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“Acercamientos a Alfredo Silva Estrada”, entrevista por Chefi BorzacchiniAcercamientos a Alfredo Silva Estrada

I

A Chefi Borzacchini se le vio entrar muchas veces, desde un balcón, a la casa de Alfredo Silva Estrada. La sonrisa de Sonia Sanoja —en lo alto del viejo edificio de Las Mercedes, donde viven el poeta y la bailarina y coreógrafa— representaba la visa de arribo al país de esta pareja donde la amistad y la reflexión se encuentran. Se impusieron un horario para construir un libro, para reelaborar el mundo de un escritor venezolano anclado en una poltrona, rey de la palabra y de los sueños.

Así, sin tropiezos, por la cálida amistad y por la gracia de hacer posible una biografía de uno de los poetas más importantes de nuestro país, los encuentros fueron cada día más cómodos, hondos.

Una entrevista, en la que Silva Estrada se desnuda, da pie para este hermoso viaje que nos ofrece la periodista y escritora Chefi Borzacchini a través del título Acercamientos a Alfredo Silva Estrada, publicado por el Grupo Editorial Eclepsidra, Colección Catedral Solar / Testimonios, Caracas 2005.

 

II

¿Qué contiene este libro polifónico? La autora se desplaza por un prólogo y nos dice que este trabajo “ha resultado una experiencia enriquecedora en lo periodístico y especialmente en lo afectivo”. Ciertamente, se trata de una aventura placentera, alegre, nostálgica, legada por el poeta Silva Estrada desde su extraordinaria memoria. Y más adelante, en una fiesta procurada por su relación con el poeta de Los moradores, Eugenio Montejo nos cuenta parte de sus afanes: “Al evocar vagamente ahora el trazo de aquella primera memoria, junto a las lecturas, los temas y el aire de la época, pienso que quienes lo conocieron desde antes como quienes lo han seguido después han visto siempre en él una consagración indeclinable a la poesía, a la poesía como búsqueda del hallazgo verbal y como sagrada pauta de la vida”. Allí está el libro, entre la consagración, esa “sagrada pauta de la vida” que señala el autor de Papiros amorosos.

La entrevista de Chefi recoge la relación de Silva Estrada con su familia, la influencia que tuvieron las mujeres de la casa y las mujeres que escribían libros, como Luisa del Valle Silva y Enriqueta Arvelo Larriva, sin dejar de nombrar a las hermanas Gramcko y a Elizabeth Schön, compañeras de viaje afectivo y literario.

Recuento del adentro, de sus libros. Una historia conectada con los orígenes de poemas y títulos. Recuento del afuera, las ciudades, las fiestas, el mundo.

La poeta Arvelo Larriva dijo de la poesía de Silva Estrada, cuando éste tenía 32 años de edad: “Sin tener ninguna influencia mía, yo siento que andas por un cauce que tiene que ver conmigo”.

Fueron cuatro los acercamientos. En el último, entre otras cosas la entrevistadora le preguntó al poeta: “¿Crees en Dios?”. El poeta, acomodado en su mullida poltrona, respondió: “La palabra Dios me parece muy rotunda. Creo en algo que nos trasciende, puede llamarse Dios, si tú quieres. Nunca he profesado una religión, cuando pequeño tenía unas crisis existenciales religiosas pero después me fue pasando”. Sobre la dignidad, señaló: “La dignidad no es un cliché, es un sentir. Seguiré siendo digno de compartir, digno de escribir. Seguiré siendo digno de ser un poeta”.

 

III

Un aspecto relevante de la vida intelectual de Silva Estrada se centra en el trabajo como traductor. Chefi recogió algunas anotaciones del poeta acerca de esta labor. En un rincón de conocimiento y pasión, escribió: “Cuando un poeta enfrenta la traducción de un texto poético, sucede algo muy diferente: parte de algo ya dado, de esos datos ya existentes que él debe trasponer en una expansión respetuosa del sentido y de los contenidos sensibles y significantes que se le proponen”. Y en otro: “Todo poema, por oscuro que sea, y quizás mientras más oscuro y secreto sea, dice algo. Algo que a veces puede ser luminoso”.

No podían faltar sus cercanos amigos, traducidos por él, Francis Ponge, Gaetan Picon, Yves Bonnefoy, Fernand Verhesen, Robert Ganzo, Pierre Reverdy, Andrée de Bouchet y Andrée Chedid, entre otros. Termina con una definición muy libre: “Traducir: internarse, escuchar íntimamente, ser uno con el otro, para exteriorizar y delimitar una confluencia que demostrará en cada nueva lectura la esencia universal de la poesía”.

 

IV

Uno de los más felices aciertos de este trabajo de Chefi consistió en lograr publicar los poemas iniciales de Silva Estrada, donde Whitman suena como parte de sus confidencias creativas. Textos escritos entre los 15 y 18 años de edad, los cuales “asoman algunos rasgos del temperamento de su poesía más reciente”.

Y un poema reciente, para alegría de los lectores: “Que algo se ilumine // Después de haber frotado el cansancio / el negro contra el negro // Hundidos en altiva blancura / De un imposible perseguido // Olvidamos las palabras que nos crearon // Entonces / entre abismos fraternos / tempestades y claros // Que algo se ilumine”.

Cada libro, una historia. Detrás de un poema, el universo, un pequeño detalle, una criatura invisible. Silva Estrada le confía a la periodista estos secretos, desde La casa arraigada hasta Los moradores, pasando por Cercos y Lo nunca proyectado, Literales y Los quintetos del círculo. Ninguna de sus obras quedó fuera. Una memoria bien llevada. Cada texto, un descubrimiento, una emoción nueva.

Y así, los amigos, críticos y cercanos, escriben sobre la poesía de Silva Estrada: Fernando Paz Castillo, Verhesen, Ludovico Silva, Chedid, Oscar Rodríguez Ortiz, Luis Alberto Crespo, Esdras Parra, Rafael Castillo Zapata, Alfredo Chacón, Jesús Alberto León, Santos López, Díaz-Casanueva, Sonia Sanoja, Elizabeth Schön, Víctor Valera, María Teresa Castillo, Alfredo del Mónaco y Ana Enriqueta Terán.

Fotografías del personaje desde los primeros días de su vida hasta el hoy de este hermoso libro que nos acerca mucho más a quien ha escrito una poesía honda, difícil, reflexiva.

El último día de aquellos acercamientos debió ser un poema en la puerta, una leve lluvia ante los ojos, un país distinto —sin estridencia alguna—, con el alma limpia.