Sala de ensayo
Gustavo PereiraGustavo Pereira en la palabra empeñada

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La obra de pensamiento reflexivo, analítico y expositivo del gran poeta venezolano Gustavo Pereira, margariteño de nacimiento, universal de obra y acción, aparece y se expresa de manera paralela a su sólida obra poética, aunque es a partir de la década de los ochenta cuando su columna Poesía cabeza abajo, publicada en el diario El Nacional, revela la aguda percepción de lector y la puntillosa observancia de los temas literarios, filosóficos, históricos y en suma culturales a los que este autor dedica atención constante e interpretaciones diversas desde temprana edad. De esa columna de breves notas conforma un volumen de artículos que con el título El peor de los oficios publica la Academia de la Historia en 1991 en su Colección El Libro Menor Nº 173; reeditada esta obra en La Habana, Cuba, en 2004, por la Editorial Arte y Literatura, con un magnífico prólogo de Norberto Codina titulado “La condición perturbadora de la poesía”, quizás atareado en dar respuesta a la pregunta inicial que hace y se hace Gustavo Pereira en ese libro: “¿Cómo ha podido sobrevivir la poesía a través de los siglos cuando con tanto denuedo se viene proclamando en todo tiempo su extinción?”. No pocas entrevistas, no pocos ensayos, conferencias, prólogos, exposiciones de toda índole, artículos y notas ha dedicado el poeta a desarrollar una larga y pensada respuesta más allá de El peor de los oficios, cuya tercera edición apareció en el Fondo Editorial Fundarte de Caracas en julio de 2012. Sin embargo, una conclusión nos asalta de manera redonda: el mejor ensayo, el mejor corpus de ideas y la mejor respuesta que ha podido dar el poeta Pereira al misterio y resplandor de la poesía están expresos y manifiestos en su poesía, en su voluminosa obra lírica, infinita y profunda, única y universal, compuesta por seis títulos aparecidos entre 1957 y 1960: El rumor de la luz (1957),1 Los tambores de la aurora (1961), Preparativos de viaje (1964), En plena estación (1966), Hasta reventar (1966) y El interior de las sombras (1968); catorce poemarios que entregan el somari como novedad y revelación: Libro de los somaris (1974), Segundo libro de los somaris (1979), Sumario de somaris (1980), Vivir contra morir (1988), Diario de mar (1992), La fiesta sigue (1992), Escrito de salvaje (1993), Adagio de la desconocida (1994), Dama de niebla (1999), Cuaderno terrestre (1999), Oficio de partir (1999), Sentimentario (2004), Equinoccial (2007) y Declaración de amor con tormentas (2013); otros tres títulos particulares que se suman a ese corpus: Poesía de qué (1970), Los cuatro horizontes del cielo (1973) y Tiempos oscuros, tiempos de sol (1981) y las trece antologías o compendios de poemas: Antología poética (1979), Sumario de somaris (1980), Antología compartida (1993), Antología poética (1994), Adagio de la desconocida (1994), Poesía de bolsillo (2002), Poesía selecta (2004), Somari nuestro de cada día (2007), Sobre salvajes (2007), Los cuatro horizontes del cielo y otros poemas (2009 y 2011), The arrival of the Orchestra (2010), 90 poemas escogidos (2011) y Somaris (2012) y Poesía y prosa (2013).     

Por eso la hurga y defiende, por eso la busca y la entrega desde su propio mundo interior:

La poesía ha sido un largo camino hacia la otra conciencia, allí donde la existencia humana se descubre, redescubre y arriesga a plenitud. Hacia el ser y no hacia el parecer. Ninguna uniformidad, ningún bajo fondo mercenario, ninguna disociación —excepto la de los sentidos— le son consustanciales. Acaso su misión, si es que alguna tiene, sea únicamente avivar, nutrir, enaltecer, no dejar morir las fibras sensibles de lo humano. Propiciar en definitiva el despertar contra el letargo, el misterio contra la ordinariez, el portento contra la postración, la inteligencia contra la estupidez, el vivir contra el morir. Porque la poesía no es sólo una referencia estética sino también una fuerza moral.2

Esas son sus palabras de Nota de autor de la antología que él mismo preparó durante 2001 y 2002 bajo el título de Poesía de bolsillo, publicada en 2002 por el Fondo Editorial del Caribe y la Gobernación del estado Anzoátegui, en la cual incorpora el poeta un estudio riguroso y detallado que sobre su obra escribió también para esos días José Balza después de muchos encuentros, conversatorios y entrevistas que ambos mantuvieron en una casa vacacional de Píritu. Balza destaca de El peor de los oficios el rasgo de identidad que establece Pereira con la biografía de algunos grandes poetas de todos los tiempos y de todos los pueblos, de todas las culturas y todas las técnicas de versificación universales, siempre que éstos tengan un “enlace” con el “entorno social y político” de la época. Esto conduce a otro tópico que el poeta Pereira afirma y reafirma siempre en su obra narrativa, de ideas, de prosa, el sentir de lo humano:

