He perdido el raciocinio
He descartado
en un abrir y cerrar de puertas
las arduas tautologías
los procesos socráticos
de una intelectualidad
un tanto barroca y abstrusa
He devenido
progresivamente
en una especie de inmaterialidad
de signo callejero y torpe
Soy un talante sin sorpresas
un arquetipo etéreo
provisto de calle y orgasmo
Una sustancia bioquímica cualquiera
con tendencia a la poemancia
al extravío
Espejo
Desde entonces tu imagen
se llamará olvido
y que no importe
la noticia del adiós
Brindis
La inestabilidad me brinda
la copa rota del hastío:
pájaros de muerte surcan un cielo
resquebrajado por la lluvia
Nostalgia
Después de todo
no habrá tiempo
ni espacio
A trasluz divisaremos
una ciudad adormecida
en los confines de la lluvia.
Nubes
Hay columnas que el tiempo
no ha derribado
Piedras
en cuyo interior
palpitan vocales o relámpagos
Rostros asiduos de preguntas
bajo estaciones que el mar
aún desconoce.
Después de la lluvia
Tal vez algún día
la lluvia se parezca a ti.
Tal vez
una noche fortuita de marzo
bajo la ira
y el relampagueo del mundo
logremos encontrarnos
Como cuando descalzos y sumisos
comprendíamos la vida
detrás de los insomnios.
Certeza
Tal vez sea lo mejor
y el tiempo nos dé
tarde o temprano
un poco de consuelo.
Siquiera un día
Siquiera un día
un día no más
y la muerte será vencida
con un golpe de suerte.
Botella vacía
Una botella vacía
atesora
en el fondo de su diafanidad
un beso del aire
Encuentro
Las estrellas dispusieron el encuentro:
Nos dedicaron la glacial frescura
De una noche común y corriente,
Y la bulla y la gente tropezando con las piedras,
Y unas cuantas sombras,
Y la imagen de tu cuerpo
Transfigurada por el sueño
Y tu voz a regañadientes como nacida desde lejos,
Y unas cuantas botellas vacías,
Y rastros de carmín y sobresalto sobre la camisa
Y unas cuantas ráfagas de lluvia más allá de las nubes
Y tu pulgar derecho apto para colmar toda la noche
Y la exacta curva de tu vientre
Y la corteza de tu piel incesante como rotación o latido
Y la languidez de tu mirar lejano
Y la lejana melancolía sin fondo ni pena
Y tu sonrisa desesperante y clara como el día
Y el verano de tu pubis tan ajeno y tan tibio
Y tu rostro en claro-oscuro
Y tus maneras, tus gestos,
Y, en fin,
Todo aquello que somos o podemos llegar a ser,
Y lo que va apagándose inexorablemente lejos de nosotros
Como estas palabras tardías
O este día que se extingue
como todos los días.
Intemperie
La docilidad agrieta
los poros que en la superficie moran
con la mirada cegada
abatida de intemperie
Abismo
De tanto buscar
y no encontrar
se va desdibujando
la comisura de los labios
la mirada pierde
color y sobresalto
Inmaterializándose
sutil
En su borde más profundo
Ofrenda
Y te ofrendaré
un camino de luces
y perfumes agrestes
y tu posesión será
un mar silencioso
poblado de botellas vacías.