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Gabriel García Márquez muere en Ciudad de México a los 87 años
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Gabriel García Márquez
García Márquez: muerte anunciada.

El escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, murió el jueves 17 de abril en Ciudad de México, ciudad donde residía desde hace varios años. El primer reporte de su muerte se hizo público a las 3:16 de la tarde a través de la cuenta de Twitter de Fernanda Familiar, una periodista cercana a la familia que ayudaba al escritor como enlace con la prensa.

“Muere Gabriel García Márquez. Mercedes (su esposa) y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan a dar la información”, escribió Familiar. El autor de Cien años de soledad había salido recientemente de un hospital en la capital mexicana en el que permaneció internado del 31 de marzo al 8 de abril por una deshidratación e infecciones en los bronquios y vías urinarias.

Poco después de que saliera del centro asistencial se supo que, en realidad, no era un problema pulmonar sino un agravamiento del cáncer que lo aquejaba y que se había extendido por pulmón, ganglios e hígado, y que estaba recibiendo cuidados paliativos en su casa. Tras la última recaída su familia decidió no castigarlo más con agresivos tratamientos y darle sólo cuidados que le aliviaran los dolores mientras se aguardaba por el inminente desenlace.

Carroza funeraria con los restos de Gabriel García Márquez
A las 17 horas se inició el traslado de los restos del escritor hacia la funeraria.

Los restos del escritor fueron llevados esta misma tarde a la funeraria J. García López, que se ubica en el número 140 de la avenida San Jerónimo, para ser velado. Se dispuso de un operativo policíaco para agilizar el traslado, que se inició a las 17 horas desde su casa, al sur del Distrito Federal, y fue seguido por familiares y amigos en diversos vehículos.

“¡Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia”, escribió el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en @JuanManSantos.

Considerado por muchos el mayor escritor contemporáneo de habla hispana, García Márquez había nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, en el departamento del Magdalena, en Colombia. En 1940 abandonó la costa colombiana para estudiar interno con una beca en el Liceo Nacional de Zipaquirá, una localidad cercana a Bogotá donde conoció el frío, la introspección y su talento para la escritura, temporalmente frustrado por el empeño de su padre en que estudiara Derecho.

No obstante, en septiembre de 1947 publicó su primer cuento, “La tercera resignación”, en el diario El Espectador, y su papel como promesa literaria comenzó a forjarse en Bogotá hasta que el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán y los consiguientes disturbios del “Bogotazo” le obligaron a volver a la costa en 1948.

Allí se vinculó al Grupo de Barranquilla, donde con intelectuales se acercó a los clásicos rusos, estadounidenses e ingleses y perfeccionó su estilo directo, ya como columnista de El Universal de Cartagena, de El Heraldo de Barranquilla y como crítico de cine y reportero de El Espectador.

La publicación de La hojarasca, y sobre todo del reportaje por entregas Relato de un náufrago, le valió la censura del régimen del último dictador de Colombia, el general Gustavo Rojas Pinilla, lo que marcó el inicio de su carrera como corresponsal superviviente por Europa, la Unión Soviética de entonces, Estados Unidos y Venezuela.

“El hijo del telegrafista”, como se presentaba, huyó siempre de identificarse como un intelectual de su tiempo, pero lo fue, pues cultivó su amor por la pintura y la música, fue accionista de la revista colombiana Cambio y fundó instituciones como la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños de Cuba.

Gabriel García Márquez
El golpe que Mario Vargas Llosa le dio a Gabriel García Márquez en 1976 quedó para la historia gracias al lente de Rodrigo Moya.

Además, en su etapa europea ya se había empezado a codear con célebres escritores como el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza o Mario Vargas Llosa, amigo cercano en la época parisina y de quien se alejó en 1976 cuando el Nobel peruano le asestó, en público, un derechazo en un ojo por un episodio del que ambos guardaron el secreto, aunque el fotógrafo Rodrigo Moya dejó testimonio del episodio.

En 1959 conoció en La Habana al triunfal líder de la revolución cubana, Fidel Castro, momento en el que comenzó una polémica amistad que según García Márquez se basaba en pasiones como la literatura o la gastronomía.

Pero Castro no fue el único mandatario con el que alternó el Nobel, pues como afirma su biógrafo británico Gerald Martin, Gabo tenía una “enorme fascinación por el poder” que le llevó a ser amigo, entre otros, del español Felipe González y del estadounidense Bill Clinton, quien hace unos años le visitó en su casa de Cartagena de Indias y le confesó cuánto le quería.

A principios de los sesenta ya se había casado con Mercedes Barcha y había tenido a sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, con quienes se trasladó a vivir a México, donde escribió guiones, así como las novelas El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora y el libro de relatos Los funerales de la Mamá Grande.

En 1967 llegó Cien años de soledad, al cabo de dos décadas de disciplina y estratagemas de Mercedes para que el carnicero le fiara; con esta obra, en la que narra la fundación, el auge y la caída del pueblo mítico de Macondo a través de la familia Buendía, barrió en las librerías y se consolidó como el padre de un estilo poliédrico, de una rica prosa y de descripciones detallistas hasta el extremo.