Persisten en los seres humanos fuerzas interiores adormecidas, tapiadas por la ferocidad o el aguante invisible de la injusticia o la soledad, o por la alienación del orden social, que el arte y la literatura pueden ayudar a despertar y revelar. Esta sigue pareciendo una misión no excluyente ni única, pero necesaria, de todo arte y toda literatura de nuestro tiempo.3

Estas palabras las revela como respuesta a la interrogante planteada en su artículo “¿Misión del arte y la literatura?” publicado en la revista A plena voz.4 Podemos ir por otro camino tras su voz y de seguro encontraremos ese tono fiel a los principios, a la fuerza moral que antes refiriera, a la búsqueda vital, y oírlo y leerlo una y otra vez, como en estas palabras:

Al paso que la vida individual se fragmenta o se disocia de su ser o se somete a sus abismos, la colectiva se uniformiza en el consumo, la alienación y la banalización. Bajo sus implacables edictos hemos pasado a ser espectadores y no sujetos, guarismos y no almas, consumidores y no creadores. Y sus trampas y celadas nos prometen confort, no plenitud; movilidad, no libertad; recompensas, no dignidad.5

Pereira insiste en esta preocupación (o contraposición entre la realidad contemporánea y la función de la poesía) al preguntarse “qué papel es capaz de desempeñar la poesía en un mundo como este, tan dado para el ejercicio de los desequilibrios”, y escribe a continuación:

Las injusticias sociales, ahondadas por los imperios de la avidez humana, la estupidez clásica e irredenta de casi todo poder político, la tecnocracia —que no la ciencia— erigida en ductora insoslayable de cuanto menester pretenda trascender la hueca existencia de sus víctimas, y después cierta estéril desesperanza estimulada por sus beneficiarios, han impuesto estas crueles disparidades que atenazan a la humanidad y amenazan la propia existencia de la materia viviente (...). La poesía, en abstracto, no significa en sí misma transformación alguna en la conducta humana, pero uno de sus deberes supremos es contribuir a la destrucción de las cadenas que convierten al hombre en esclavo de otros y de sí mismo.6

Y es en una obra nueva titulada La poesía es caballo luminoso (Caracas, Editorial El perro y la rana, 2013) donde el poeta entrega la suma de sus reflexiones en torno a la poesía, a la que antes ha calificado de indefinida, indefinible y poderosa,7 considerándola “resbaladizo pez” en sus concepciones teóricas, y repasa no pocos “equívocos históricos” planteados en torno sus pretendidas definiciones para señalar no sin irreverencia que la poesía ha podido “escaparse” de las “mazmorras intelectuales y hoy carece de recipiente fijo”. Y para que no haya dudas, lo condensa en este párrafo esclarecedor:

Verso, prosa, canción, maravilla, angustia, asombro, ternura, rebelión, dignidad, todo cuanto en lo humano se manifieste como soberana y sensitiva forma de conocimiento, todo cuanto sustraiga a la razón de sus cadenas seculares, todo cuanto en el universo sea capaz de suscitar la emoción de estar vivo, todo cuanto la conciencia sensible organice para sobreponerse al horror y a la muerte, todo cuanto al ser humano estremezca o sublime, todo eso ha sido, es y será la poesía.8

Catorce libros de Pereira contienen las manifestaciones de sus visiones cósmicas formativas y su interior desgarradura frente a las conculcaciones y abyecciones que sufren sus compañeros de poesía, sus compañeros de sueños, sus camaradas del verbo, también como culto lector y sensible protagonista de las vicisitudes políticas e ideológicas de su tiempo, manifestando de manera constante su visión de las culturas del mundo y de su propia cultura: la ancestral, raigal, la asimilada, la fusión, la mixtura; y aun aquellas que se le avienen al espíritu por el encuentro con sus raíces, sus fuentes, las manifestaciones de su ingenio popular. Estas obras son El diario de a bordo de Colón o la primera proclama del colonialismo en el Caribe (1987), La niebla antigua y amarilla (1988), El peor de los oficios (1991), conformado por notas, artículos y reflexiones que dan cuenta de sus profusas lecturas occidentales y del oriente, y de cuanta fuente haya requerido su saber; El pensamiento anticolonialista de los libertadores (1992), texto que comprende una extensa ponencia político-ideológica sobre el pensamiento independentista; Historias del paraíso (tres tomos, 1998 y 2007); Los blancos hijos del cielo (1998), ensayo a propósito de los 500 años del encuentro de Europa y América; Costado indio (2001), que contiene textos sobre poesía indígena venezolana, además de cantares (breves poemas) en lenguas nativas warao y pemón; El legado indígena (2004), breve libro de reflexiones acerca de sus raíces nativas guaiqueríes en su lar natal, la isla de Margarita; Simón Bolívar, escritos anticolonialistas (2005), compilación comentada de cartas y documentos de Bolívar que esclarecen su pensamiento y que Pereira recrea con agudas reflexiones; El juramento de Monte Sacro (2005), también dedicada al pensamiento bolivariano; Los seres invisibles (2006), conjunto de ensayos y notas sobre la pobreza mundial, el ambiente, la marginalidad, la exclusión social y el mancillamiento y la explotación del hombre por el hombre; Cuentas (2007), libro de notas diversas sobre arte, literatura y política, entre otros temas y Derechos culturales y revolución (2010), que establece el análisis de los derechos culturales en la Constitución y el compromiso del Estado venezolano en la consecución de sus fines para la transformación verdadera del hombre.

