Nota del editor
Dejo mi sombra. Entrega de memorias
Leoncio Luque Ccota
Poesía
Editorial Universidad Central
Bogotá, Colombia, 2016
ISBN: 978-958-26-0233-8
78 páginas
El escritor peruano Leoncio Luque Ccota (Puno, Huancané, 1964) obtuvo en 2015 el Premio Internacional de Poesía Fernando Charry Lara, que convoca el Programa de Creación Literaria de la Universidad Central de Bogotá, con este libro, Dejo mi sombra. Entrega de memorias, que se alzó sobre más de setecientas obras enviadas al certamen.
Qué de la invitación
¿Qué de los pájaros agoreros
bajo la mirada de los hombres?
¿Qué de la bóveda perfecta, la aldea
y el paisaje donde viviste?
¿Qué de la invitación que te llega
para que conozcas tu tierra
marchando al caos?
Ya termina la fiesta, poco o bien.
Todo en honor al gigante
en alambique de un alcohol,
los hombres montados
sobre enormes ubres lloran.
Hoy es carnaval en el sur,
y cambia el temporal.
¿Y crees que el mar
y los hombres, cambien ahora
aquí en la tierra?
¿Y ahora quienes conocen el lugar
en que la tierra y el cielo
se confunden?
Hoy
Los nombres de tu recuerdo
Han venido.
Los astrólogos también,
Y todos los hombres del sur
Te saludan.
Ojo incendiado
Detrás de la mirada
el mundo está escondido
sin saber si
está de rodilla;
y no se puede ver el mundo,
tengo el miedo de las esquinas.
El vapor del miedo
se derrama en el acantilado tuyo,
cuando respiro.
Es de
reojo
la muerte
que se acerca
cada día mintiendo
en cada minuto
en cada respiro,
en la Tierra.
Arco iris
Centro giratorio abolido por el tiempo
Parcela morada de mis ancestros
Sagrada e inerte que renace para nombrar los perfiles
Del alma aimara
Parcelas intocadas que colindan al principio del mundo andino
El mundo es una hermandad de origen oculto
Que construí con Mariano y Benito, amigos de la misericordia.
A quienes conozco
Desde hace mucho tiempo
Acariciando el viento, la paz de los astros que acaricia su rostro
Nos conocimos jugando por estos cerros azules y verdosos
A no perdernos en la soledad de la lluvia perpetua
Que mojaba nuestras vidas
Entre eucaliptos y vizcachas agoreros
Que luego han ido desapareciendo
Con relámpagos deslumbrantes que conformaban
Nuestra edad de viento inmaduro
Y arco iris como bandera que nos saluda
Que nos vigilan antes de sucumbir en nuestra lengua
Y a quienes consideramos: Amigos
En resistir los males de cada día.
Testigo de vida
Qué quieta la cansada rigidez de las palabras
Que descubro puridad en esta propiedad
Que es testigo de mi vida circular.
Por el extremo de la posesión colindo con Santos,
Con quien hemos facturado explorando
Esas batallas de jóvenes
En un ardor árido de palabras vehementes
Que no nos llevó a ningún lugar sino
En oír esos ecos de mundos extraños desde los cerros
En la orfandad del olvido luchando en oscuros túneles del pasado
En juegos matutinos atascado en nuestro exilio reposo
Cerca de la zanja de la división que divide al hombre para existir
En los caminos tejidos de nuestras vidas
Pero no, de nuestra vida
Sino en sueños que escapan ahora.
Hasta la belleza en hastío
Arando los pasos
Por la derecha descubro mi mundo esa sorda existencia
Esa consistencia que devela mi secreto
Por donde camino sin pulsar mi corazón
Que colinda con el mismo testador.1
Soy líquido enfermo y agitado
Yerma buscando un existir confuso en mi íntimo espacio
Poeta romántico que sublima consultas a un yatiri
Alma vapuleada por el viento
Que lucha con sus espejos de galerías sin límite
Poeta que no escribió nada
Sino a la vida misma: sobre el dolor y la soledad
Arando los pasos de mi familia
Entre guijarros de fantasmas ancestrales
Mirando la tierra de fuego que añora el pasado
Que nos llama a oler de cerca sus aromas de papa fresca
Cosechada apenas como un milagro de nacimiento
Y los pilpintos2 que revoletean como flores
De ojos verdes.
Jilatas y kullakas
Por la izquierda tendido
Espero mis pasos de soledad
Esos dominios de abismos
De sentidos ajenos que reclamo
Entre travesías de caminos truncos
Colindo con Mariano, aquel huraño amigo
Huyendo de su muerte
Con el mismo aguafiestas de siempre
A quien aguanté sus reclamos de indiferencia.
