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Miyó Vestrini: cuerpo, espacio y rebeldía

domingo 22 de noviembre de 2015
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La rebeldía está presente en toda la obra de Miyó Vestrini.
La rebeldía está presente en toda la obra de Miyó Vestrini.
“Ser cuerpo es estar anudado a un cierto mundo,
vimos nosotros, y nuestro cuerpo no está,
ante todo, en el espacio: es del espacio”.
M. Merleau-Ponty

En el prólogo del libro Todos los poemas, publicado por Monte Ávila Editores Latinoamericana en 1994, nos advertía el crítico Julio Miranda que la obra de Miyó Vestrini no fue valorada en su justa medida durante el siglo XX y nos señaló que sería tarea del siglo XXI la revisión de su importante obra.

Miyó Vestrini (1938-1991) nació en Francia, hija de padre italiano y madre francesa, quienes llegan a Venezuela después de los duros años de la segunda guerra mundial y de los destrozos de esta guerra en la sociedad y economía del mundo. En este encuentro de la niña europea con Trujillo y con el estado Zulia se inicia un proceso de arraigamiento geográfico por los cálidos territorios venezolanos, al igual que el montañoso. Es la niña que observa, ya con los ojos de poeta, su nuevo contexto. Dice Miyó Vestrini en su primer libro, titulado Las historias de Giovanna, publicado en 1971 a los 33 años:

En el autobús ha visto el gesto del anciano cuando / escupe una gruesa y roja saliva en un vaso de cartón y trata de vaciarlo / por la ventana. El viento abate sobre Giovanna el líquido viscoso que ahora resbala en su brazo. La madre grita furiosa mientras limpia a Giovanna con un pañuelo blanco y agua de colonia. El viejo se voltea para mirarlas: Giovanna se ríe con él, sucio y desdentado, con ese azul impreciso que tienen los ojos de los viejos. Llegan. La madre le cuenta al padre y termina llorando, preguntando otra vez cuándo nos iremos de aquí, cuándo regresaremos a Europa a celebrar la Pascua Florida. Desde la plaza los muchachos silban a Giovanna, de nuevo, y ella los mira, riendo y haciendo gestos. Giovanna llora y se pasa la lengua, allí donde el viejo la había escupido.

Este fragmento de Las historias de Giovanna donde se narra, forma parte de un poema que alterna la poesía en prosa con versos, con una carga narrativa clara, pero con el uso de una estructura y un lenguaje poético analógico, como diría Armando Rojas Guardia, que produce imprecisiones, ambigüedades y una estética de múltiples interpretaciones, ubicándonos claramente ante un poema que se desarrolla entre la prosa y el verso. El libro Valiente ciudadano, editado en 1971, es el libro de poesía más narrativo en la poesía de Vestrini.

Acercarse a la obra poética de Miyó Vestrini, breve, terrible y profunda, nos permite conocer una de las voces femeninas con mayor fuerza dentro de la literatura venezolana.

El acto de rebeldía se inicia en este caso desde la adopción de una nueva tierra habitable con su respectiva carga cultural; de allí que en su poesía siempre nos ubiquemos en el Caribe, en los Andes, en Estados Unidos y en Europa, siempre con un sentido geográfico, con un espacio percibido y determinado por la nostalgia. Esta rebeldía también, y esta perenne lid de la poeta, se inicia desde la misma relación con su madre francesa:

He tenido que compartir mi lugar / Nadie me ha raptado / para llevarme al suyo. / No tengo África mía a mis espaldas, / ni olas / ni ollas, / ni una calle de Dublín. / Sólo he estado allí / con pocas palabras / y pocos gestos / y pobre cuerpo. / Aprendí al mismo tiempo La Marsellesa / y el Himno al árbol. / Tuve que leer a Rimbaud y a Andrés Eloy…

Y finaliza en ese conflicto geográfico-cultural-familiar con los siguientes versos: “Vete a la mierda, / me dijo mi madre / cuando le reclamé todo esto. Se dio vuelta hacia la pared y murió. / Ocupé su sitio / en la mesa / y dejé que peinaran mi cabello”.

En el poema podemos analizar la espacialidad corporal por medio del propio cuerpo de la voz de enunciación, cuerpo que determina la verdad de todas las cosas percibidas; el cuerpo se asienta como, ya no como simple envoltura sino como coexistencia con el espacio. El cuerpo en medio de la percepción afectiva, en lo que Merleau-Ponty (1971: 165) afirma: “La experiencia del propio cuerpo nos enseña a arraigar el espacio de la existencia”. De allí podemos observar cómo el cuerpo procura instalarse en un nuevo espacio, una nueva geografía no muy aceptada en la percepción corporal y espacial de una madre europea que no se adapta al trópico venezolano. Pero la poeta, con voz rebelde, se sonríe con los transeúntes en su nuevo territorio, geografía que luego determinaremos con sus afectos, hasta desvincularse del espacio geográfico y por ende de la existencia misma.