Pero tendríamos que detenernos en el Preámbulo de la Constitución actual de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 para captar en plenitud el sentido de cada sílaba y la sabiduría de cada verso de Pereira puesto en la calle, en el ojo y en el alma del país durante más de cuarenta años y con más de cuarenta títulos publicados:

El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo democrático, Decreta (...).

Al menos cuatro subtemas se pueden establecer del registro de esa copiosa contribución al pensamiento, al análisis histórico-social y político y a la visión del arte y de la vida contemporáneos y de todos los tiempos y espacios en la obra ensayística de Gustavo Pereira.

En primer lugar, revela en su madurez el sustento histórico de su base ideológica y creativa adquirida desde la niñez, durante la adolescencia, más allá de sus estudios de leyes y a la par —y no como relleno— de su obra lírica, tan consustanciada con su credo, con su palabra de compromiso, con su impecable ejercicio de la ciudadanía, la civilidad y la defensa de la dignidad y la libertad humanas. Esta visión y esta percepción las plasma Pereira en la trilogía de El peor de los oficios, Cuentas y El caballo luminoso de la poesía, en los que “nos enseña mientras el goce de la lectura ejerce su fascinación estética” mientras da cuenta del “paso de la poesía y los poetas por el doble mundo de la historia y la imaginación”, como refiere Balza en Poesía y prosa.9 Todos los libros y notas que ha dedicado Pereira al seguimiento de la huella del pensamiento emancipador del Libertador Simón Bolívar, y a los demás próceres y héroes de nuestra América, sus combatientes más recientes, sus seres invisibles que se dejan la piel en la defensa de su ideal y sus luchas, se corresponden con esa expresión de búsqueda y revelación a la vez que tiene en el hombre, en el ser humano, su razón de ser. El pensamiento anticolonialista de los libertadores (1992), Simón Bolívar, escritos anticolonialistas (2005), El juramento de Monte Sacro (2005) y el Preámbulo van tras ese ideal emancipador y esclarecedor de conciencias. Pereira es un poeta con un ideal claro y definido, bolivariano, revolucionario, vertical. No son textos ni ideas ataviadas de vanidad, de prurito, de presunción académica ni de vano ejercicio del lenguaje. Es en cambio, la angustiosa recurrencia de una voz que hace esfuerzos para encontrarse desde el sendero infinito de las ideas con otras almas sensibles de la Humanidad —con mayúscula. Sus poemas “Fin de la historia”10 y “Cartel de adiós al Viejo Mundo”11 así lo manifiestan.

En segundo lugar, la poesía le convoca a agudos razonamientos y no pocas dudas. Por eso se adentra en los movimientos y corrientes literarias, repasa los textos de los antiguos, a la poiesis de los griegos, al mismo Aristóteles por todos conocido, pero fija su mirada con profunda atención y sensibilidad en los cantos quechuas de la Cordillera de los Andes,12 en los nahuas de Texcoco y sus poetas o cuicapicques, en los cantos de Tlaltecatzin, y del gran Nezahualcóyotl, o de nuestros pemones y waraos, kariñas y wayús, piapocos y piaroas, jivis y goajiros, yanomamis y yecuanas, yaruros y tamanacos y cumanagotos, por nombrar sólo algunas de nuestras ancestrales comunidades originarias, para legarnos un trabajo de visiones cósmicas que nos son consustanciales a pesar de su negación histórica antes, durante y después del coloniaje de América.13 Fueron estas mismas búsquedas del pensamiento y la dignidad del hombre de todos los tiempos y de todas las culturas las que llevaron a Pereira a toda suerte de fuentes poéticas, como la proveniente de la cultura amerindia, a la cual consagra una sólida y relevante investigación. Los poemas “Sobre salvajes”,14 “Jokoyakore Naruae Anayakore Yarote”,15 los cantos bilingües pemones de Costado indio y la “Canción del Dokotu-Guarau-Tu”16 constituyen muestras concretas de esa cercanía del poeta con su raíz mestiza caribeña que sustenta las bases de su poesía más libre, más suelta y más raigal. Por eso su mirada va más allá de la sierra colombo-venezolana y la Gran Sabana, más allá de los códices (Códice de París, Códice de Dresde),17 más allá del Libro del Chilam Balam de Chumayel, del Popol Vuh o Libro de los Consejos del pueblo quiché, en las regiones altas de Guatemala y más allá del Rabinal Achí.18 Y bien que los cantos indígenas expresen y recojan aclamaciones, juegos, actos de fe, ceremonias paganas, invocaciones, llamadas sobrenaturales, testimonios, elegías, alabanzas, mitos o leyendas, en su sentido más real eran sus cantos sus monumentos culturales vivos, lo que se traducía en una práctica efectiva y perviviente acendrada en su inestimable valor colectivo, valiéndose de las representaciones teatrales y las escenificaciones, de la música y la danza, del canto y las coplas, y de no pocos rudimentarios instrumentos para producir sonido y para hacer poesía. Esto Pereira lo valora y lo estudia profusamente, lo defiende y lo consagra, incluso, más allá de sus actos reflexivos:

