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Encuentros con el 50: la última generación de poetas con voz propia, 60 años después

miércoles 24 de agosto de 2016
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“Encuentros con el 50. La voz poética de una generación”, de Miguel Munárriz (ed.)

Encuentros con el 50. La voz poética de una generación
Miguel Munáriz (ed.)
El Corte Inglés
Gijón (España), 2016
258 pp.

Se recoge 30 años después el resultado de un encuentro celebrado durante tres días en el Teatro Campoamor, en Oviedo en mayo de 1987, dedicado a conmemorar un evento poético que ya llevaba 37 años de andadura. El encuentro lo organizó el Centro Cultural de Oviedo y contó con la presencia de siete destacados poetas de la generación de los 50: Carlos Barral, Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Ángel González, José Agustín Goytisolo, Claudio Rodríguez y Carlos Sahagún. Por su parte tienen como interlocutores a personas tan destacadas de la vida literaria como Emilio Alarcos Llorach, Víctor García de la Concha, José María Martínez Cachero, Luis García Montero, Fanny Rubio, José Luis García Martín y Alejandro Duque Amusco. Se recoge también una entrevista a Jaime Gil de Biedma, acompañadas de tres aportaciones firmadas por Carmen Riera, Miguel Munárriz, Felipe Benítez Reyes y Ángel L. Prieto de Paula, dedicadas a Ángel González, Carlos Barral, Carlos Sahagún y María Victoria Atienza. La obra viene acompañada de una extensa bibliografía de José Luís García Martín sobre el tema.

Si es difícil reunir en una mesa a un conjunto de artistas y filósofos para debatir sus obras, aún más complejo resulta con los poetas. Se puede decir que este fue el momento estelar único de la llamada generación de los 50 que ya nunca se volvió a repetir. Pero algo similar ocurrió con la generación del 98, con la del 27, con la del 37. Tienen un momento mágico de constitución, pero ya después poco más se puede decir de su actividad compartida. En este caso tendría una gran importancia la participación de prácticamente todos sus miembros en el premio Adonáis, organizado por Vicente Aleixandre, o en la colección catalana Colliure, de gran impacto en el público joven universitario. De ahí las interminables polémicas sobre si configuran verdaderamente una generación, un grupo o son simples voces poéticas aisladas con una voz propia similar que permite asociarlas. Aquí se opta más bien por esto último, aunque se reconoce que en ocasiones también formaron un grupo o incluso que tuvieron un sentido de pertenencia a una misma generación. Por supuesto este tipo de procesos siempre ocurre en una determinada época histórica muy marcada por un acontecimiento histórico, ya sea la guerra o una situación de dictadura, mejor o peor llevada. Después se elige un año concreto de constitución, que a su vez suele servir de tema de inspiración, aunque sus actitudes vitales puedan evolucionar de formas muy distintas, sin que se puedan acomodar fácilmente bajo una etiqueta. En el caso que nos ocupa el punto de partida se establece en la tímida apertura iniciada por Ruiz Jiménez en el año 1951, aunque lógicamente la mayoría de sus representantes prolongarían su actividad literaria hasta bien entrados los 80 y los 90, ya implicados en una vida democrática con una participación muy activa. En general acabaron desempeñando papeles muy significativos de carácter literario en el proceso de transición, aunque manteniéndose en general muy alejados de la actividad política. De hecho la mayoría de ellos se acabarían moviendo en un mundo más globalizado, recibiendo numerosas influencias de autores ingleses, franceses o italianos, con estancias en diversas Universidades inglesas y americanas como lectores de castellano, espacialmente Oxford y Cambridge.

El poeta se siente como el último representante de un fenómeno poético difícil de repetir, como ahora sucede con el sentido de pertenencia y la responsabilidad compartida con una misma causa cultural.

También habría sido una época donde la filosofía marca una fuerte presencia en la poesía, ya sea de forma existencial o de forma conceptual. De hecho la filosofía marca en gran parte la actitud vital del poeta, teniendo que optar por llevar a cabo una poesía de la experiencia o del conocimiento. O determina el sentido admirativo o casi místico que adopta ante la realidad, o visión pesimista de denuncia desesperada mediante la que se enfrenta al mundo entorno. También se hace muy presente el influjo intergeneracional, de modo que las generaciones más jóvenes entran en frecuente confrontación o simple filiación con los poetas ahora considerados mayores, de igual modo que éstos se dejan influir por aquéllos. Finalmente, se trata de poetas que se moverán en situaciones intelectuales muy distintas entre el principio y el final de su trayectoria literaria. Sin embargo siempre mantendrán una referencia a aquel impulso inicial primero de su trayectoria vital que en cierto modo los consagró, sin abandonarlo ya nunca más. Se trata así de una poesía muy rememorativa, vocacional y melancólica; el poeta se siente como el último representante de un fenómeno poético difícil de repetir, como ahora sucede con el sentido de pertenencia y la responsabilidad compartida con una misma causa cultural. Después vendrán los distintos movimientos posmodernos, como los novísimos con un largo etcétera. Sin embargo el sentido de pertenencia a un grupo y la defensa de unos ideales culturales compartidos se acabará perdiendo. En cualquier caso, Miguel Munárriz ha recuperado unos “encuentros” que habrían quedado en el olvido, y que permiten reconstruir la génesis de la que probablemente acabará siendo la última generación de poetas que se reconoce como tal.

El mejor modo de hacerse una idea de la obra es recorrer el índice de la publicación. El prólogo del editor se dedica a “la historia de un libro como experiencia poética”. Se muestra el interés que puede tener la recopilación de unos textos hoy día prácticamente olvidados, aunque en su día hubieran sido publicados de forma dispersa. Después se recoge día a día lo que sucedió en aquellos “encuentros” organizados por el Centro Cultural de Oviedo en el mes de mayo de 1987. Día 27, 12 h., Claudio Rodríguez y Francisco Briones en conversación con José Luis García Martín y Alejandro Duque Amusco. Día 27, 16 h., conferencia de Luis García Montero seguida de un coloquio con Ángel González, Francisco Briones, Claudio Rodríguez y Carlos Sahagún. Día 28, 12 h., Emilio Alarcos Llorach y Víctor García de la Concha, en conversación con Juan Manuel Caballero Bonald, Ángel González y José Agustín Goytisolo. Día 28, 19 horas, Víctor García de la Concha conversa con todos los ponentes invitados a los encuentros. Día 29, 12 h., conversación entre José María Martínez Cachero y Fanny Rubio con los poetas Carlos Barral y Carlos Sahagún. Día 29, 17 h., lectura poética de todos los poetas invitados, moderada y dirigida por José María Martínez Cachero. Entrevistas y notas críticas que se han añadido posteriormente, en la forma como ya se ha indicado.

Para concluir una reflexión crítica. Sin duda han pasado casi 30 años desde que tuvieron lugar los encuentros en el Teatro Campoamor. Sin duda Miguel Munárriz quiere recoger un evento que probablemente no ha tenido precedentes, ni tampoco parece que sea fácil de repetir en la posteridad más inmediata. De todos modos se echa de menos recoger una concisa semblanza evolutiva de los poetas más señalados, sin quedarse en una simple mención de sus obras más significativas y, por otro lado, más conocidas.

Carlos Ortiz de Landázuri

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