Sala de ensayo
¿Es posible comprender la poesía española contemporánea?
(Finales del siglo XX e inicios del XXI)

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Ilustración: Doriano Solinas

1. Introducción

En los albores del siglo XX, el campo de la literatura y de las artes en general estuvo salpicado de numerosos “ismos”: surrealismo, futurismo, dadaísmo, cubismo, y así un largo etcétera. El final de dicho siglo y el inicio de este en el que vivimos se ve marcado también por otro “ismo”, el posmodernismo, cuya magnitud e influencia no alcanzamos a ver del todo claro, pero cuya influencia se viene estudiando cada día con mayor convencimiento. Si la influencia de las grandes tragedias del siglo XX influyeron en el terreno de las artes, otros acontecimientos y modos de vida lo harán en el periodo que nos ocupa, que parece ser el después de algo: posmodernismo, “afterpop”, “afterpunk” y así un largo etcétera.

De entre todas las manifestaciones literarias, la poesía, junto con el teatro, parecen vivir un mayor período de conflicto. Las artes escénicas se debaten entre la tradición y la modernidad, sobre todo porque su vitalidad se ha puesto en tela de juicio, ya que el teatro debe competir con todo un modelo de vida en nuestra sociedad contemporánea, marcado por la omnipresencia de la imagen y de las nuevas formas de vida y de ocio que ella representa.

La poesía mantiene también un conflicto similar, que no es sino una reproducción aumentada de la “querella de antiguos y modernos”. La poesía, género primordial propio de la alta cultura, preferido y protegido durante siglos, pervive dentro del moderno formato del libro, pero poco o nada permanece en nosotros de su carácter oral primigenio. Incluso dentro de su morada de papel se enfrenta con su pasado, defiende su futuro y se pierde en su presente, generando a cada paso un nuevo conflicto.

El pasado de la poesía es el canon, y el canon manifiesta síntomas de una profunda decadencia: la gran mayoría de los poetas lo han obviado o desestimado como modelo de creación, y esto, que no sería sino un triunfo del paso del tiempo y del proyecto de la modernidad, genera confusión, sobre todo en el lector. La gran mayoría de los lectores se han formado a partir del canon, que pervive y tiene su mayor anclaje en el sistema educativo; así, un estudiante de educación secundaria en España realiza, en el programa de la materia de lengua castellana y literatura, un enorme recorrido por la historia de la literatura y, en el caso que nos interesa, por la historia de la poesía. Estos lectores formados en el canon, en la mayoría de los casos, cuando se ven enfrentados a un poema actual, perciben en un primer momento que ese texto al que se están enfrentando no es poesía o, en el mejor de los casos, que es mala poesía. De este modo, la poesía defiende su futuro, un porvenir incierto generado en parte por esa profunda incomprensión que aparece a menudo entre los autores y el gran público. Un futuro marcado por el escaso número de lectores, mientras que permanece firme la idea de que la poesía es importante para un país, y lo debe ser, porque de otro modo no entenderíamos los numerosísimos premios1 literarios auspiciados por instituciones públicas que velan de este modo por los autores, editores, libreros, la cultura en definitiva.

Este género vive asimismo en un presente extraño, fundamentalmente por el cuestionamiento de su función y naturaleza en nuestra sociedad. Y es que si antes hablábamos de los acontecimientos que marcaron el siglo XX, también debemos aludir al “ismo” que marca nuestro tiempo para intentar encontrar una respuesta. El posmodernismo mencionado podría verse implicado en el terreno poético en la aplicación del “todo vale”, lo cual no serviría más que para afianzar la duda ya formulada antes con respecto al canon y a las nuevas formas de poesía, sólo que, en este caso, la duda sería todavía mayor al ir acompañada de una tendencia filosófica poco clara y cuyas repercusiones en las artes deben atraer más nuestra atención.

