Letralia, Tierra de Letras
Año IX • Nº 112
16 de agosto de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Seis poemas
C. A. Campos

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Céfiros

Quizás, mañana,
lluvia, no cae,
y el sol, con el gallo,
nos sorprenda en la tierra—

Sepultando, consagrando,
besos y fotos,
sembrando café
y tareas de caña—

No lejos del mar,
del desierto y el valle;
quizás, mañana,
sin paraguas, amor.

Mientras tanto, no sé:
La duda... esta fe...
y nuestro pasado—
su pasto... su ritual.

 

Grito

¡Cierto! Yo no llegué por el aire,
ni por mares hartos de verde, de azul—
Entre un burro y cantos de gallos,
yo llegué por tierras de América.

¡Cierto! Yo no soy esto ni aquello:
Me asemejo al popurrí, a la costa,
al mito, areito, ritual—
A la desgracia de un panal.

¡Cierto! Yo soy caverna de astro—
A pesar de lo que no he hecho
con las lenguas que me adoptaron,
la fe busco en la luz de la vela.

¡Cierto! Yo llegué por tierras de América:
Yo no soy de ayer ni de hoy—
Soy de la colina vestida de blanco,
del pasto húmedo de noche.

¡Cierto! ¡Cierto!
Sólo me basta la estadía del silencio,
las sombras de los robles, del café—
La paciencia de la lluvia, de los rayos.

¡Cierto! ¡Cierto!
Debajo del maíz, el tabaco y la uva,
el conuco me resulta botija—
¡Cierto! Oriundo de Santiago, de esta mecedora.

 

Domingo

i.
Se camina bajo árboles, sobre tierra con olor a mañana,
hacia el encanto real de alguna preparada pared, pasillo;
y mientras te hace compañía el fluir del otoño,
te comentas que la muerte es simple abstracción.

Pajaritos con sabor a llovizna, a café y neblina.
Somos más de la noche fría que de los días.
Vivimos en el paso, en la sucesión de las caras:
Es nuestro santo vino, cicuta y olvido.

ii.
Se edifica antes y después del último nacimiento,
con la neutralidad de piedras y ríos, sangre de las bestias,
en un centro de panes, hermafroditas e injertos,
cerquita de Dios; lejos del metro, la estación.

Hojas con sabor a té, a reencuentro y tertulia.
Somos menos del tabaco que del humo.
Vivimos en el cuerpo, en los escapes de las voces.
Recuerdas que antes de hablar éramos ya.

iii.
Se descansa bajo centelleos, sobre tierra con olor a gloria,
hacia el encanto leal de la madrugada, sereno;
y mientras te hace compañía el denuedo de una vela,
te adviertes que la vida es compuesta admiración.

Céfiros con sabor a semilla, a invierno y fogata.
Cierto, esta mañanita ya no somos jóvenes;
mas muerte no hay todavía. Indicios son el parque, mis zapatos
y el cuadro del Greco que acabamos de reconocer.

 

Hallazgo

Mi café, cierta hora cero,
el pasado que nos queda por trazar.

Hoy, después del pan que nos llega
con el coro de los vivos.

Hoy, entre los hilvanes del otoño
y los doblados del atardecer.

He descubierto que me es posible,
que por tal razón hemos nacido.

 

Tras la palabra

Familia, amigos y desconocidos:
Todos me han querido callar.

Sin razón, con razón y
hasta con el corazón de Dios.

Todos. A veces con vocablos
blancos; otras, con indicios rojos.

En inglés, español o su mezcla:
Pretendiendo salvarme de la luz.

Todos. Sin llegar alguno a vislumbrar
que esto es lo que siempre busco:

Callar; unirme al silencio
que se fragua mientras conversamos.

 

Perdón

Versos, rotos, con sabor a mano, a lágrimas postreras,
nostálgicos de fuego, de gente acosada por la fe
y las tantas espadas que la defendieron—
de habitaciones que hasta hoy no han podido abrir ventanas.

Versos, rotos, con olor a blanco, a cemento bajo lluvia, sol,
simpáticos con lo que fue, dudosos con lo que vieron,
con lo que vendrá en la ausencia de mi voz—
Versos, escombros, escombros, cuánto les he yo fallado.


       

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Creada el 20 de mayo de 1996 • Próxima edición: 30 de agosto de 2004 • Circula el primer y tercer lunes de cada mes