Zalamero y de apariencias clamores
De ideas huecas
Conforma mi amistad y generación.
Hermanos y hermanas
Este es el lugar donde alguna vez
Nos hemos escondido rumoreando
Entre jilatas3 y kullakas4
Para hurtar el tiempo, el tiempo sombra
Sin darnos cuenta
Que el tiempo nos robaba la vida
Y que moríamos de a poco
Sin ningún alivio que esta soledad de fantasmas
Desesperándonos los sentidos.
Paja muerta
Paja muerta. Cocina forrada. Silencio extinta.
Paja victimada
Traída de alturas. Nocturno súbito silencio
Del Achachi chaka5 cerro viejo, sagrado que duerme.
Cerro negro negrísimo Que nos mira desde lejos
Iluminado con sus rayos
Nos advierte Dónde se inicia el grito gutural de la lluvia
De la buena lluvia de esperanza
Y la tormenta de exhortación.
Yo no sé nada. Cantar de rana.
Este utjaña, un lugar de descanso, ausencia e insomnio
Un patio amplio de itapillus,6 de incruento dolor
De perfume verde y paloma agitada
Con una qallucha7 de lluvia garabato y tormenta
Donde hemos jugado cada luna
En profusas insubordinaciones de palabras
Con mi hermano Carlos8 imberbe del puro no
A ser astrólogos delirante no más nada
Amautas nonato
Haravicus de campo ilimitado para repetir
El puro no, repitiendo en cada palabra
La sabiduría de un cielo encauzado
Con todos mis jilatas o hermanos amando la eternidad
O de mis kullakas hermanas amando la eternidad
Que ya se fueron encauzando en una amistad de colores
Antes que yo
Vaticinando
Los tiempos finales dormidos en escrituras antiguas
Escuchando los ecos embestidos sobre el campo
A través de la lluvia símbolo de vida
Escribiendo al alax-pacha9
Testimonio de mil historias, de confines inútilmente
De cuantos días, nadie rebaja la tristeza
Cuando fuimos felices en ironía
O en el parpadeo del tiempo que se hizo dueño
De nuestra dura vida.
Pilpinto
Aquí se encuentra la penumbra hueca
El báculo indeciso de la historia, también
El sol que sale para todos
Desenvolvamos ese juego infinito
Un corral de piedra armada oblicuo
De cosas pasadas de pequeñas nostalgias
Un qala uyo10 floreciendo entre sonrisas
Un corral de piedras anfiteatro de nuestras locuras
Corral de elogio encarnizado insomnio
Lleno de balidos agonías
Que nos señalan y
Apunta la llegada
De cada mañana, navegante que acecha
Con su vastedad donde la hierba se yergue
Bajo los pies de barro tardo
Que nos llena la vida de huellas de luces
Como jardines llenos de luciérnagas
O de coloridos pilpintos.
Llenando el labrantío de hierbas húmedas
Como pasto que repite su historia lleno de mariposas.
Viento frío
Más allá de mis ojos de antigua estirpe
Hay un canchón de espacio duro enarbolado
Grande y libre de polvo silvestre que nos recuerda
Que de niños
Jugábamos en el atardecer incesante de rostros cansados
Donde el sueño nacía en una sucesión de engaños
Con el viento frío abrazante de mortalidad gastado
Quemando nuestro rostro de villa dormido.
Un establo
Hoy fugaz atisba nuestra memoria
Ocupado por pezuñas de vacas que espantan
Con sus cuernos ensangrentados de llanto
Acercándosenos en voz de náufrago
Dormido o soñando.
Vida extendida
Vida esparcida sucesión de engaño y sueños
Todo rodeado en historia
Con cinco propiedades sin horizonte
Vana historia sin memoria
Semilla eterna de noventa cargas de papa
Pasto de recuerdo azul y verde
Colindo por el inicio con las palabras trazado de versos
Con Pablo y Juan de Dios que tiene la risa trágica y
Voz de zorro que se apaga en los campos de olvido
Un ladrón deleznable que grita de lejos y
Se empeña en inundar con sus gritos la ventana
De los que oyen música y poesía
Para precipitar dice con piedras
De montañas desmoronándose crueles.
Wakawaka
Por el extremo del silencio camino ahora
No te preocupes hoy.
