Publica tu libro con Letralia y FBLibros Saltar al contenido

Las noches de Ventura

miércoles 18 de noviembre de 2015
¡Comparte esto en tus redes sociales!

"La insaciabilidad", de Marco Tulio Aguilera GarramuñoEn La insaciabilidad, la más reciente novela de Marco Tulio Aguilera Garramuño (Bogotá, 1949), suceden muchas cosas, o poquísimas, depende de cómo se mire. Ventura —alter ego del autor— se enfrasca en tareas desquiciadas, hiperbólicas, muy divertidas: seducir a Bárbara Blaskowitz, una suerte de femme fatale incapaz de decirle no a la horda de machos en celo atraída por su magnetismo; emprender maratones amatorias con una princesa de mentiras; asediar a Trilce, la radiante hija de Bárbara, experta intérprete de violín; cada tanto caer presa del recuerdo de Irgla, la de los ojos persas, quien tuvo la indelicadeza de abrirle sus entrañas a la simiente de un don nadie. Y así, en medio de un rosario de polvos y rupturas, Ventura escribe novelas y cuentos, convencido de su enorme talento. Se cree predestinado a reemplazar al Papá Grande, a recibir de sus manos el testigo y a encabezar la nueva narrativa latinoamericana. Sísifo varado en un pueblito mexicano, el protagonista hace una y otra vez lo antes dicho. Sí, acaecen pocas cosas —o muchas, pero iteradas— en las 490 páginas del volumen. Y sin embargo, la rítmica prosa del colombiano lleva al lector del principio al cierre con frenesí y una sonrisa cómplice.

A Aguilera Garramuño no lo publican las editoriales grandes porque, siguiendo las maneras del buen buscapleitos, no tiene problema en señalar que cierto prestigioso sello no le pagó los derechos de autor o de formular dudas a la probidad de los concursos.

Vale la pena detenerse un instante en un elemento mencionado: Ventura sueña entablar un comercio favorable con las musas. A lo mejor esperpéntico, lastrado por un ego mayúsculo, pero escritor al fin y al cabo, Ventura gravita en torno al arte. ¿Cuál creador no se siente investido de una gracia especial, dueño de dotes sublimes? Ventura pertenece a una singular estirpe de personajes imaginarios, la misma de la que hacen parte José Fernández e Ignacio Escobar, para detener la lista en solo un par de casos, y cuyo origen se remonta a Des Esseintes, protagonista de A contrapelo. La crítica académica ha llamado novela de artista a esa variante ficcional construida sobre la rareza de un individuo de refinadas pasiones estéticas. Su exacerbada sensibilidad denuncia la ordinariez de la burguesía. Los manuales conectan al decadentismo con el surgimiento de dicha tendencia novelística. Instalado el capitalismo como axiología dominante en las relaciones económicas, la novela de artista contemporánea conserva algunas señas del pasado y modifica otras, algo completamente natural, desde luego. Mientras Des Esseintes y Fernández se automarginaron del mundo de su tiempo, Escobar y Ventura enfrentan con armas distintas el reinado de un sistema de valores que privilegia las letras de cambio y sólo conoce los libros de contabilidad. El primero lo hace con la lucidez del desencanto; el segundo, con la voracidad del erotómano. Las pasiones del bajo vientre y las búsquedas de la historia ideal son el núcleo del ars literario de Ventura.

Ventura —o Aguilera Garramuño— encara la página en blanco con altas dosis de masoquismo deportivo: la nueva obra le exige estar en forma, tensionar los músculos, gastar hasta la última reserva de energía. Sabe, lo supieron también Flaubert y Borges, que las novelas se cimientan en la grandeza o en el atractivo de los seres mientras el cuento se circunscribe a la anécdota, al hecho puro y duro. A Aguilera Garramuño —o a Ventura—, a pesar de la calidad de sus textos, no lo publican las editoriales grandes porque, siguiendo las maneras del buen buscapleitos, no tiene problema en señalar que cierto prestigioso sello no le pagó los derechos de autor o de formular dudas a la probidad de los concursos. El lector acompaña a ambos al delicioso tálamo o los ve sufrir al corregir hasta la fatiga los borradores de El basurero universal, Gente y El adolescente, trabajos con los que esperan salir del anonimato aferrados a la zarpa de una agente muy parecida a la recién finada Carmen B. Quizá no sean tan geniales —Ventura y Aguilera Garramuño— como se creen, pero sí son estupendos narradores de la curvatura de un cuerpo, la turgencia de un seno, el brillo de un violín y las miserias del escenario editorial.

Ángel Castaño Guzmán
Últimas entradas de Ángel Castaño Guzmán (ver todo)

¡Comparte esto en tus redes sociales!
correcciondetextos.org: el mejor servicio de corrección de textos y corrección de estilo al mejor precio