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Kristel Guirado y su oda a los mascarones de proa
“Me gusta aventurarme hacia lo lúdico”
Ángel Díaz • Fotografías: David López

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Kristel Guirado

Enrumbada hacia el rescate del baluarte dejado por el recordado poeta de los grandes tiempos, Pablo Neruda, la ganadora del premio único de la II Bienal de Literatura Infantil del Instituto de Altos Estudios de Auditoría y Control de Estado, Fundación “Gumersindo Torres” (Cofae), KristelGuirado, da rienda suelta a su imaginación creadora al escribir sobre unos mascarones de proa, figuras percibidas como estatuas de madera y que se llegaron a instalar delante de los navíos como reliquias. “Este cuento es un homenaje, absolutamente merecido, para uno de los creadores más grandes de este continente. Tanto desde el punto de vista político como creador, revivo las grandes metáforas de Pablo Neruda en mi historia”, expresó complacida.

Por esta razón quisimos navegar con Guirado en la proa hasta el Océano Pacífico, a una isla nada “negra” situada en Chile, para conocer desde su yo interior una historia infantil que logra salir de la proeza de más de 10 años de esfuerzo, a la fascinación de tres jurados que por decisión, más que unánime sensata, le concedieran el primer lugar por tratarse de unos “juguetes muy grandes”. Hacemos de su recordatorio que en la curiosa isla, aquel poeta de nombre Neruda dejó una casa que hoy aclarece el escenario tropical con un museo de recuerdos. Esto le daría pie a Guirado para recrear sus seis aventuras.

Y así, afianzándose a la idea de pasar por el seudónimo de uno de los amores de Neruda (AlbertinaAzócar), la licenciada en letras egresada de la Universidad Central de Venezuela, KristelGuirado, se entretuvo un rato largo escribiendo sobre los mascarones. “Albertina fue el gran amor imposible. Por eso decidí colocarme ese seudónimo que conjura uno de los sentimientos más hermosos. Éste me inspiró y produjo la creación”, comentó sobre su seudónimo.

Tras haber recibido una comunicación que la daba por ganadora, a su llegada a la sede de Cofae, quien la ve a simple vista inmediatamente se percataría de que Guirado ha recorrido ya camino en el mundo literario, cuestión que le ha permitido hasta hacer teatro. Pero en su gesto humano, palpita una mujer sencilla y —sin maquillaje alguno— nos habla de los retos que significó ser autora de los juguetes que, bajo su gran angular, son magnánimos. “A mi me parece de suma importancia que existan estas bienales que puedan llegar a tener el estatus de una cada bienio también de poesía, narrativa para adultos y dramaturgia. Cofae le dio mucha seriedad porque, incluso en la academia, la literatura infantil siempre es desdeñada”, comentó al inicio de la entrevista.

Para la madre de dos hijas (Ariadna y Sofía) y la tía de varios sobrinos a los cuales también dedica la historia, esforzarse en hacer una obra que cubra los requisitos de una buena literatura infantil, significa ajustarse a la modernidad. “Escribir sobre el había una vez y comenzar por allí una historia tiene detrás todo un mundo de lugares comunes. Es un reto porque hoy en día el niño no se deja contar tan fácilmente las historias, como tampoco nosotros los adultos. Tengo miedo a acercarme nuevamente al libro. Te puedo confesar que no lo he abierto después que me dieron la grata noticia. Estoy segura de que debió ser reñido dicho galardón. Queda aún un reto por ver y es ver qué van a hacer los niños con esta obra y cómo reaccionarán”, dijo.

También Guirado recuerda que la historia de su cuento no fue circunstancial. Su trabajo literario viene recorriendo camino desde el estado de donde es oriunda, Aragua, exactamente en la población de Villa de Cura que como se recordará es cuna de creadores. “Allí teníamos un movimiento literario y hacíamos talleres culturales dentro de los cuales estuvo la proyección de un video de Pablo Neruda sobre la historia oculta de Isla Negra. Redescubrimos, a través de esta cinta, al Pablo coleccionista, que atesoraba y conservaba objetos de gran valor. Entre tanto estaban los mascarones, pero también hay desde caracolas hasta máscaras. Yo no he tenido la suerte de ir a esta isla, pero los que la han fraguado me dicen que son muchos los tesoros. Me parece importante cada uno de sus trastos, porque Neruda los veía como juguetes. Recuerdo que cuando uno es niño —cuestión que se va perdiendo—, los juguetes son las cosas más importantes, desde piedritas que puedes recoger en el patio, hasta algunos muñecos que aunque tu mamá te diga que son horrorosos, uno los guarda y los conserva. Ello porque la visión del niño es otra, Pablo nunca perdió la visión del niño”, indicó Guirado pensando en los mascarones como algo de su valor, hoy vistos como donación a un museo.

—¿Qué la motivó a escribir la historia infantil?

—Era tratar de llevar mi mirada de lo que me pasó cuando vi los mascarones de proa. De alguna manera yo sentí que eran los juguetes más grandes, no sólo de Pablo, sino míos. Es esta mi ficción, razón por la cual coloqué el texto original donde Pablo describe los mascarones como grandes muñecos.