Del momento complejo que vive este género, podríamos extraer la conclusión de que la poesía presenta una forma debilitada en nuestro tiempo. A pesar de esa debilidad o del “poco” interés de la poesía para el gran público, numerosas fuerzas se enfrentan en este terreno, dando al asunto y a los representantes de cada bando (los críticos literarios, la edición independiente, la creación de una corriente o no, la presencia de generaciones, el ensalzamiento de un bando u otro y las razones que lo motivan y así un largo etcétera) un enorme interés que en algunos momentos llega al nivel épico, mientras que en otros se queda en lo meramente cómico.

Y esa ha sido la razón que ha motivado estas páginas, comprender, analizar e intentar observar un terreno que muchas veces va más allá del poema, del tradicional ejercicio de observar su estructura o su temática, de comprenderlo en definitiva. Se trata de intentar entender las barreras que nos llevan a no poder comprender el hecho poético del presente que nos rodea, de acercarnos a las principales dificultades que hallamos a la hora de intentar explicar la poesía actual, por ejemplo, en una clase de secundaria, de observar esas barreras para intentar, en la medida de lo posible, traspasarlas.

 

2. Intentos de comprensión

La principal dificultad, paradójicamente con lo expuesto anteriormente, es la gran producción poética a la que debemos hacer frente; sólo habría que pasar un rato buscando en la red para observar la ingente cantidad de concursos de poesía que se anuncian anualmente por asociaciones, ayuntamientos, instituciones y colectivos para darnos cuenta de la magnitud del asunto.2 Es difícil conocer el dato exacto sobre la cantidad de poemarios publicados cada año; como muestra, podemos utilizar a modo de vara de medida la convocatoria de una página de Internet3 de cierta relevancia para escoger los cinco mejores libros de poesía de dicho año. Un grupo de críticos que se denominan independientes y que, a menudo, hacen una crítica de la crítica, han elaborado una lista con 323 libros en el año 2009 (278 en 2008 y 348 en 2010), y me consta que en dicha lista no aparecen otros poemarios también publicados. En definitiva, con respecto a la creación poética en nuestro país, no hay que preocuparse.

Otra cosa bien diferente es cómo entender la poesía, si es que este empeño es útil o meramente posible. Para ello, podemos señalar diversas herramientas para el aficionado o para el estudioso.

 

2.1. Los manuales

En el volumen 9 de Historia y crítica de la literatura española, a cargo de Darío Villanueva y otros, y que trata el período comprendido entre 1975-1990, además de los ensayos sobre diversos temas y autores, aparece una nómina de poetas, con los datos de nacimiento y los títulos de los poemarios que habían publicado hasta el momento. Son en total 246 los poetas que han merecido su inclusión en esta obra. La enorme variedad de nombres, edades y estilos al escribir, hace que los estudios de poesía al uso sean una inabarcable retahíla de obras y autores que completan las páginas en un rosario casi infinito de donde es prácticamente imposible extraer conclusiones válidas a la hora de acercarse a la estética poética y al hecho poético. Además, la profusión de publicaciones, amparadas muchas veces por ayuntamientos, premios y editoriales varias, hacen que la producción sea prácticamente inabarcable.

La obra que hemos citado al inicio de este epígrafe es bien conocida por todos los estudiosos de la literatura porque, sin duda alguna, es un buen instrumento de trabajo. Sin embargo —y este defecto está mucho más presente en el campo de la poesía—, la visión lineal de la producción literaria tan característica de esta publicación y en general del método historicista, acaba resultando, en la mayoría de los casos, una mera acumulación de datos, por muy reciente que sea el periodo del que se ocupe.

A los datos sobre los libros considerados más importantes, se añade un breve comentario a modo de resumen de cada obra, donde se comenta el estilo o la temática fundamental, que sin duda puede tener su utilidad. El estudio de las obras se completa con breves apartados dedicados a los autores más “canónicos”; todavía falta algo de perspectiva temporal para que lo sean, aunque el primer paso ya está dado.