Las naciones ágrafas del Caribe habían concebido este arte de tradición oral como preservación de la memoria y los sueños colectivos. Mitos, cosmogonías, teogonías, leyendas y episodios históricos, cantos rituales y ceremoniales, canciones líricas y profanas eran transmitidos así de los mayores a los niños generación tras generación o emergían recreados por el poder de la fabulación y los sentimientos.19

En tercer lugar, Pereira consolida una literatura identificada con el compromiso de vivir, de crear, de transformar de algún modo mediante un arte de revelación y develación de valores y sentidos. Para ello ataca toda forma y todo mecanismo de alienación:

Persisten en los seres humanos fuerzas interiores adormecidas, tapiadas por la ferocidad o el aguante invisible de la injusticia o la soledad, o por la alienación del orden social, que el arte y la literatura pueden ayudar a despertar y revelar. Esta sigue pareciendo una misión no excluyente ni única, pero necesaria, de todo arte y toda literatura de nuestro tiempo.20

Su ideal, como su arte, como su persona, es fiel al ejercicio de los valores de la dignidad, la justicia y el resplandor del amor y la solidaridad humanas. No puede ser de otra manera. Considero en este apartado que las muchas entrevistas que el poeta ha concedido recogen su muy personal y particular defensa de estos valores como contraposición a la alienación dominante, imperialista, homogeneizante, planetaria:

El objetivo de la poesía, en un mundo cada vez más reducido a la maquinización y sus falsías, es también contribuir a la rebelión colectiva contra este orden en putrefacción llamado capitalismo. Ninguna palabra pronunciada contra él puede ser tachada de ilegítima, puesto que nació revolcándose en su materia miasmática, en sus horrendos vericuetos. La injusticia social es, entre todos, el peor de los males humanos, puesto que permite reinar la muerte. La poesía es, como se sabe, el reino de la vida.21

Para despertar esas “fuerzas interiores adormecidas” que refiere el poeta anteriormente es preciso asumir desde la literatura una definición clara en cuanto a la función de la misma dentro de la cultura y la sociedad, y viceversa. La poesía bajo el prisma de Pereira es un reino, y como tal salva y debe salvaguardarse en la razón sensible, en la inteligencia crítica, en la mente despierta del ser pensante. Ésta responde a una condición de vida y su prédica permite, entre otras cosas, enfrentar el vasallaje, el cipayaje, los horrores de la guerra y el exterminio de las razas, el expolio y la barbarie, y toda forma de banalización transculturizante adormecedora. Esa otra necesidad del pensamiento, paralela al desarrollo de su obra poética, deviene en voz interior que intenta alcanzar conciencias sensibles para que la visión de la historia —y dentro de la historia el arte y viceversa— se convierta en despertar, para que la conciencia política se convierta en ejercicio liberador del espíritu y de las acciones diarias del hombre, para que el arte deje de ser visto como vanidad e inutilidad y se convierta en útil instrumento para la expresión de la inteligencia sensible y el saber de los hombres de los pueblos, de todos los pueblos, en todo tiempo y lugar. Las obras Los seres invisibles (2006), Aprender a ser (2007) y Derechos culturales y revolución (2010) tienen su expresión en este apartado.