—¿Se reencontró con su yo interior?

—¡Imagínate! Ese es el intento de todo escrito, tratar de ir hacia adentro y después proyectar hacia fuera todo lo que tenemos. Es algo que nos contiene y uno como continente, como no lo soporta, tiene que aflorarlo, se hace más grande que uno.

—Los procesos de socialización (crianza) y masificación, ¿han fraguado la usanza de los juguetes?

—Sí, y mucho. Es un problema incluso ideológico, de lo que hemos comprado como cultura. En Turmero hay un artesano que hace un baúl de juguetes hechos en madera y con los que llegaron a jugar mis padres. Pero lo que contenía este ingenio y su historia se ha perdido. Ello no quiere decir que mis hijas no tengan juguetes de los comercializados, pero el tiempo que tienen los padres de jugar con esos mismos juguetes hace distinta la relación de afecto que había antes con una muñeca de trapo, por ejemplo.

—Entonces, ¿los mejores juguetes son los más humildes?

—No sé si los más humildes, pero éste estará cargado para poder hacer de él un sueño, para poder fantasear con algo cargado de imágenes. La tecnificación del juguete, deja de ser tu “coroto”, no lo particularizas ni con tu vida, ni con tus anécdotas, sino que incluso ya vienen cargados de anécdotas, son los juguetes de la televisión que los masifican, esos personajes que ya tienen una historia. No eres tú el que le inventas la historia a tu juguete, no vive junto a ti, por el contrario “te empatas” desde el punto de vista coloquial en la historia del juguete comercial. No es el artilugio que crece contigo, es ese que tiene sus propias aventuras. Los episodios del trasto no se las concedes tú, ni están compartidas contigo, ya vienen anexas.

—¿El éxito de un juguete dependerá de quien te lo regale?

—Seguramente también. Hay juguetes que dependen de a quién te recuerdan y con qué intención te lo dieron.

—Se está perdiendo la identidad de la verdadera infancia?

—Voy a ser aquí nuevamente política con respecto a las leyes. Martí, quien escribió muchísimo para los niños, decía que cada pueblo debe buscar el espíritu de sus leyes en sí mismo. No puedo vivir con leyes, ni crecer con las externas, porque no tiene nada que ver con su espíritu como pueblo, ni como país. Asimismo creo que cada niño, en cada cultura, debe buscarle el sentido a su infancia en la cultura misma. Por supuesto, si tratamos de unificar un solo saber, nos estamos alejando de lo que somos. Y de alguna manera alejaremos nuestra visión, por no decir concepto, de la infancia, nuestra elaboración de ella no se corresponderá con lo que somos.

Kristel Guirado—La felicidad eterna, ¿se consigue en un juguete?

—(Risas) Mira, los juguetes se van transformando de alguna manera. Las palabras juguete y jugar están muy relacionadas hoy en día con la acepción burla. Si tú dijeras: “¡Yo juego con el amor de mi vida!”, otros te dirían: “¡Ay, te estás burlando!”. Entonces, no en el sentido lúdico y maravilloso de lo que significa jugar. Allí a diario estaría la felicidad.

—¿Son aún grandes los juguetes? ¿Los artilugios, mientras más pequeños, menor valor?

—No, de ninguna manera los juguetes pequeños son insignificantes. Yo nunca olvidaré cómo jugaba en un patio enorme de una casa en Villa de Cura con un samán, como dice mi papá (o papapa como lo llama en el cuento ganador), en su verso hermoso: “Tengo un gigante en un patio de mi casa”. De hecho, para abrazar un samán nos tenemos que agarrar de la mano como cinco personas. En ese patio donde yo crecí, aparecían trozos de porcelana con florecitas. Eran las tazas y platos que se rompían. De pequeña, esos fueron mis juguetes más grandes. Creo que el trasto es más grande no por el tamaño, aunque en el caso de los mascarones coincidía corpulencia más juguete. El juguete más grande es el que nos inspira la mayor aventura e historia imaginada. Es pensar qué mundo recorrerá.

-El niño para el que usted escribió, ¿tiene una edad?

-No creo. Cuando Pablo me conquistó no lo hizo pensando en un niño grande o pequeño, sino en un niño. El espíritu del infante, si pervive en nosotros, no tiene una edad real. Cuando vi los mascarones los miré como una niña.

—Una de las preguntas que me gustaría reformularle, ya reflexionada con los jurados de esta Bienal, sería cómo ve la sugestión al momento de escribirle a un niño.

—Creo en la sugestión, si no te la diriges a ti mismo. Me gusta más aventurarme hacia lo lúdico, no como parte de un proceso, sino como algo conceptual. Me gusta más el enamoramiento que la sugestión desde el acto mágico. De hecho, cuando leemos sobre la magia, en la antigüedad era definida como esa capacidad de sugestionar al otro. Ni siquiera es, si realmente haces el acto de magia.

