado. Un suceso que toma forma en un diálogo entre la protagonista, Emilia Apostolae, en la casa de doña Rozalia, como vemos en este fragmento:

Querida señora, éste es mi comunismo: el que le quitó el taller a mi padre, el que me cortó de niña el sueño de ser pintora y el que me privó de colores toda la vida.

Una declaración que contrapone la idea que Emilia tenía del comunismo.

La parcial visión de la realidad que tiene Emilia se va convirtiendo en un complejo ditirambo que sume a la protagonista en una crisis de ideas, aquí expresadas —en formato literario— bajo los emblemas de un nihilismo que absorbe un estilo rápido, con lenguaje llano y muy entendedor, y de un existencialismo vacuo que anuncia ese principio formal que sigue la literatura de nuestros días, la cual se instala en un halo de posmodernidad donde los conceptos “globalización” y “capitalismo salvaje” rehúyen toda teoría infundada que vaya en contra de los mismos cambios y necesidades que la sociedad de consumo nos ha impuesto sumiendo, por tanto, a la protagonista en un examen de conciencia ético-histórico, donde su plan de “resucitar al pasado” queda truncado por las circunstancias, como vemos claramente en el epílogo del libro:

En lo que respecta al gran plan de resucitar el pasado, ya no tenía tanta seguridad.

Si Ceauşescu fue en otra época considerado como “la unívoca voz del pueblo”, nuestro escritor coge aquí su relevo para mostrarnos la verdadera luz del pueblo, por medio de su literatura.

Cada capítulo de ¡Soy un vejestorio comunista! puede leerse, incluso, de forma independiente, formando subargumentos que se entrelazan con el hilo argumental que sigue la historia de la protagonista y que recorrerán —como pequeñas historias— la mente de ésta. Son, todas, retazos de un gran puzle, que, a modo de novela social frustrada, nos imbuirán dentro del ecosistema social de la Rumania de ayer y de hoy.

Dan Lungu
Dan Lungu.

Una descripción en la línea que utiliza Nabokov en novelas como Mary, sólo que aquí se analiza la propia Rumania como objeto de estudio y no aquéllos que emigraron de ella.

Del mismo modo en el que Fernando Velázquez articuló en su novela Última rumba en La Habana, Lungu se vale de un personaje inventado para reivindicar un concepto político: una corriente idealista que sumió al pueblo rumano, y que pudo —cuanto menos— acabar con el régimen tiránico que lo tenía sometido; pero antes de todo ello, es preciso discurrir en el ambiente vivido en ese pasado ingrato para unos y nostálgico y amable para otros, pudiendo, así, encontrar una justificación más o menos lógica a un sistema político tan destructor, en todos los niveles, como insensato, en materia económica, para demostrar al mundo los equívocos del mismo.

El método narrativo que rige la prosa de Lungu sigue la línea de otros autores de nuestros días, como Clara Sánchez, Cormac McCarthy, Bolaño; donde el orden de los capítulos no sigue un esquema ni orden prefijado sino que arguyen retazos de prosas finales y fragmentos dispares —como cuentos— que finalmente, el autor se encargará de unir, para dar rigor y veracidad argumental a la obra acabada. Una obra amena, digestiva y práctica, que aborda, cual ensayo, la metamorfosis que realizó el viejo sistema de Ceauşescu, y nos transporta a la etapa actual, veintitantos años después.

 

Curiosidades

Entre otros aspectos satíricos, la novela añade, paralelamente al hilo argumental, toda una serie de relatos e historias cortas que se cuentan como efemérides que viven sus protagonistas y aun adentrándonos en un formato más cómico todavía, representando al propio dictador, Ceauşescu, en escenarios y situaciones poco “decorosas” y hasta de escarnio —como es el caso del viaje en avión o las escenas domésticas de los Ceauşescu, frecuentemente caricaturizados y comparados con otros personajes, como el tío Mitu—, enalteciendo, ante todo, esa facultad rumana que versa en una crítica rabiosa y profunda a todo orden establecido.