En cuarto lugar, existe un corpus de textos diversos conformado por más de veinte entrevistas, muchas conferencias, otros tantos prólogos, notas de catálogos de artistas amigos y bienales de pintura y escultura, editoriales y demás trabajos que compilados de manera orgánica nos conduce, sin dudas, a la afirmación que hace José Balza en el prólogo a la edición de Poesía y prosa (2013) de Gustavo Pereira en la Colección Clásica de la Biblioteca Ayacucho:

La nitidez de los ensayos publicados por Pereira es característica. El asombro, el deslumbramiento con que busca (o vienen a él) los vocablos del poema, dejan su huella en la escritura de los mismos. De allí su riqueza orgánica. En cambio, el trabajo del ensayo lo conduce a otra riqueza, cuyo fin inmediato es poder compartirla ajustadamente con los lectores. En tal territorio la labor de Gustavo nos depara no pocas novedosas percepciones: la primera consiste en la limpidez de su estilo, la segunda en la amplitud de su registro temático, la tercera en la continua y proliferante acción ensayística que ha cumplido. Que parecen una sola. Todo lo cual convierte a Pereira en uno de nuestros más completos ensayistas, opacado por su difundida poesía.22

El ejercicio de su poética y la expresión de su prosa demuestran una fuerza de voluntad creadora basada en sus profundas convicciones éticas y políticas mediante el basamento reflexivo crítico y el sincretismo cultural de valor universal. Sus composiciones líricas, matizadas con cierta atmósfera de irreverencia, sensibilidad y lucidez, vistas desde la doble perspectiva de lo individual y lo social, se conjuga con su pensamiento reflexivo activo y dinámico que da cuenta de su observancia crítica del país y del mundo, en sintonía con su oficio de poeta comprometido, como lo revela un corpus de obras que demuestran la labranza de un prolífico ejercicio de creación, cuya riqueza expresiva se sostiene en las sólidas bases éticas y morales de su trabajo intelectual. Es decir, su arte es la vía empleada para expresar su compromiso. Su obra poética y ensayística es un legado estético para recorrer y reconocer cuánto ha podido expresar al hacer poesía y vivir la historia. Fuerza ésta que anticipadamente Juan Liscano calificó como “un sentimiento planetarista”.23 El sentimiento planetarista de las ideas y la poesía de Gustavo Pereira.

 


 

Sobre salvajes

Los pemones de la Gran Sabana llaman al rocío Chiriké Yetakú, que significa Saliva de las estrellas; a las lágrimas Enú Parupué, que quiere decir Guarapo de los ojos, y al corazón Yewám Enapué: Semilla del vientre. Los waraos del delta del Orinoco dicen Mejokoji (El Sol del Pecho) para nombrar al alma. Para decir amigo dicen Ma Jokaraisa: Mi otro corazón. Y para decir olvidar dicen Emonikitane, que quiere decir perdonar.

Los muy tontos no saben lo que dicen

      Para decir tierra dicen madre
Para decir madre dicen ternura

Para decir ternura dicen entrega

Tienen tal confusión de sentimientos
que con toda razón
          las buenas gentes que somos
               les llamamos salvajes.24

 

Canción del dokotu-guarau-tu

Al pueblo warao

Llámeme usted diaria tororo (temblor de fiebre)
    Dígame denokobutu (que pregunta mucho)
Pero no me diga inaguaja (sequía)
Nómbreme domu (pájaro) o akuajabari (fronda de los árboles)
Dígame jarakobe (pulsación) o kojaka (movimiento de una cosa en el aire)
Pero no me llame jani (montaña deshabitada)

Dokotu-roko (cantor) Aroku türu (el deseo de cantar)
Dokotu-guará-tu (cantor)
                                        hasta ver seco mi corazón

Dígame usted torosiru Daitabi (paraulata) dígame
   Ojiru Yaba (palmera de moriche)
Nómbreme seoro (mirada escrutadora) o najará
  (sol saliendo después de la tormenta)
Llámeme akajebu (imagen reflejada en el espejo) o
   simplemente sekesekeima (violín)
Pero no me nombre araguana (pesadumbre)
No me nombre asidaja (desgracia)
No me nombre oko mara (cachicamo comprimido)

Dokotu-roko (cantor) soy
Mare-joa (magia negra de amor) soy
Masisíkiri (pájaro brujo) soy
Tomonojo simo-bak (avispa que lleva miel) soy

Dokotu-guará-tu hasta ver seco mi corazón.25

 

Fin de la historia

El capitalismo es el fin de la historia
Tal vez sobrevivan los metales relucientes pero no las mariposas
Los plásticos y los escombros pero no los pétalos bajo el rocío
Los gremios de rufianes pero no los solitarios
Los banquetes y los festines pero no la alegría
Los ruidos y los estrépitos pero no la música del amanecer
Las mesas servidas como nunca pero no los aromas
Las estrecheces de espíritu pero no la compasión
Los bandos del poder pero no los secretos del habla
Las máquinas traganíqueles pero no el Incrédulo azar
Las meretrices y las zorras pero no las diosas de la noche
Las acritudes y las ferocidades pero no las revelaciones
Los circuitos integrados pero no el despertar de la hierba
Los malos olores pero no la transpiración de los amantes
La estupidez y la vulgaridad pero no la evidencia de lo sensible
Lo redondo y lo cuadrado pero no lo indescifrable
Los trajes y las joyas pero no la transparencia de las aguas
Las metáforas pero no la poesía.26

 