—¿Qué técnicas manejó en su historia?

—Con respecto al uso de diminutivos trato de no usarlo mucho porque es como pensar que al niño hay que hablarle en chiquitico. Hay cosas que los adultos necesitamos que nos las disminuyan y otras no. Igual pasa con los adjetivos: “La flor blanca, la bien bonita”, es decir, adjetivar innecesariamente. Pero también, los niños no son hoy en día tan fáciles de sugestionar y nunca lo fueron. Las grandes historias no están llenas de adjetivos innecesarios, ni de diminutivos. Lo más importante es buscar la imagen: un principio de la poesía. Aúpo la narración tradicional, pero admiro mucho a los que escapan de los tiempos y la circularidad. Creo en detener la historia y luego seguirla.

—¿Ya es el niño el que lee, o es el padre quien le cuenta?

—Hubo un momento, hacia finales del siglo pasado con la vorágine del progreso y el trabajo, cuando los padres se percataron de que estaban demasiado ocupados y se perdió muchísimo esto de la lectura. Opino que las instituciones y el gobierno actual han tratado de rescatar el libro y la lectura como programas de educación. Aún en mi casa nos reunimos toda la familia y los abuelos y tíos comenzamos allí la narración oral que se ha perdido bastante.

—El gobierno de Chávez está implementando algo que usted me comentaba hace un rato y es el aspecto lúdico a través de la transdisciplinariedad de la educación superior. ¿Cómo ve usted este hecho formativo?

—Es absolutamente positivo. En todos los niveles lo lúdico es definitivamente necesario para poder motivar al aprendizaje y llegar a ciertas comprensiones que no las puedes tener desde la rigidez de un pupitre y un texto absolutamente académico. Esta iniciativa que se ha extendido a la transdisciplinariedad o multidisciplinariedad se ha estado dando en todas las universidades del país en sus diversos enfoques y más en la UBV donde se están capacitando personas que nunca tuvieron oportunidad de participar en algunos programas.

—¿Cree en los finales felices?

—¡Absolutamente! Laura Antillano dice que una de las cosas más maravillosas que tienen los cuentos es que sabíamos que por más que pasáramos por muchas vicisitudes, siempre había un final feliz que nos esperaba. Después volví a ver esto en una película, El Señor de los Anillos, y recordaba satisfactoriamente que se lo había leído primero a Laura Antillano. Un final feliz nos motiva a seguir elaborando y soñando en la vida.

—¿Y las que tienen finales tristes o desesperanzadores?

—Se recurre mucho al final abierto. Francamente eso te deja una esperanza a pesar de todo lo que vives. Una reflexión te dice también lo mismo y si una segunda vez pasa, tienes la oportunidad de cambiar la historia.

—¿Sus hijas ya leyeron Los juguetes más grandes?

—¡No!, por cábala (risas). Creo que son las lectoras más arduas que tengo. Y también aún siento algo de temor al respecto.

—Pero, ¿lo van a leer una vez que salga editado?

—¡Seguro que sí! Además, y no sé si es un poco de frivolidad, quería que sintieran, si ganaba, la alegría de ver a su mamá en una carátula dura, no es lo mismo que en la computadora.

—¿Significará un compromiso para usted que alguien le ilustre su historia?

—La ilustración en los cuentos infantiles está atada al texto, y deben estar recreadas. Al respecto, pensé que algún día me podría ilustrar el libro un amigo, tras ver juntos el video de la isla, pero él murió hace un mes y medio. Recuerdo que la segunda fase pensada de mi creación era que él lo ilustrara como poeta y pintor que fue: Aly Pérez. En realidad, no me he puesto a pensar qué cosas maravillosas concebirá el ilustrador que gane hacer la ilustración de mis textos. Más que un reto, me crea una incógnita. Es una espera tan igual, me imagino, que cuando alguien los esté leyendo. ¿Qué pasará? Esto es parte de la historia misma —finalizó la entrevistada.

 

Lo que usted quería saber de la ganadora

KristelGuirado Zapata es licenciada en letras egresada de la Universidad Central de Venezuela, carrera que compagina con la actuación. Actualmente, realiza su tesis de maestría en lingüística en la Universidad Central de Venezuela, casa de estudios para la cual también ha trabajado como investigadora y docente. Ha impartido talleres y cursos de perfeccionamiento de análisis del discurso, poesía, narrativa, ensayo y obra dramática en institutos educativos nacionales. Es miembro fundador de la radio alternativa comunitaria La Voz de Guaicaipuro. Ha sido galardonada con varios premios en dramaturgia y narrativa entre los que resaltan el I Festival de Monólogos “Armando Urbina”, la II Bienal de Literatura Nacional “Augusto Padrón” y la de Literatura Nacional “Semana de la Juventud 1998”. De igual manera, ha participado como jurado en importantes encuentros literarios en el estado Aragua del cual es oriunda. Tiene en su haber diversas ponencias presentadas en jornadas nacionales de lingüística. Como escritora cuenta con publicaciones literarias de libros, monografías, artículos y reseñas.