El Instituto nicaragüense de Cultura otorgó el Premio Nacional
Rubén Darío 2005, un tributo a quien fuera una de las figuras más
representativas de la literatura hispanoamericana, a Francisco Arellano Oviedo,
por su obra teatral Catoblepas.
En el certamen de este año, que se realiza desde
1941 con ocasión del 25º aniversario de la muerte del poeta, participaron 16
trabajos en la rama teatro. Las obras competidoras fueron analizadas por un
jurado calificador conformado por los escritores Julio Valle Castillo, Socorro
Bonilla Castellón y Gladis Ramírez Espinoza.
El jurado tomó en cuenta las calidades
estructurales modernas de la obra, su temática trascendente, naturaleza de
teatro de tesis resuelto en lenguaje literario y plástico, alturas y
argumentaciones teológicas en las que alcanza profundidad y belleza su aporte a
la polémica del siglo XX.
Arellano Oviedo dijo que el catoblepas es un animal
considerado el más horrendo de la mitología, por ser el conjunto de varios
monstruos, que termina por autodestruirse.
Agregó que la obra contiene “el drama que vive la
humanidad durante el Renacimiento o la Edad Media, sobre los que matan a Dios
para resucitar al hombre, donde el hombre es la medida de todo, Dios queda en
segundo plano”.
El premio fue entregado a Arellano Oviedo durante la
Jornada Dariana, que se celebra todos los años del 18 de enero al 6 de febrero,
en el 138º aniversario de nacimiento de Rubén Darío, autor considerado “el
príncipe de las letras castellanas” y precursor del modernismo, quien nació
el 18 de enero de 1867 y falleció el 6 de febrero de 1916. Sus grandes obras
fueron Azul, Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza y Los raros.