Este modo de estudio de la poesía conlleva el peligro de llevar la explicación al caos por una sencilla razón, y es que sistematizar tendencias, formas y estilos entre las múltiples obras de casi 250 autores se antoja del todo imposible. Como muestra, adjunto un breve apartado del suplemento al volumen 9 de HCLE que puede servir de ilustración ante los problemas que presenta la sistematización en el campo de la poesía cuando el terreno es tan amplio. Juan José Lanz, a la hora de apuntar diferentes corrientes a partir de 1984:

Estas corrientes podrían reducirse a cuatro, cada una con sus diversas ramificaciones: en primer lugar, habría que hablar de una tendencia neosurrealista o neovanguardista, fundamental en este primer período generacional, en la que se incluirán algunos de los primeros libros más destacados de la generación. En segundo lugar, se encontraría una tendencia minimalista, con una vertiente que se manifestará como estética del silencio y otra que se manifestará como neopurismo, lindando con un neobarroquismo. En tercer lugar, podría distinguirse una poesía neoépica, que empapa muchas de las creaciones que se adscribirían a otras tendencias con líneas tan diferentes como las que mostrarían Julio Llamazares, Juan Carlos Mestre, Julio Martínez Mesanza, César Antonio Molina o algunos poemas de Luis Alberto de Cuenca. Por último, podría apuntarse una tendencia estética de cariz más realista que José Luis García Martín ha agrupado bajo el nombre de “poesía figurativa”, donde podrían distinguirse varias líneas diferentes: la “otra sentimentalidad”, una línea neosimbolista y neo-impresionista, una línea elegíaco-cernudiana que se confunde muchas con un claro neorromanticismo, una línea neoclasicista o neotradicionalista, y una línea irónico-realista. Al margen de estas líneas, habría que recordar el sensismo... (Rico, 1992: 124).

De este fragmento de HCLE (suplemento), dedicado al periodo 1975-2000 y que lleva como subtítulo “Los nuevos nombres”, nos pueden llamar la atención algunos elementos. El primero de ellos es que se traten en varios de los apartados los mismos nombres que en la edición suplementada; así, en las dos obras podemos encontrar trabajos sobre Eloy Sánchez Rosillo, Andrés Sánchez Robayna, Luis García Montero, Andrés Trapiello, Felipe Benítez Reyes y Carlos Marzal. Este hecho se justifica en parte por la importancia de los autores citados; sin embargo, parece que limitarse a nuevas obras de autores ya “canónicos”, no parece lo más adecuado.

Otro elemento a destacar es que no aparezca una nómina similar a la que figura en el volumen principal con los nuevos nombres de los diez años que faltan por completar hasta el año 2000, y que sin duda puede resultar interesante a cualquier especialista o curioso que pretenda conocer a algún autor “nuevo”.   

Otro acercamiento interesante al hecho poético en nuestro país, de entre los muchos que podríamos destacar, ha sido el de Debicki, que intenta, antes que realizar una visión lineal de la poesía en España en el siglo XX, un estudio de las principales tendencias:

A menudo, mi organización me llevó a examinar las diferentes obras de un poeta específico en distintos capítulos. Esto tiene algunas desventajas, principalmente la de romper la unidad de la obra de un poeta. Sin embargo, tiene la ventaja de aclarar los principales esquemas de la historia de este género literario, a medida que se confirman en las obras de diversos autores. Además, a menudo permite subrayar la importancia de un texto o libro específico que, de otra manera, podría perderse excesivamente dentro de la obra completa del poeta (Debicki, 1997: 12).

Esta organización que destaca el autor se debe a la necesidad de unificar la producción escrita con los modos de vida, de pensamiento en el tiempo y en la sociedad en la que han aparecido para mejorar la comprensión de lo escrito. Esta idea conlleva una percepción utilitaria de la literatura, como algo vivo y dentro de la sociedad, una visión moderna de la poesía, en el sentido de que hace de ella un producto cultural y por tanto accesible, rompiendo una idea decimonónica sobre la poesía y el poeta. De este modo, el poeta deja de ser un elegido encerrado en una “torre de marfil”; de igual modo, la poesía se acerca a su tiempo y se circunscribe a él, dejando de ser un lenguaje encriptado y hasta cierto punto hermético.