Dice la poeta: “Si yo hubiera tenido un padre borracho y alegre, / un padre de esos que cruzan el páramo a caballo, dejando que el frío cale hondo, el desconsuelo sería más pequeño. Si yo hubiera tenido un padre burlón, de esos que llegan de madrugada. / Buscando el fogón prendido / y el café / y la cobija caliente / sabría cantar, beber, enamorar, / como lo hacen todos los padres de pueblos”.

La preocupación por su país, estando ella ya definida como venezolana, o francomaracucha como también la conocemos, y envuelta en los movimientos políticos de izquierda, donde se cuentan entre sus más íntimos amigos a Salvador Garmendia y al Chino Valera Mora. Y siendo valiente ciudadana de la convulsionada Caracas de los años 60, también se expresa en el libro El invierno próximo (1975) “El país, decíamos, / lo poníamos en las mesas, / lo cargábamos a todas partes, / el país necesita, / el país espera, / el país tortura, / El país será / al país lo ejecutan, / y estábamos allí por las tardes / a la espera de algún doliente / para decirle / no seas idiota / piensa en el país”.

La rebeldía está presente en toda la obra de Miyó Vestrini, que se concentra en cuatro libros, Las historias de Giovanna (1971), El invierno próximo (1975), Pocas virtudes (1986) y Valiente ciudadano (libro póstumo). Esa rebeldía se observa en las relaciones familiares, sociales y en el amor. Rebeldía que desemboca en la muerte. Cómo lo diría Camus (1973: 30): “Rebelarse contra la naturaleza equivale a rebelarse contra sí mismo. Es golpearse la cabeza contra las paredes. La única rebelión coherente es entonces el suicidio”.

Merleau-Ponty (1971: 168) recuerda que el cuerpo posee sus mecanismos naturales para expresarse de forma violenta y contundente, y hace referencia al grito, pero es por medio de la poesía con su lenguaje de modulación existencial como “encuentra el aparato poético el medio para eternizarse”.

La figura del suicidio es recurrente en la obra de Vestrini; incluso se le recuerda mucho por este acto y a veces, por desconocimiento de la importancia de sus aportes a la poesía venezolana, no se valoriza su trabajo; de allí que repetimos la tarea encomendada por Julio Miranda en torno al estudio del trabajo poético de Vestrini. También pudiéramos tomar la idea de la existencia corpórea como esencia, ya que el cuerpo expresa en cada momento existencia, donde se puede abandonar el mundo humano y la existencia personal “pero sólo será para encontrar en mi cuerpo el mismo poder, esta vez sin nombre, por el que estoy condenado al ser”, dice Merleau-Ponty (1971: 182).

Esta obra Todos los poemas viene a reivindicar la importante posición de Vestrini en la literatura venezolana y en esta edición se retoma la compilación de los distintos libros de la poeta realizada y prologada por Julio Miranda, pero además se agrega, bajo la responsabilidad de Elisa Maggi de Garmendia, en una segunda parte dentro del libro, ocho poemas escritos entre 1955 y 1957 y el poema “Testamento”. También es importante resaltar que en esta nueva edición de la Biblioteca Básica de Autores Venezolanos incluye también los prólogos originales del libro Las historias de Giovanna de Luis Camilo Guevara y el prólogo realizado por Orlando Araujo del libro Pocas virtudes.

El libro Pocas virtudes, editado en 1986, fue dedicado a los entrañables amigos de Vestrini, a Salvador Garmendia y a la Negra Maggi. En el prólogo expresa Orlando Araujo sobre Miyó: “Miyó. Miyó, es de cada uno de nosotros el cielo que malbarata y que ella guarda y teje con dolor de ausencia, y es más mujer y más hombre que nosotros, cobardes, lagartos, violadores”, esto referido, en parte, al poema de Vestrini donde habla de los amantes y que dice así: “Hay hombres / que abren las sábanas / y entran. / Sin dulce tumulto / sin calor ni melancolía / sin conjuro. / Son lagartos. / desterrados. / Miserables.

En fin, acercarse a la obra poética de Miyó Vestrini, breve, terrible y profunda, nos permite conocer una de las voces femeninas con mayor fuerza dentro de la literatura venezolana, donde el cuerpo se hace rebelde hasta el extremo de procurar y lograr la salida del espacio, del territorio para hacerse sólo verdad.

 

Bibliografía

  • Camus, Albert (1973). El hombre rebelde. Buenos Aires: Losada.
  • Merleau-Ponty, Maurice (1971). Fenomenología de la percepción. Barcelona: Ediciones Península.
  • Vestrini, Miyó (2013). Todos los poemas. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.
Jairo Brijaldo
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