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Pedro Juan Gutiérrez¿Censura Suecia a Pedro Juan Gutiérrez?

La obra literaria del cubano Pedro Juan Gutiérrez no deja a nadie indiferente. Tiene seguidores incondicionales y detractores tenaces. Sus admiradores lo consideran un talento narrativo puro y lo comparan con escritores norteamericanos de la talla de Hemingway o Capote. Prácticamente no hay entrevista o reseña que no lo mencione como “el Bukowski del Caribe”, o lo señale como el representante más destacado del llamado “realismo sucio” en América Latina. Muchos afirman que Pedro Juan Gutiérrez ha mostrado al mundo una cara de La Habana no narrada hasta entonces, con personajes que, viviendo en un ambiente sórdido y miserable, aún pueden maravillarse de una puesta de sol desde el malecón. Historias de seres marginales, al borde del abismo, pero con un instinto de supervivencia a toda prueba y un deseo furioso de disfrutar intensamente lo que les ha tocado en suerte vivir. Se ha dicho que Pedro Juan Gutiérrez no transforma nunca su escritura en un discurso político, pero que sus textos son documentos imprescindibles para entender los “años duros” de la isla, a mediados de los noventa.

Sus detractores, en cambio, lo acusan: algunos de total indiferencia política; otros, de ser claramente reaccionario. La presencia de una sexualidad cruda y brutal en todos sus relatos le ha valido el rótulo de machista y pornográfico. Que “Pedro Juan” sea el personaje principal en la mayoría de sus cuentos y novelas ha servido para que se lo declare vanidoso y preocupado sólo de sí mismo, confundiendo las más de las veces al escritor con su personaje. Y sin embargo, nada mejor para un escritor que este revuelo. ¿Qué creador quiere hundirse en la indiferencia o recibir un reconocimiento desganado de parte de algunos críticos? Entretanto, mientras los expertos no se ponen de acuerdo, los libros de Pedro Juan Gutiérrez se venden como pan caliente en todas las librerías de Europa y en las de los países de América Latina que lo distribuyen.

 

Si consideramos la labor de Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, 1950) como creador, nos encontramos con una sólida carrera, no sólo en el campo de la narrativa, sino como periodista, poeta y artista plástico. Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana, comenzó su carrera a los 22 años. Ganador del Premio Nacional de Periodismo en 1991, escribió durante muchos años para la revista Bohemia. Fue también locutor de radio y televisión. Anteriormente, y en forma paralela a la escritura, ha desempeñado los más variados oficios: vendedor de helados, soldado, cortador de caña, boxeador, trabajador de puerto, “revendedor de todo”. Es autor de varios libros de poesía: La realidad rugiendo (Poesía graficada), La Habana, 1987; Espléndidos peces plateados, Buenos Aires, 1996; Fuego contra los herejes, Buenos Aires, 1998; Yo y una lujuriosa negra vieja, Quebec, Canadá, 2006 (edición bilingüe español/francés, ilustrada por el propio autor e incluyendo un CD en que el autor lee sus propios poemas), más dos poemarios aún inéditos: Lulú la perdida y otros poemas de John Snake y Mediciones y sondeos. En el campo de la narrativa, es autor de la ya famosa pentalogía de Centro Habana, en la cual se incluyen: Trilogía sucia de La Habana (1998), El Rey de La Habana (1999), Animal tropical (2000), El insaciable hombre araña (2002)y Carne de perro (2003). Ha publicado, además, la novela Nuestro GG en La Habana (2004)y el libro de relatos Melancolía de los leones (2005), además de una considerable cantidad de ensayos y crónicas, publicadas en distintos diarios y revistas. Este año ha dado a conocer la novela El nido de la serpiente. Memorias del hijo del heladero (2006), la cual se considera como una especie de prólogo al ciclo de Centro Habana. Desde 1980 se dedica además a las artes plásticas, y ha participado en exposiciones de poesía visual en más de veinte países.