Todavía seguimos buscando, sin embargo, modos de situar textos literarios en su contexto, y también esquemas que relacionen entre sí poemas y libros individuales, y con corrientes de la vida y del pensamiento. Esta necesidad ha aumentado en los últimos años, a medida que hemos descubierto que los significados de un poema dependen de las circunstancias en las cuales se produce y se lee, y hemos ido abandonando la noción de la obra literaria como algo inmutable (Debicki, 1997: 7-8).

Así, pues, está por hacerse una obra —probablemente inviable— que intente explicar el hecho literario de la actualidad desde un punto de vista estético, y no meramente lineal o historicista. Es decir, observando la realidad de la principal producción poética y mostrando sus rasgos creativos y temáticos desde un punto de vista generalizable a las corrientes de pensamiento y de actuación de la época que nos ocupe.

Otras publicaciones, de rango no académico, y probablemente no didáctico, se han conseguido acercar a este escenario; se trata de:

 

2.2. Las antologías

Si en las líneas precedentes nos hemos ocupado de algunos acercamientos críticos a la obra poética, una de las formas privilegiadas de la difusión de la poesía en nuestro país es la antología. Numerosas razones explican su profusión; así, podemos encontrar antologías auspiciadas por diferentes instituciones públicas para difundir la obra de poetas de una determinada región o ciudad, antologías que conmemoran un acontecimiento histórico o literario, obras comunes de un grupo poético, o simplemente antologías que reúnen la obra de un autor con cierta fama para facilitar así su difusión y por supuesto, las ventas correspondientes.

Parece que en los últimos años —y dado que hablamos de un género que no se caracteriza precisamente por la abundancia de ventas— la antología se ha convertido en el principal escaparate para vender, es decir, que antes que una obra de reivindicación, se ha convertido en un producto comercial y cultural de primer orden. Tal como señala Rodríguez Cañada:

Trapiello ha realizado su labor como editor (primero en Trieste, hoy en La Veleta) bajo este programa hoy famoso: “Editamos quinientos ejemplares porque quinientos son los lectores de poesía en España. No hay más”. Y ha sido seguido por otros editores privados como Pre-Textos, Renacimiento, etc. Así las cosas, rara vez se reeditan los libros agotados (salvo en forma de poesía reunida o de edición crítica para los “consagrados”), por lo que un poeta que venda más de 400 ejemplares de un mismo título se convierte en un autor consolidado. Y si pasa de 2.000, en un auténtico superventas (Rico, 1992: 133).

Entre las principales antologías que podemos señalar, podemos observar aquellas que tienen una función de compendio, muy cercanas por tanto a la noción de historia de la literatura y al canon, como Mil mejores poemas de la literatura española4 o la de Luis Alberto de Cuenca, Las cien mejores poesías de la lengua castellana.5 Podemos encontrar también antologías sobre un autor, generalmente consagrado por el tiempo y la crítica, como por ejemplo, una antología sobre José Hierro6 o canónico, pensemos en Lorca, Antonio Machado... Tampoco son raras las antologías sobre una determinada generación poética o movimiento cultural, sobre todo, porque este tipo de obras tiene una salida comercial directa al ser material de trabajo importante para estudiantes de bachillerato o universidad, como por ejemplo, una antología sobre la Generación del 27.7 De igual manera, encontramos antologías de indudable valía cultural, ya que dan a conocer la poesía de cierto país o continente que de otro modo no sería escuchado; es el caso de la antología Poesía ante la incertidumbre,8 donde encontramos autores de diversos países de habla hispana.

Por otro lado, hay ciertos temas que pueden ser susceptibles de verse recogidos en una antología, por ejemplo, el erotismo,9 y así un largo etcétera.

Entre las antologías que podríamos comentar, destacan aquellas realizadas por críticos y/o autores que pueden representar también un material de trabajo nada desdeñable para especialistas o aficionados que puedan querer tener una visión general del devenir poético en nuestro país u otros. Es el caso, por ejemplo, de las antologías realizadas por Luis Antonio de Villena, como Fin de siglo (El sesgo clásico en la última poesía española) (1992) o 10 menos 30. La ruptura interior en la “poesía de la experiencia” (1997) o La generación del 99 de García Martín (1999), quien por cierto, realiza una vívida defensa de este tipo de publicaciones, que son en realidad “sólo borradores —unos más acertados que otros— de esa antología que sólo la adecuada distancia temporal, y el consenso crítico, permite establecer”.

