Artículos y reportajes
And Starring Pancho Villa as HimselfPancho Villa: Hollywood
y su quebrantado amor
por los líderes de izquierda
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El lente de cine probó desde sus inicios ser un arma más contundente que la mítica espada —the lens is mightier than the sword—; así se expresa en el colofón de la película que corre las calles del mundo en su versión DVD: And starring Pancho Villa as himself, protagonizada por Antonio Banderas. El negocio del mito, según el decir de un escritor de la izquierda castro-cubana post59 —y que comento en el artículo “Carpentier. Regate por América”— empezó mucho antes. Un negocio en que el cine hizo uso de la revolución, y ésta del cine. Ni siquiera el séptimo arte había salido de su etapa silente cuando uno de los líderes de izquierda parido por las Américas, a quien acusa la historia de un analfabetismo extremo, se le ocurrió la idea de usar de sus lentes; desplegando los recursos persuasivos del terror y del marketing para que su filmada revolución se  conformare en mito. A tierras mexicanas llegó el técnico de filmación, quien como Hollywood-HBO-Mutual se prendó del líder de izquierda; eran días en que la prensa norteamericana difundía noticias aterradoras acerca del personaje; por lo que el técnico debió ingeniárselas para filmar pasajes que sopesaren aquella propaganda... Son muy expresivas las escenas del filme de 2003 en que éste se queda absorto observando al super macho mexicano en sus evoluciones como jinete y/o repartiendo justicia según el albedrío de su pistola.

Por más que Hollywood comience a desperezarse de su idilio con los líderes de izquierda, por más que este filme de 2003 —no el de 1914— al fin muestre el lado negativo que pueden acarrear esas lideraturas; se hace el esfuerzo por maldecir en varios idiomas el trayecto histórico de líderes de la Norteamérica derechista, para que Antonio Banderas pudiera decir ante el ofendido pueblo mexicano, que a fin de cuentas los del norte del Río Bravo tendrían más motivos de disgusto con el filme.

Ciertamente que Villa tuvo visión histórico-cultural, que el maridaje de las revoluciones y el cine ha tenido muchas repercusiones, de modo que a veces la vida ha imitado al séptimo arte. Ciertamente que del dinero resultante han libado los dos factores, tanto que aún hoy día muchos intelectuales temen divorciarse de la dictadura del mito, o del mito de ciertas dictaduras.

A Villa lo vemos disponer de vida y hacienda, muy paternal con la esposa que ruega le devuelvan al marido;  es el único caso  en que no manosea nalgas de mujer, donde el macho se refrena para no manchar la imagen del bien que se quiere representar en escena; no ocurre sin embargo  igual cuando otra esposa viene con el mismo pedimento al final del filme, cuando la ejecución del segundo marido ya habría ocurrido... Es cuando la mujer lo presiona en ataque de histerismo y él la ejecuta con su propia pistola y a quemarropa... Escenas como esta, ya dije, fueron excluidas del filme de 1913-1914; pero el técnico intelectual salidito de Harvard, el del filme de 2003, al fin reacciona con la “hombría atípica de los norteños” según se infiere de cada centímetro cuadrado de la película. Entonces, hay que saludar a HBO por enfrentar la crítica del sur del Río Bravo, por esta libertad que se tomaron, por rescatar las escenas omitidas en 1914. Hubo aquel momento en que Villa, en actitud salomónica, decidiera cuál de dos niños que fungían de ayudantes en la producción fílmica, podía quedarse en esos menesteres, y cuál irse a su guerra; éste último debió morir sin que se le consultasen sus pensamientos al respecto del problema social en su patria.

En el contrato estatuido con la industria de cine norteamericana, Villa se comprometía a no efectuar combates nocturnos porque ello resultaba muy difícil para el pobre lente de 1914; cuando al fin llegó la hora de que el generalote tenía que violar los términos por razones estratégicas, el técnico se atrevió a reclamarle, y a resultas de esto el tacto para los negocios* perenne en el general, hizo que se determinara “meterle dinamita” a la iglesia de la fortaleza del Torreón porque quizás algo le decía a su espíritu anticlerical que allí los federales escondían las municiones y el resto del parque militar. Aquello explotó “like a hell”, y el infierno iluminado permitió al general preguntar con la sorna que usaría un  luminotécnico al exigente director: “¿Suficiente luz ahora, Francisco?; pues ¡acción!”.

Las prostitutas que abastecían el morbo de la soldadesca salieron muy bien paradas, porque gracias a ellas se salvaron escenas que no podían suplir apenadas inditas; aquellas son las que dan la bienvenida al héroe en escena crucial, cuando el afeminado director de la película, el mismo que vemos secarse los lagrimones durante la première de 1914, ya desesperaba.

A Pancho Villa hay que anotarle entre sus virtudes, el que arrastrara fuera de la iglesia a un cura que se había “morfado” a una chica menor de edad; esto en tiempos en que este tipo de escándalos tiene al mundo revuelto, es una tema incluido magistralmente en el guión del filme de 2003.

A Antonio Banderas hay que descontarle el mérito de repetir gestos del Zorro cuando por ejemplo funge de padrino de bautizo de un niño, o por el hecho de tener tallas de menos respecto del Villa,** según reza en uno de los artículos que se han publicado. Pero, ¿de dónde le salió a Pancho Villa esa talla gigantesca?, o mejor: ¿por qué el interés de remarcar esto cuando supuestamente la mayor parte de lo que se ha escrito sobre la película converge en respetar tradición y cultura mexicanas, y es proverbial el hecho de que ese pueblo vive orgulloso de la breve talla promedio de sus habitantes?

 

Notas

* “Is this the first sign Pancho Villa may have been better at publicity than socialism?” (“¿Es esta [...] una señal de que Pancho Villa pudo haber sido mejor como publicista que como socialista?”). Ver “And Starring Pancho Villa As Himself”, a Film Review by Gary Chew.

** Ver Atlanta Latino, Bilingual newspaper.