 

Pedro Juan Gutiérrez es un escritor muy conocido en Cuba, a pesar de que sólo algunos de sus libros circulen en ediciones limitadas y sean poco accesibles al lector común. Su obra ha alcanzado, sin embargo, nivel internacional. En el mundo de las letras hispanas, gracias a la prestigiosa editorial Anagrama de Barcelona, que ha publicado su narrativa completa, y en el exterior debido a las numerosas traducciones de su obra a distintos idiomas: inglés, alemán, francés, italiano, portugués, holandés, griego, polaco, croata, húngaro, hebreo, noruego y finlandés. El nombre del cubano ha trascendido no sólo las fronteras de su país sino también la de los países de habla hispana. Este fenómeno nos lleva a preguntarnos por qué en Suecia no contamos todavía con una traducción de este escritor al sueco. Se lo ha traducido, como lo mencionamos, al noruego, cuyo público lector puede asemejarse al sueco. Por supuesto que hay muchos autores latinoamericanos que merecerían traducirse y aún esperan esa posibilidad, pero en el caso de Gutiérrez parece ser que varias editoriales han rechazado la posibilidad de comprar los derechos y realizar la traducción. ¿Cuál es el motivo? Los libros de Pedro Juan Gutiérrez no presentan más dificultades lingüísticas que cualquier otro autor latinoamericano. En Suecia abundan los traductores del español al sueco: competentes, profesionales, deseosos de descubrir nuevos autores. Pedro Juan Gutiérrez es un autor muy vendido, lo cual hace difícil pensar que sería un mal negocio. Que en sus novelas y relatos aparezcan escenas sexuales fuertes o descriptas con mucha crudeza no se sostiene como motivo: tanto Bukowski, con quien se lo compara, como Zoé Valdés, la otra autora cubana que se relaciona con el realismo sucio, están traducidos al sueco.

Finalmente nos queda el último motivo por sospechar: Animal tropical. Como todo aquél que haya leído la novela sabe, Animal tropical cuenta, entre otras cosas, la relativamente breve estadía de Pedro Juan en Suecia. El resultado no es exactamente una declaración de amor al país nórdico. Quizás la costumbre de Pedro Juan Gutiérrez de utilizar el material autobiográfico para sus novelas sin tener demasiado tacto o consideración a quienes puedan sentirse afectados produce un cierto malestar en los lectores, más aun si éstos se cuentan entre los habitantes de ese país. Pero Animal tropical no es más que una novela, y resultaría infantil y arbitrario negar la capacidad narrativa de Gutiérrez a causa de un libro para algunos incómodo. Animal tropical recibió el premio Alfonso García Ramos de novela en España en el 2000.

 

Recientemente se ha llevado a cabo en Suecia la Feria del Libro de Gotemburgo, un evento anual que reúne promotores de lectura, escritores, bibliotecarios, maestros y público en general interesado por la lectura. El tema de este año fue la libertad de expresión, y numerosos seminarios, mesas redondas y conferencias abordaron este tema. Invitados especiales, cuya labor se dificulta cada día a causa de censura, amenazas o falta de recursos, tuvieron a su disposición un foro donde debatir sus ideas. La transparencia y la libertad de expresión han sido siempre características fundamentales de la sociedad sueca y, desde este punto de vista, la decisión de rechazar la publicación de este importante autor latinoamericano se torna aun más incomprensible. Que la suya sea una literatura provocativa no debería ser motivo para ignorar su éxito y la calidad de su obra. Esta no es más que una especulación, y probablemente no pase de allí, pero mientras se siga rechazando la posibilidad de traducir las obras de este difundido autor caribeño, queda la respuesta en manos de las editoriales. Los lectores suecos tienen la madurez suficiente para juzgar por sí mismos si la obra de Pedro Juan Gutiérrez tiene valor literario o no. Por lo tanto, esperamos impacientes una pronta traducción del escritor cubano, y una editorial que acepte el desafío.