En agosto de 1966, cuando el escritor y su mujer fueron a Correos en México para enviar el manuscrito (casi 600 cuartillas) no tenían suficiente dinero para ello. Les quedaban 53 pesos y mandar el paquete costaba 82. Abrieron el paquete y sólo metieron la que creyeron era la primera parte de la novela. Error: mandaron la parte final.

El error no resultaría en tragedia, ya que el director de la Editorial Sudamericana quedó completamente cautivado con lo leído y quiso la primera parte. Fue él quien mandó el dinero al entonces “pobre” escritor para que enviara la primera parte. Dos semanas después de su publicación, en 1967, la obra estaba agotada.

Consolidado después de este “vallenato de 450 páginas” que el poeta chileno Pablo Neruda calificó como “la mejor novela que se ha escrito en castellano después de El Quijote”, le siguieron cuatro libros más, tres volúmenes de cuentos y dos relatos a caballo entre Barcelona, México, La Habana y Cartagena.

En 1972 recibió en Caracas el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde regresó a América Latina para residir alternativamente en Cartagena de Indias y Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su país.

Gabriel García Márquez
García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura 1982 ataviado con un liqui liqui.

Vestido con un inmaculado liqui liqui, el traje que manda el protocolo caribeño, recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura en 1982, en una pura reivindicación de su hemisferio que resumió en el potente discurso “La soledad de América Latina”.

La Academia explicó que el colombiano merecía el premio porque “sus novelas e historias cortas reúnen la fantasía y la realidad que se combinan en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente”.

En 1985 publica El amor en tiempos del cólera, novela que se riñe con Cien años de soledad en las preferencias del público lector y de la crítica, y que relata la historia de los amores contrariados de Florentino Ariza y Fermina Daza, iniciados cuando él va a llevar un telegrama a la casa de ella, y que continuarían incluso cuando el padre de la joven, opuesto a la relación, la envió lejos.

La obra está inspirada en la historia real de Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, los padres de García Márquez, que finalmente consiguen casarse en Santa Marta en junio de 1926, alejados de la familia. Ambos se establecerían en Riohacha pero, al poco tiempo, y con Luisa embarazada, la familia se reconcilió y ésta volvió al pueblo para dar a luz a su primogénito. Pese a las dificultades, la pareja acabó por tener once hijos.

El escritor mantuvo siempre su compromiso con las causas latinoamericanas: participó como mediador en los intentos frustrados de paz con las guerrillas en Colombia de 1985 y 1998-2002, rechazó públicamente el bloqueo estadounidense contra Cuba y firmó la “Proclama de Panamá” por la independencia de Puerto Rico.

En 1999 le detectaron un cáncer linfático que superó escribiendo sus memorias Vivir para contarla (2002), para apartarse del ruido mediático y aparecer sólo en los días de su cumpleaños, siempre sonriente y tratando de disimular las lagunas de la memoria. “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”, afirmó en su día.

Gabriel García Márquez vendió más de 40 millones de libros en el mundo. El escritor se llevó a la tumba el misterio sobre su famosa novela inacabada, una obra que debía llamarse En agosto nos vemos. “Se trata de un libro que escribió hace algunos años, poco después de Memoria de mis putas tristes, pero que ha corregido casi de forma obsesiva”, dijo su editor Cristóbal Perea al diario español El Mundo el año pasado.

La leyenda cuenta que Gabo había escrito hasta seis finales y que, una vez terminada, la guardó en un cajón para que fuera publicada una vez fallecido. Para su editor, que ha leído varios capítulos, se trata de una “obra maestra” pero la fecha de su publicación “es una decisión personal de Gabo” aclararía entonces.

Además de estar ligado a diversos proyectos cinematográficos, García Márquez vio cómo varias de sus obras fueron llevadas al cine con mayor o menor éxito. En 1999 Arturo Ripstein filmó El coronel no tiene quien le escriba, protagonizada por Fernando Luján, Marisa Paredes, Salma Hayek y Rafael Inclán. En 2006 se rodó El amor en los tiempos del cólera, con guion del sudafricano Ronald Harwood y bajo la dirección del británico Mike Newell. Fue filmada en Cartagena de Indias y los personajes fueron encarnados por Javier Bardem, Giovanna Mezzogiorno, John Leguizamo, Catalina Sandino y Benjamin Bratt.

En 2010, en el Festival de Cine de Cartagena de Indias, se estrenó la versión fílmica de Del amor y otros demonios, una coproducción entre Colombia y Costa Rica dirigida por la costarricense Hilda Hidalgo.

Memoria de mis putas tristes, coproducción entre Dinamarca y México, dirigida por el danés Henning Carlsen y con la adaptación cinematográfica a cargo del francés Jean-Claude Carrière, iba a ser filmada en 2009 en el estado de Puebla, pero se suspendió por problemas de financiación. Finalmente la película fue filmada en 2011 en la ciudad de San Francisco de Campeche, México, protagonizada por Emilio Echavarría, y se estrenó en 2012. La obra desató cierta polémica por el tema que aborda.

