El cambio climático, por Estrella Cardona Gamio

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Hace ya muchos años que el tema del cambio climático no es un desconocido. En un principio se habló de él como una amenaza remota, y en otras ocasiones como algo perteneciente a la ciencia-ficción pero nunca a la realidad en tanto los sempiternos detractores de todo lo que no se admite por cerrilismo, cabezonería o intereses creados, siempre tan poderosos, dictaminaban “sesudamente” que eso eran tonterías alarmistas que no conducían a ningún sitio. Que sí, que había habido cambios climáticos a lo largo de millones de años. Pero, por favor, de tarde en tarde y por motivos “lógicos”, propios de la naturaleza, no del ser humano, y, colocándolas en nuestro tiempo, eran paranoias y miedos infundados ese tipo de manías, por tanto se rieron de ellas. Nadie creía en que la “irrisoria” contaminación de nuestro pobre planeta empujara catastróficamente a la irreversible degradación de la Tierra.

La fotografía de un famélico oso blanco haciendo equilibrios sobre un miniiceberg es toda una evidencia.

Pues ya llegó el día, el año y el siglo ahora que no pueden negar que los alarmismos estaban justificados en contra de quienes los negaban por convicción o por soborno, como, por ejemplo, aquel famoso escritor de ciencia-ficción que cobró por desacreditar el cambio climático. Una pena.

Actualmente la televisión nos muestra a diario ciudades del mundo con cielos nublados por la contaminación, con gente que tiene que ir con mascarillas para no ahogarse, con coches y más coches que circulan apretadamente determinados y amenazadores, asfixiando con sus tubos de escape. También vemos incendios, provocados o no, que invaden el espacio abierto pintando ominosas columnas, y todo ello no es imaginación ni ganas de montar bulos, es la realidad, una lamentable realidad casi diaria y que no se puede disfrazar. ¿Solución? Cerrar los ojos o mirar hacia otro lado, porque lo que es remediar el problema, de eso nada.

Siempre he escrito acerca del cambio climático censurándolo y ello me ha valido no pocos problemas. Pretendí dar conferencias y me las boicotearon, resultado: salas vacías, o lo que es todavía peor, y eso que la entrada era gratuita y los espacios cedidos, con cuatro personas de público. No parecía haber mucho interés por el tema. Pero ahora todavía es peor porque el calentamiento global es una realidad, el polo se deshiela. La fotografía de un famélico oso blanco haciendo equilibrios sobre un miniiceberg es toda una evidencia, y a pesar de esto hay quien se obstina tercamente en sostener lo contrario. La mentalidad de las gentes que niegan la realidad es incomprensible y suicida, y no para ellos sino para sus descendientes. ¿Ese es el mundo mejor que les preparan?

El mayor dique glaciar de la Antártida se está agrietando y el temor es que colapse.

Leí hace décadas en un libro, ciertas palabras que mencionaban el tema diciendo que a la Tierra no le importa esperar mil años, ni diez mil, ni un millón, porque el tiempo del planeta no es nuestro tiempo, y la Tierra puede regenerarse tranquilamente una vez nosotros hayamos desaparecido tragados por la contaminación que generamos tan irreflexivamente.

A veces pienso que pierdo el tiempo buscando la comprensión de un público al que le importa muy poco el día de mañana, porque hacer de Casandra siempre recibe el mismo pago, aunque, sin embargo, todos podríamos impedirlo si quisiéramos. ¿Cómo? Simplemente educando a los niños, que son los ciudadanos del futuro y quienes heredarán la Tierra… si les dejan.

Y para concluir una noticia que acabo de leer en el diario: se ha descubierto que el mayor dique glaciar de la Antártida se está agrietando y el temor es que colapse y de esta manera suba el nivel del mar en todas las zonas costeras del planeta. Esto no sucederá mañana pero llegará, porque hay mucho hielo para derretirse.

Que tomen nota los poderosos de la Tierra que se creen dueños del mundo.