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Piglia y Planeta deberán indemnizar al escritor Gustavo Nielsen
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La Cámara Civil condenó, el pasado 28 de febrero, al escritor Ricardo Piglia y a la editorial Planeta, a resarcir con 10.000 pesos más intereses al escritor Gustavo Nielsen, perjudicado por la supuesta manipulación de la edición 1997 del premio Planeta, uno de los galardones literarios más populares en Argentina.

En aquella controvertida edición resultó ganadora la obra Plata quemada, de Piglia, que posteriormente sería llevada al cine por el director Ricardo Piñeyro. Pero, según el fallo judicial, en el certamen de 1997 existió “predisposición o predeterminación del premio en favor de la obra de Ricardo Piglia”, quien obtuvo el premio, con una recompensa de $40 mil (por entonces, dólares).

El fallo, firmado por los jueces Leopoldo Montes de Oca, Hugo Molteni y Carlos Bellucci, abunda en descripciones que le dan un carácter particular a las presuntas irregularidades que derivaron, en su momento, en una demanda que entabló el escritor Gustavo Nielsen, competidor en el certamen de 1997.

“Piglia, o más específicamente su obra, no debió postularse para la obtención del premio”, pues “se encontraba vinculado contractualmente con la editora Espasa Calpe Argentina, desde junio de 1994”, señala el fallo.

“Piglia había transferido por título oneroso la producción literaria por la que cobró US$50 mil dólares, al firmar el contrato en 1994, y otros US$50 mil, un año después. Pero dicha producción no había producido el rédito inicialmente previsto, de manera que se vislumbró la posibilidad cierta de una razonable recomposición patrimonial mediante la adjudicación del premio”, amplía la sentencia.

El fallo menciona además la “menguada intervención del jurado integrado por los escritores Mario Benedetti, María Esther De Miguel, Tomás Eloy Martínez, Augusto Roa Bastos y el editor Guillermo Schavelzon, director general de la empresa editorial”. El fallo desliza que el jurado no leyó las 264 obras presentadas.

Nielsen, por su parte, quedó finalista en aquella edición por su novela El amor enfermo, y a raíz del fallo se ha revelado que interpuso su demanda al día siguiente de la entrega del premio. En entrevista publicada en el diario argentino La Nación, dijo que el juicio fue “una cuestión de honor” y que está satisfecho con el fallo, que, según se ha informado en la prensa, será interpelado por Piglia. La editorial ha declinado hacer declaraciones al respecto.

Nielsen —cuya novela finalista fue publicada finalmente por Alfaguara en 2000— dijo que entabló la demanda contra Piglia, Planeta y el entonces editor Guillermo Schavelzon —que se desvinculó de Planeta y es hoy agente literario de Piglia— al día siguiente de conocido el veredicto del galardón, en noviembre de 1997.

En entrevista con Página/12, Nielsen se congratuló de haber iniciado esta “dura batalla” contra “un peso pesado”, aunque aclaró que “no hubiera querido que Piglia quedara tan metido; mi pelea era con Planeta y con Schavelzon, fueron ellos los que no fueron claros conmigo. Pero él no se despegó en ningún momento”.

“Entendí que había irregularidades porque en la fiesta del premio muchos de los presentes me dijeron que la novela de Piglia estaba contratada”, explicó Nielsen en su entrevista con La Nación. “Yo recordé que en el suplemento Radar, del diario Página 12, Alan Pauls le había hecho una entrevista a Piglia en septiembre de ese año, en la que éste revelaba que Seix Barral le iba a publicar en diciembre una novela titulada Plata quemada”.

En aquel artículo, Pauls dijo textualmente: “Piglia volverá a Buenos Aires cerca de diciembre, cuando Seix Barral publique Plata quemada, su nueva novela, un thriller documental que reconstruye más de veinte años después un hecho verídico, el sangriento asalto a un banco de San Fernando. Va a ser mi A sangre fría, bromea [Piglia]”.

Según el fallo, Piglia planteó como defensa “la falta de legitimación de Nielsen, basándose en que era ajeno a todo el trámite del concurso y adjudicación del premio a su obra. Ya se ha visto que, desde su origen, el concurso transgredió principios de decisiva importancia como los de buena fe y otros que debieron determinar la transparencia de la decisión final, luego de una irregular tramitación”.

Pocos días después de otorgarse el premio, la novela de Piglia vio la luz en tiempo récord. Un mes después Schavelzon se desvinculó de la editorial. Consultado vía correo electrónico a Barcelona, donde vive, Schavelzon dijo que no tenía nada que decir, salvo recordar la integración del jurado que falló en favor de Piglia.

Pero este no es el primer encuentro que tiene la novela de Piglia con los tribunales. Algunas de las personas aludidas en la novela, de fuerte tono realista, también iniciaron hace algún tiempo un juicio.

La investigación de Página/12, realizada por la periodista Karina Micheletto, ahonda en otros elementos: por ejemplo, en el tiempo que tomaría a una persona leer 264 novelas, que, según el fallo tribunalicio, sería de dos años y medio aproximadamente. “Como en todo concurso, existió un Comité de Preselección encargado de un primer filtro, pero éste no fue tenido en cuenta, por considerarse que ‘su decisiva intervención no estaba prevista en las bases del concurso’. La pregunta, en rigor, es por lo que queda en el camino en esa preselección”.

Micheletto cita al escritor Andrés Rivera: “Estoy seguro de que este sistema ha dejado afuera a más de un Borges”. Y prosigue la periodista: “No es el único que lo piensa. Y hay un par de ejemplos que lo corroboran. Uno de ellos tiene como protagonista al mismo Nielsen: resultó ganador del Premio Tusquets de Cuentos, pero después de que el jurado pidiera rever todas las obras por considerar que ninguna de las filtradas por el prejurado valía la pena. Lo mismo le pasó a Carlos Gorostiza cuando ganó el Premio Planeta 1999: ‘A través de uno de los jurados me enteré de que fui premiado de casualidad’, cuenta el escritor. ‘Mi obra apareció recién en una segunda etapa, porque al jurado no le gustó lo que recibió de la preselección. ¿Se da cuenta lo aleatorio que es todo esto?’ ”.

A Gorostiza, explica la periodista argentina, “también le tocó estar en la situación inversa: como jurado tuvo que insistir para tener acceso a más obras, entre las que surgió la de Liliana Escliar, Premio Planeta 2000. Desde entonces Gorostiza se niega a integrar cualquier jurado: ‘Es como transformarse en una suerte de semidiós, de una religión que se desconoce’, explica, y marca otro punto importante: ‘Los concursos deberían separarse entre los de autores inéditos y los de obras ya editadas. De esa forma todo tendría otro viso de seriedad’ ”.