¿Humor? Mezcla de Groucho Marx y Fellini, sin dejar de lado la imaginación propia que debe tener una novela, aquí representada en un anecdótico pero real, dramático y, a veces, cáustico argumento, que se materializa como una crítica sardónica a toda una sociedad, ejercida desde el viejo estandarte del revisionismo, sin dejar de alardear ese toque personal de humor que lo imbuye todo y que, a su mismo tiempo y a cierto grado, desmitifica toda ideología para convertirla en un objeto común de libre uso y consumo.

Son las dos caras de la misma moneda; de un lado el recelo y la nostalgia por una estética perdida —el periplo comunista— y de otra, la falta de pudor y escrúpulos, exhibidos por la nueva generación que vino con la “revolución”. Dos pensamientos antagónicos que se unen mediante un convencionalismo que sacude el polvo de una era semiolvidada, y que encarna los más descalabrados sucesos, producto de la conciencia colectiva de un pueblo y de la psicología del ciudadano de ayer y del hombre y mujer de hoy, que los viven. Y ello lo hace posible el novelista, desgranando el comportamiento y costumbres del país que lo vio nacer, analizando, con las andanzas de sus protagonistas (Protopopescu, Tucu, Alice...), unos ambientes muy reales, que se conciben como una excelente radiografía de la sociedad rumana de los últimos cuarenta años, tarea que demuestra —notablemente— cuál es la especialidad del autor, núcleo y base sobre la que reside su trayectoria profesional: la sociología.

 

Sinopsis

Emilia Burac, protagonista principal de la novela, descubre un buen día que la verdadera revolución no yace en su amada ciudad sino en el campo; y no es precisamente cargando estiércol que el campesino ha ejercido como “alma máter” del proletariado rumano. Éste es, pues, el más influyente de todos, y conectando con el poder que le fue otorgado desde la ciudad, ejerce su hegemonía político-económica en la Rumania comunista de Ceauşescu.

Toda una serie de vicisitudes harán mella en la memoria de Emilia, la cual hará un viaje introspectivo que le llevará a tener ciertas dudas acerca de un sistema político que le dio un trabajo y un piso en el que vivir. Ante todo, Lungu nos ofrece una detallada reflexión de lo que fueron los contrasentidos del comunismo y algunas insensateces de su camarilla dirigente, visto desde los ojos de una familia de labriegos, la clase más baja del proletariado que, sin apenas estudios, viven sumidos en el orden absoluto de unas normas ilógicas que se anuncian como una alegoría de un sistema pasado de moda donde los “plátanos” sólo los comen, en sueños, los comunistas declarados, como el tío Mitu, la gente que está en el poder.

Una época que trasunta individualismo y un profundo ideal de supervivencia —por encima de todas las cosas— donde si —en ella— los propósitos de la madre de Alice se vieron colmados, ahora, las hierbas altas de los jardines y el excesivo costo del billete de tranvía dan parte del descenso en su status social que le ha traído la democracia capitalista.

Una novela muy recomendable, que, pese a describir un escenario que nos puede parecer remoto —en el tiempo— alienta acerca de los cambios que en los sistemas políticos y financieros pueden traer en la vida de los países y sus habitantes, mezclándose todo ello con la pluma satírica de un escritor con un talento innato para captar el interés del lector medio una prosa sencilla y moderna que crea criterio y le hace pensar. Por esto, aplaudo a la editorial Pre-textos para “importar” a España esta magnífica obra literaria que, aun lejana en el tiempo —su edición rumana data de 2001— es un excelente dibujo de la sociedad rumana de los últimos años y, aun más, una lección práctica para entender —un poco más— a aquellos países del Este, recién integrados en esta, nuestra, y a veces utópica realidad “europea”.

 

El apunte

“Una excelente visión del carácter rumano con el comunismo como telón de fondo”.