Cartel de adiós al viejo mundo

Adiós legión de ardides
Adiós estratagemas

Adiós deslumbres yermos falsos hilos
    de vida de fantasmas

Adiós absurdas brumas
Adiós muelles sin nadie

Adiós a los eclipses
    vagamente radiantes de Orión o del rocío
Adiós a la antimúsica y a la melancolía

Adiós a todo lo dispuesto como si la vida estuviera
   hecha en zozobra
Adiós a los diezmados por el delirio o la acritud
Adiós a las brujas benignas y a las escobas cuyo
    único destino fue la mansedumbre
Adiós al sentido común y al sinsentido

Adiós soñadores amordazados
Adiós simulacros de amores en cuyo temblor nada
    irradió
Adiós oscura servidumbre

Una pasión sin sed cubrió las sombras El
   estremecimiento
   separó al insurrecto de sí mismo
A ratos la derrota venció y no supimos adjurarla El
   sistema nos dejó

    su moneda
               como un dogma
y nada volverá a ser lo que fue

                                                           Todo renacerá de la ceniza.27

 

Eremuks o cantares de la cultura pemón

Toronkán daí

Toronkán daí
           Chintö tesán
           Etek n-epuná-san

Sané
                  Sané
         U-n-apömasán yamó

Sörö-warö
  Kapüí viyú yaí to etöpö
    Sórö daú.

 

Toronkán daí

En tiempos de vientos fuertes
           Los que están allá
          Los enseñados por la piedra

  Ciertamente
                A la verdad
                Esos son llamados por mí

  Ahora
        Se fueron con la luz de la luna
                             En este día.28

 

Koré-kaí

Koré-kaí
     Ad-apurö daí tanno pe
Koré-kaí
     e-kaicharenkón iná man
Koré-kaí
    E’pötö pok iná man

¿Ö-ünnüsé pokoí-pe au chi?

 

Koré-kaí

De verdad
    te amo mucho
De verdad
    somos iguales uno al otro
De verdad
    nos queremos

¿Por qué estás triste?29

 

Murumurutá yenú-kan

Murumurutá yenú-kan
ö-pök iná ichí.

 

Murumurutá yenú-kan

Como ojos de turpial
Estamos uno contra otro.30

 

Teotihuacán

A José Balza

Yo te soñaba como trono
              no de poder31
                                   sino de poesía

De pronto
Tu flauta me arrastró hasta el risco de la garganta que habíamos olvidado
Y fuiste fosforecer en la zozobra  nube de orquídeas en el desierto
               bajo la noche32

Busqué entre las piedras el pedazo de víscera que me ató
                  para siempre a tus muertos
Pregunté al hacedor de tus golpes de hueso ¿Cómo se nombró tu
      intemperie? ¿Quién alumbrará? ¿Quién hará amanecer?33
     ¿Tecuciztécatl?
     ¿Nanahuatzin?

Piedra del sacrificio navaja de obsidiana ¿Quién hizo
    que olvidaras el agua de los palacios el sabor de la lluvia en
      la frente las cosas del alma?34
¿Quién hizo frágil tu corazón
                  y bajo el tocado de plumas de garza
                                             cerró tus ojos?35

Ni siquiera un dedo de licor amargo conservé en tantos siglos
Ni siquiera un trazo de recuerdo amargo
Ni siquiera el golpe acaso fingido de tu desamparo

Hasta que una mañana entre las piedras secas de tu
                          esplendor desenterré
                                                                mis antiguas sandalias
y conocí
     la eternidad
                   humana
                                   que
                                              tú

 

