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Poemas de los árboles añosos
Extractos

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A veces tu voz

A veces tu voz
viene a mí desde tan lejos.
Y es como si te hubieras ido,
como si alguna vez
hubieras estado conmigo.
Entonces sueño que vuelves
y que todo vuelve a ser
y te amo.

 

Tal vez una cereza...

¿Y los laberintos de aquel atardecer?
¿Y la interrogación de tu mirada?
¿Y el labio que aceptaba la caricia?
¿Y la calidez de tu boca entreabierta?
¿Y las estrellas de aquella azotea?
¿Y el aire compartido de aquel cuarto alquilado?
¿Y el lento deslizarse de mi mano en tu piel?
¿Y tu pelo ensortijado entre mis dedos?
¿Y el perder la cabeza buscando una cereza por las nubes de tela?
¿Y aquel llegar al último destino y penetrar?
¿Y tu sonrisa de diosa saciada?
¿Y el baile al ritmo de la música filtrada a través de infinitas paredes?
¿Y la conversación casi inaudible en la noche?
¿Y los desasosegantes sueños de la duermevela?
¿Y la simplicidad de la mañana?

 

Vuelan también las grajas

Al final
compartimos tan poco a poco todo
que es casi como nada.

Algunos días
mientras mis sueños se disipan
te veo al amanecer
amanecer en la huerta.

Algunas tardes
cuando el silencio habla
me ves donde la hierbaluisa y el cilantro
aroman el ocaso.

Entonces
tu sonrisa se cruza con la mía
y es casi como nada.

Vuelan también las grajas
al murmullo del agua
que anegará la huerta.

Tal vez así ha de ser
el amar y el amor
al final de la vida.

¡Casi como nada!