Quienes combaten con tanta animosidad las antologías de poesía última —especialmente las que no les incluyen a ellos, si son poetas (algo frecuente entre los críticos de poesía)— quizá les dan demasiado valor: ninguna otorga certificados de inmortalidad, son sólo una guía, un conjunto de recomendaciones. Quien no se fíe del gusto o de la información de un antólogo, puede cambiar de antólogo: es especie que abunda. Una antología no es más que una herramienta junto a otras, para ayudar al lector de poesía; al que necesita alguna ayuda, claro, no a los lectores especializados, críticos y poetas, que saben orientarse por ellos mismos en la selva de las publicaciones recientes (García Martín, 1999: 19).

Son abundantes los ejemplos de antologías que podríamos destacar, además, aparecen antologías de muy distinto signo sin parar; en este apartado, debemos citar la página virtual del Instituto Cervantes, donde en el estudio de Ángel L. Prieto de Paula de la poesía española desde la Guerra Civil al III Milenio, se recoge un amplio apartado sobre diferentes antologías10 de indudable utilidad para el curioso.

Una de las antologías más interesantes de los últimos años es la realizada por Sánchez-Mesa (2007), donde intenta un acercamiento a algunas de las formas privilegiadas del hecho poético en nuestros tiempos, reseñando las generalidades que van a acompañar al lector de poesía e intentando teorizar al respecto de estas grandes marcas que jalonan el terreno poético. Ya hemos hablado de algunas dificultades con respecto a la sistematización a la hora de hablar de autores o tendencias; sin embargo, creemos que saliendo de las marcas de escuelas o tendencias, podemos unificar criterios de utilidad.

Como punto de referencia fundamental, y a pesar de que no podemos comentar este punto con más extensión, ya que requeriría un enorme esfuerzo de síntesis que difícilmente tendría cabida en este espacio, hacemos alusión al texto “Sin foto de familia. Ensayo de radiografía de la poesía del cambio de siglo” (Sánchez-Mesa, 2007: 29-60), que es el prólogo de su antología, y donde se nos presenta una serie de “cualidades o características más interesantes de las voces poéticas aquí señaladas”. A pesar de contar con la limitación de que estas características parecen ser atribuibles en principio sólo a los autores que figuran en la antología, creemos que son extrapolables a gran parte de la producción poética de nuestros días, ya que están presentadas con un indudable espíritu didáctico.

Otro fenómeno habitual en los últimos años ha sido la proliferación de antologías poéticas y compilaciones en torno a la obra femenina, que no vamos a tratar en profundidad en estas páginas; a este mismo tema he dedicado algún trabajo anterior.11 En la mayoría de los prólogos se puede observar una nota coincidente, y es que la mujer ha estado fuera del canon, sin duda alguna, porque la situación que ocupaba en la sociedad no ayudaba a que la percepción de su obra pudiera ser considerada de igual importancia que la de los hombres. Muchas de las antologías consultadas pretenden modificar esa visión y hacer justicia en torno a este asunto. Sin embargo, tanta confusión y tanta profusión de antologías “femeninas”, encuentros sobre “la poesía de mujeres” y concursos literarios sólo para escritoras, resulta un tanto extraño: ¿moda o realidad? ¿Mero producto comercial o fruto de la valía? Difícil discernirlo. Por ejemplo, durante el año 2011 ha saltado a los medios de comunicación con una potencia fuera de lo normal la obra de Luna Sanz, jovencísima poetisa madrileña que ha acaparado páginas y páginas en diversos medios de comunicación; probablemente su obra lo merezca, pero, ¿lo va a merecer más que poetisas excepcionales más mayores? ¿Lo merece más que poetas que ganan premios muy importantes? En cualquier caso, podemos destacar algunas de las principales antologías de poesía realizadas por mujeres más recientes, como Parque de atracciones (1001 Ediciones, 2008); 23 pandoras (Baile del Sol, 2009); Generación blogger. La manera de recogerse el pelo (Bartleby, 2009)o Yin (Olifante, 2011).