Jaime García Márquez, hermano del Nobel colombiano, dijo que “el mundo de Macondo que recreó mi hermano Gabo fue la Aracataca de nuestra infancia, los cuentos de la abuela, de nuestras tías, de todas esas cosas inverosímiles que ocurrían, que a nosotros nos parecían de una absoluta normalidad y que después terminaron asombrando al mundo. Todos pudimos haberla contado, pero solo él tuvo el talento suficiente para hacerlo”.

“Estamos consternados los colombianos, los latinoamericanos, y la república de las letras. La actuación con todos los gobiernos fue definitiva. La libertad le debe mucho a Gabriel García Márquez”, dijo el ex presidente de Colombia Belisario Betancur.

Entretanto, el director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, Jaime Abello Banfi, anotó que “Gabo vivió una vida plena e incomparable (...). Lo recordaremos como un creador genial, un ser humano lleno de sabiduría, humor y ternura, un trabajador incansable, que supo mostrarnos que la mejor manera de aprovechar un trayecto vital es siguiendo la vocación personal, con la terquedad y disciplina que dan cimiento al talento y la pasión”, expresó el también amigo del Nobel de Literatura.

Asimismo, Abello se refirió al legado de Gabriel García Márquez en el periodismo iberoamericano. “Gabo nos deja su fuerza. Asumimos con seriedad y entusiasmo, de la mano de nuestros maestros y aliados, la responsabilidad de que cada día más periodistas de Iberoamérica puedan conocer sus ideas, estudiarlas, aplicarlas e incluso cuestionarlas, pero siempre con la convicción de que este es un oficio de carpinteros, que se aprende y se perfecciona con la práctica, escuchando a la gente y despertando los sentidos para ver lo que nadie más ve, para que las sociedades se informen mejor”.

Cuando se enteró de la noticia, el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, expresó: “Me cuentan que se murió Gabriel García Márquez. Lo recuerdo abriéndome la puerta de su casa en Cartagena. Qué señor. Creía en la educación”.

“Todos dirán que su mayor legado es el literario”, destacó el ex presidente Andrés Pastrana. “Pero yo me atrevería a recordar dos de las grandes obsesiones que tuvo García Márquez cuando hablaba de Colombia: la educación y la paz. Siempre creyó que en educación los gobiernos podían hacer mucho más. En cuanto a la paz, él fue uno de los primeros que aceptaron la invitación a asistir a la instalación de los Diálogos de Paz del Caguán. El día de la ‘silla vacía’. Y el Gabo que asistió fue el Gabo periodista, que entrevistó a Tirofijo. Todos los demás periodistas se lamentaban y decían: ¿Quién puede contra una crónica de García Márquez?”.

Entre tanto, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez manifestó: “Maestro García Márquez, gracias siempre, millones de habitantes del planeta se enamoraron de nuestra patria en la fascinación de sus renglones”.

La candidata presidencial Marta Lucía Ramírez escribió en Twitter: “Lamentamos la muerte de nuestro maravilloso Nobel, Gabriel García Márquez. Nuestras más sentidas condolencias”.

La también aspirante presidencial Clara López se pronunció así: “Mucho dolor por la muerte de Gabo. Celebramos su fecunda vida y el regalo de Macondo”.

El candidato Óscar Iván Zuluaga, también en la red social, sostuvo que la “partida de García Márquez es pérdida irreparable para la literatura. El mejor homenaje a su vida será releer su obra y recordar su magia”.

El ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, manifestó: “Adiós, Gabo, las generaciones de cien años de soledad tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra. Adiós, coronel Aureliano Buendía”.

“Gabriel García Márquez, siempre estará en nuestros corazones y será eterna inspiración de Colombia para el mundo, #GraciasGabo”, tuiteó el ministro del Interior, Aurelio Iragorri.

El candidato presidencial de la Alianza Verde, Enrique Peñalosa, escribió en Twitter: “Sobre el río Magdalena en Cambao, me duele la muerte de Gabo, formidable colombiano del Caribe”.

“Recuerdo a Gabo interpretar con el más grande sentimiento el vallenato que más le gustaba: ‘Elegía a Jaime Molina’, de la autoría de su gran amigo, el maestro Rafael Escalona. El folclor vallenato está de luto porque Gabo era un vallenato, un vallenato de esos que lloraban de alegría y sentimiento. Él, muy acertadamente, lo dijo: ‘No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo escuchamos se nos arruga el sentimiento’ ”, dijo Rodolfo Molina, presidente de la Fundación de la Leyenda Vallenata.

José Gabriel Ortiz, embajador de Colombia en México, tuiteó: “Lo vi a finales del año pasado en una cena muy amena. Gabo manejaba todos los campos de la cultura. A mí me dan celos de Gabo porque lo consideraban más mexicano que colombiano y yo tenía que rectificar eso”.

Fuentes: 20MinutosEFEEl LiberalEl MundoEl NacionalEl PaísMilenioReuters