Relación de títulos de la obra de Gustavo Pereira

1957 El rumor de la luz
Poesía
1961 Los tambores de la aurora
Poesía
1964 Preparativos de viaje
Poesía
1964 Bajo la refriega
Poesía
1966 En plena estación
Poesía
1966 Hasta reventar
Poesía
1968 El interior de las sombras
Poesía
1970 ¿Poesía de qué?
Poesía
1973 Los cuatro horizontes del cielo
Poesía
1974 Libro de los somaris
Poesía
1979 Segundo libro de los somaris
Poesía
1979 Poemas de Gustavo Pereira, Grabados de Gladys Meneses
Poesía
1979 Antología poética.
Antología
1980 Sumario de somaris
Antología
1981 Tiempos oscuros, tiempos de sol
Poesía
1987 El diario de a bordo de Colón o la primera proclama del colonialismo en el Caribe
Prosa
1988 La niebla antigua y amarilla
Prosa
1988 Vivir contra morir
Poesía
1991 El peor de los oficios
Prosa
1992 La fiesta sigue
Poesía
1992 Diario de mar
Poesía
1992 El pensamiento anticolonialista de los libertadores
Prosa
1993 Antología compartida
Antología
1993 Escrito de salvaje
Poesía
1994 Antología poética
Antología
1994 Adagio de la desconocida
Antología
1997 Historias del paraíso
Prosa
1998 Los blancos hijos del cielo
Prosa
1999 Dama de niebla
Poesía
1999 Cuaderno terrestre
Poesía
1999 Oficio de partir
Poesía
1999 Preámbulo Constitución Nacional República de Venezuela
Prosa
2001 Costado indio
Prosa
2002 Poesía de bolsillo
Antología
2004 El legado indígena
Prosa
2004 Poesía selecta
Antología
2004 Sentimentario
Poesía
2005 Todos los viajes, todos los faroles
Prosa
2005 El juramento de Monte Sacro
Prosa
2006 Los seres invisibles
Prosa
2007 Simón Bolívar, escritos anticolonialistas
Prosa
2007 Cuentas
Prosa
2007 Historias del paraíso, segunda edición
Prosa
2007 Somari nuestro de cada día
Antología
2007 Aprender a ser
Prosa
2007 El joven Bolívar
Prosa
2007 Sobre salvajes
Antología
2007 Equinoccial
Poesía
2007 Simón Bolívar, escritos anticolonialistas. Primera reimpresión
Prosa
2007 Simón Bolívar, escritos anticolonialistas. Segunda edición
Prosa
2009 Los cuatro horizontes del cielo y otros poemas. Segunda edición
Antología
2010 The arrival of the Orchestra. Antología traducida al inglés
Antología
2010 Derechos culturales y revolución
Prosa
2010 Escrito de salvaje. Segunda edición
Poesía
2011 90 poemas escogidos
Antología
2011 Los cuatro horizontes del cielo y otros poemas. Tercera edición
Antología
2011 Simón Bolívar, escritos anticolonialistas. Primera traducción, al árabe
Prosa
2012 El peor de los oficios. Tercera edición
Prosa
2012 Somaris. Antología traducida al alemán
Antología
2013 Declaración de amor con tormentas
Poesía
2013 La poesía es caballo luminoso
Prosa
2013 Poesía y prosa
Antología

 