 

3. Conclusión

La percepción de gran parte de la obra publicada en nuestro país —muchas veces bajo la forma de la antología—, la fragmentación de la crítica existente en torno a los libros de poesía, algunos materiales especializados y el momento histórico-social en el que vivimos (modernidad, posmodernidad, hipermodernidad...), nos hacen pensar que la poesía está en gran parte debilitada —aunque esta idea merece desde luego mucha mayor atención, atención que esperamos prestarle en el futuro— y que de ahí podrían surgir los principales problemas para sistematizarla y, por tanto, comprenderla.

Algunos críticos, como es el caso de Bruno Boostels, han utilizado el término de “poesía débil” (“The weak poetry”) para acercarse al hecho poético. La “debilidad” de la poesía no sería un fenómeno aislado, afectaría, por supuesto, a otros campos literarios, pero en último término, también a otras formas culturales y a toda una sociedad, la occidental.

Con respecto al acercamiento al hecho literario, tal y como hemos podido observar en las obras a las que hemos hecho referencia anteriormente, sigue primando una visión historicista, heredera de las formas del pensamiento positivista y que representan por lo tanto una ideología claramente marcada. De este modo, podemos seguir encontrando una lectura crítica de la poesía, lineal u horizontal, culturalista en definitiva. Lo que pretendemos —a través de la utilización del término de “poesía débil” y de la señalización de los principales problemas a la hora de acercarnos al hecho poético— es destacar la incapacidad de la crítica para presentar un discurso coherente y comprensible en torno a la poesía por diversos motivos ya mencionados. Se hace necesario, por tanto, acercarnos a una visión vertical del fenómeno literario poético e intentar comprender de este modo, las principales tendencias de escritura poética en un tiempo y en un espacio concreto, el que nos pertenece.

 

Notas

  1. El asunto de los premios literarios lo he tratado en el número 252 de esta misma revista, en: Lorente Muñoz, P. (2011): “Diatribas en la poesía española del siglo XXI”. En formato digital.
  2. La página www.escritores.org da buena prueba de ello, ya que en ella podemos encontrar un gran número de convocatorias de todo el mundo hispanohablante.
  3. http://criticadepoesia.blogspot.com (26-02-2011).
  4. Bergua, J. L. (2004): Las mil mejores poesías de la lengua castellana, Madrid, Ediciones Ibéricas.
  5. Cuenca, L. A. de (1998): Las cien mejores poesías de la lengua castellana, Madrid, Austral.
  6. Hierro, J. (2002): Antología poética 1936-1998, Madrid, Austral.
  7. VV. AA. (1998): Poetas del 27, La generación y su entorno. Antología comentada, Madrid, Espasa-Calpe.
  8. VV. AA. (2011): Poesía ante la incertidumbre. Antología (Nuevos poetas en español), Madrid, Visor.
  9. VV. AA. (2001): Los dados de Eros, Antología de poesía erótica griega, Madrid, Hiperión.
  10. Prieto de Paula, Ángel. Poesía española contemporánea. Desde la Guerra Civil al III milenio (20-12-2008).
  11. Lorente, P. (2009): “La guerra de las palabras. La poesía escrita por mujeres”, Revista de Pensamiento y Cultura Riff-Raff, 41, Invierno, Mira Editores, Zaragoza.

 

Bibliografía

  • Debicki, A.P. (1997): Historia de la poesía española del siglo XX. Desde la modernidad hasta el presente, Madrid, Gredos.
  • Rico, F. (1992): Historia y crítica de la literatura española, vol. 9, Barcelona, Crítica.
    (2000): Historia y crítica de la literatura española, vol. 9/1, Barcelona, Crítica.
  • Sánchez-Mesa Martínez, D. (2007): Cambio de siglo, Antología de poesía española 1990-2007, Madrid, Hiperión.