Mi vida colinda en secretas cosas no reveladas
Con propiedades de Francisco y Pablo, otra vez,
Ya trazada con paredes nocturnas
Con Casimiro y Antonio, de enrevesados sentimientos
Terremotos que desbordan lamentos
Cuando se agrupan paralizan la comunicación en juergas de alcohol
Y provocan dulces fantasmas que nos visitan
Bailando el carnaval de Arapa y el Wakawaka11
Que parece mover al mundo con su cintura
Y las polleras levantando
Al viento.
Urpi blanca
Dibujo una carta escrita al viento
A la mujer sentada.
Al rojo viento del cerro colorado
Y la cosecha ardiendo más allá de mis ojos
Donde conservo la lluvia ancestral en la mitad del día
Todo sigue igual con la mirada abierta
Por la derecha
Por la izquierda
Con Matías, el de ojo cargado por el extenso cielo
El que no tiene sabiduría de sí ni de otro
De ninguno de lo que habla
Con él no me llevo bien
Pero conversamos de injurias
A pesar de no ser extraño para mí
Inflamo su nombre en mi memoria.
Con Francisco
Colindo con paisajes que desbordan el cielo
Él con su tiempo vacío, es el mismo, como
El de arriba mencionado
Que cuando está solo
Sin sus hermanos
Es una mansa urpi12 paloma blanca
De gestos nobles
Y mendigo de amor.
Jawira
Por la izquierda hablo de la vida
Como pariente de piedra cansada
En tiempo de cosas y ecos
Viajo por el sendero de la lluvia torrencial
De los pasos perdidos sobre la sombra bajo tierra.
Por este camino de postigo
Colindo con el mismo testador de reír pálido
Que muere en ríos de perfume celeste
Como decimos nosotros en una jawira13 seca
Donde penan las challwas14 abandonados a su suerte
Al final del laberinto murmullo
De un manantial que alimenta, pero
Todo se acaba, incumplida,
Porque sólo en morir sabemos cuánto valemos
En esta desventura de náufragos enamorados
Que somos seres vivos en esta tierra.
La mama pacha que nos cobija en su eco nos llama
Al final de la historia.
Ella sabe por qué suceden las cosas
Cuando el alma se llena de espanto.
Pero yo estoy tranquilo en este abandono
Donde la poesía al final de la historia
Dirá cuánto quise hablar, sin decir nada,
Como contemplando el cielo azul con sus nubes formando
Imágenes que tiemblan.
Ahora estoy con Santiago
Amigo prudente desde la calle hasta mi mesa
Que cuida la llave de la amistad
Pero de piedad criminal cuando se envilece.
Semilla de papa
Colle Cucho Uyo15 es un rincón de aire
Una heredad de mucho fruto y memoria
Donde me espera la sombra perfecta de la mañana
Que para el sembrío
Es suficiente con su lluvia al atardecer.
La semilla de media carga de papa
Es suficiente para soñar
Golpea nuestra pena cada año y
Nos saca de aprieto
Sobre todo en la sequía.
Hay ausencia de ojos de lluvia en el cielo
Sólo ojos de rayo inflaman la tierra
Mas la lluvia no llega.
Todo es igual como si el viento no tocara nada.
- Poemas de Dejo mi sombra, de Leoncio Luque Ccota - miércoles 18 de enero de 2017
Notas
- Comerciante y viajero, reconocido y respetado por la comunidad, por su honestidad y trabajo permanente.
- Mariposas, en aimara.
- Hermanos en común (un saludo de encuentro).
- Hermanas (en la cultura aimara a toda dama se le trata con cariño como hermana).
- Cerro viejo. Lugar donde nace el río que da de beber al ganado llamado jawira, de donde se inicia la lluvia y advierte a los lugareños para que recojan su ganado y guarden sus pertenencias.
- Ortigas. Arbusto de aspecto tosco, sus pelos urticantes poseen un líquido irritante que al contacto con la piel produce una lesión. Tiene propiedades medicinales.
- Tormenta.
- Hermano menor que desperdició todos sus bienes y que Matías compró sus deudas.
- Cielo lugar de los santos. Firmamento, cielo. Mundo de arriba.
- Canchón o corral de piedra.
- Danza de origen colonial en la que los hombres están disfrazados de toros y las damas llevan cincuenta polleras. Danza en la que se representa jocosamente al torero.
- Paloma.
- Río.
- Peces.
- Un rincón donde había bastantes colles y era a la vez un corralón para mirar el campo, ya no hay esos árboles. El colle es utilizado como muros de contención en contorno y en obras mecánicas de conservación y recuperación de suelos.