Notas

  1. Esta obra “de adolescencia” no ha sido incluida en el análisis por cuanto Gustavo Pereira suele no incluirla en su bibliografía y resulta inaccesible su lectura. Igualmente no se incluye como propio el libro colectivo Bajo la refriega (1964), en el que participan Gustavo Pereira, Rita Valdivia, Eduardo Lezama y Luis José Bonilla.
  2. Gustavo Pereira, Poesía de bolsillo, Barcelona (Venezuela), Fondo Editorial del Caribe-Gobernación del estado Anzoátegui, 2002, pág. 25. Estudio preliminar de José Balza.
  3. Gustavo Pereira, “¿Misión del arte y la literatura?”, A Plena Voz, Nº 1, Caracas, febrero de 2004, pág. 15.
  4. Ibídem.
  5. En Poesía de bolsillo, pág. 25.
  6. Gustavo Pereira, “Ser poeta hoy”, Poesía, Nº 107, Valencia, 2002, págs. 1 y 3.
  7. Contraportada de Poesía de qué.
  8. Gustavo Pereira, La poesía es caballo luminoso, Caracas, Editorial El perro y la rana, 2013, pág. 3.
  9. En Gustavo Pereira, Poesía y prosa, Biblioteca Ayacucho, 2013.
  10. Gustavo Pereira, Sentimentario, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004, págs. 54-55.
  11. Ibídem, pág. 42-43.
  12. “(Tratárase del haraui o canción elegíaca o amorosa, del haylli o canto guerrero, pastoril o religioso, del wanka elegíaco, del taki o canción, del wawaki ritual, del waynu o de la qhashwa (que acompañaba a la danza), la expresión poética en el Tawantinsuyo parece autodefinirse en delicada, candorosa sensibilidad, pero también en armoniosa integración cósmica)”, en Gustavo Pereira, La poesía es caballo luminoso, pág. 5.
  13. Desde Historias del paraíso (tres tomos, 1998 y 2007) a Los blancos hijos del cielo (1998) y de Costado indio a El legado indígena Pereira revisa y analiza abundante literatura indígena o sobre el tema indígena, de frailes y cronistas, como Historia de las Indias de Nueva España de fray Diego Durán, la Relación acerca de las antigüedades de indios de fray Ramón Pané, las Noticias historiales de Venezuela (1627) de fray Pedro Simón, la Historia de la Nueva Andalucía de fray Antonio de Caulín, la Historia general y natural de las Indias (1535) de Gonzalo Fernández de Oviedo, la Historia general de las Indias (siglo XVI) de Francisco López de Gómara, el Ensayo de historia americana (siglo XVIII) de Felipe Salvador Gilij, la Conversión de Píritu (1690) del padre Matías Ruiz Blanco, y obras de autores contemporáneos como las Letras precolombinas de Georges Baudot y algunos textos de poesía indígena compilados por Jorge Zalamea y Ernesto Cardenal, entre otros. De manera especial estudia Pereira los aportes de Marc de Civrieux, también los de Basilio M. de Barral, Guarao-Guarata (Lo que cuentan los indios waraúnos), Esteban Emilio Mosonyi, Johannen Wilber y Ramón Paz Ipuana.
  14. Gustavo Pereira, Escrito de salvaje, Caracas, Fondo Editorial Fundarte, 1993, pág. 23
  15. Ibídem, pág. 7.
  16. En Sentimentario, pág. 60.
  17. Aparte de éstos, refiere Pereira que al menos otros cuarenta códices mesoamericanos se encuentran en diversos lugares del mundo: “El destino de los tres códices mayas salvados de las llamas fue curioso y no por casualidad éstos se hallan en ciudades europeas. Cuarenta códices mesoamericanos, por lo demás, se encuentran en el extranjero: 15 en París, 4 en Madrid, 6 en Oxford, 4 en el Vaticano, 2 en Florencia y el resto en Liverpool, Dresde, Bologna, Nueva York, Berlín, Nueva Orleáns y Basilea”. En Historia del paraíso, pág. 220-221.
  18. Traducido al francés en 1862 por el abate Brasseur y después por Georges Raynaud, y que constituye “una obra de teatro del pueblo maya-quiché; única pieza amerindia prehispánica en la que no se observa “la más mínima traza de una palabra, de una idea, de un hecho, de origen europeo”, Historias del paraíso, Caracas, Ediciones del Fondo Editorial del Estado Nueva Esparta, Imprenta Municipal, 1997, volumen II, pág. 226.
  19. Gustavo Pereira, Costado indio, Caracas, Ediciones de la Biblioteca Ayacucho, Colección “Paralelos”, 2001, prólogo de Maritza Jiménez, págs. 35-36.
  20. Gustavo Pereira, “¿Misión y arte de la literatura?”, pág. 15.
  21. Gustavo Pereira, El peor de los oficios, Caracas, Academia Nacional de la Historia (Colección El Libro Menor), 1991. Citamos por la segunda edición, Cuba, Editorial Arte y Literatura, Instituto Cubano del Libro, 2004, prólogo de Norberto Codina, pág. 222.
  22. En Poesía y prosa, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2013.
  23. Juan Liscano, “Gustavo Pereira”, Panorama de la literatura venezolana actual, Caracas-Barcelona, Alfadil Ediciones, 1984, pág. 300.
  24. Gustavo Pereira, Escrito de salvaje, Caracas, Fondo Editorial Fundarte, Colección “Delta” Nº 31, 1993 (Mención al Premio Internacional Pérez Bonalde de Poesía. Premio Fundarte de Poesía), pág. 23. Por su parte fray Cesáreo de Armellada aporta estas metáforas pemones: “Traer al ojo” (recordar), “irse del ojo” (olvidar), “proa de las canoas” (la nariz), “los ojos del vestido” (los botones), “una garrapata” (la piedra engastada), “testuz del mar” (la playa), “hombro de la tierra” (la loma), etc. En su libro Literaturas indígenas venezolanas, Caracas, Monte Ávila Editores, 1981, pág. 53. El poema “Jokoyakore Naruae Anayakore Yarote”, que sirve de pórtico a Escrito de salvaje expresa igualmente esa cosmogonía warao.
  25. Gustavo Pereira, Sentimentario, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004, pág.60.
  26. Gustavo Pereira, Sentimentario, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004, págs. 54-55.
  27. Gustavo Pereira, Sentimentario, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004, págs. 42-43.
  28. Gustavo Pereira, Costado indio, Caracas, Ediciones de la Biblioteca Ayacucho, Colección “Paralelos”, 2001, págs. 74-75. Prólogo de Maritza Jiménez.
  29. Ibíd., págs.94-95.
  30. Ibíd., págs. 76-77.
  31. Inicialmente este poema apareció en La fiesta sigue, Caracas, Colección de Poesía del PEN Club de Venezuela, Nº 22, 1992, pág. 43, pero en Poesía de bolsillo Pereira modifica su estructura y muchos versos del poema, que señalaremos por esta última edición. Este verso decía: “Pero no de poder”.
  32. Este verso aparecía inicialmente quebrado: “Y fuiste fosforecer en la zozobra nube / de orquídeas en el desierto / bajo la noche.
  33. Inicialmente estas tres interjecciones formaban versos independientes.
  34. Inicialmente este poema aparece en La fiesta sigue de la siguiente manera: “Piedra del sacrificio / Navaja de obsidiana / ¿Quién hizo que olvidaras el agua de los palacios? ¿El sabor / de la lluvia en la frente? / ¿Las cosas del alma?”.
  35. En La fiesta sigue, pág. 43, el poema terminaba con este verso, pero en Poesía de bolsillo, pág. 109, el poeta añade los versos que siguen, dando una versión ampliada y corregida de este poema.