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Poemas
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Se infiltran

Se infiltran en las pesadillas de tus personajes
unos que embadurnan con plumas fascistas del Ku-Klux-Klan
y sellan con sus orgías crucificantes
el colapso

Así como antes esos personajes
se infiltraron
en tus pesadillas.

 

Polvito de rapé para dos

Una vela para la noche en ella
reclamo con la mirada salvaje

¿Perder la mente entre vistosas mañas?

(Para un volumen en prosa con aires de lubricidad.)

 

A Felisberto Hernández

Muequitas en el pizarrón:
escríbanme o partan tizas

Inteligiendo en las costas
los restos de un pesar
antroposófico

Caí
de fallecimiento provocado por un signo de admiración

Anticipé:
ya venía con brizna la brisa:
Alicia en el País de las Sevillanas
es una artista asediada por su vello púbico

Advertirlo
sin ablandarse en la modestia

Da sobre las cosas el sol:
sobre Felisberto da como vemos
que ve cómo da
                sobre las cosas.

 

Colorín colorado

¿Exponer la predestinación de las perdices?
¿Exaltar la índole del apetito?
¿Guiar un tur por el masticar, el deglutir?:

Perdices
                o chancho rengo.

 

La novela no vela, ¿no?

La no sobria novela dudosa no terminará de redactarse
y de aposentar en ella sus reales miserias el autor
quien no situará orondos huevos sobre mesa de altar
ni pelará lingam de glande absorto
(alardes motrices)

Ubérrimos y urentes: novelemos
espermatozoides en la hoguera
(no la contundente insignificancia es magnífica).

 

Jan Neruda de la Malá Strana

El señor Schlegl / una mujer (la misma mujer) / el señor Rysanek
(otra fue quien arruinó al pordiosero
otra féretro tras féretro la de corazón tierno y llorador)

Conversación nocturna sobre los tejados tentadores de la calle Ostruha
cruzada por el circunspectísimo médico-no médico designado misántropo
transitada por el magro Hastrman (“¡el mar! ¡el mar!”)
en la barriada del mesón “Las Tres Lilas”
(parroquianos suboficiales y cadetes en el saloncito)
tres enormes dogos feroces en la capilla de San Wenceslao
velando el prolijo orgullo del monaguillo narrador
revolucionario desprovisto de pólvora

Gorda María en el Día de los Muertos
(dos muertos, farristas, uno poeta, ambos pretendientes de la treintañera)
el epilogal treintañero estudiante de leyes (“¡qué hombre!”)
y los demás vecinos conspicuos convocados.

 

Preguntas de Anita

¿Importa saber qué edad he llegado a tener
y si soy risueña o resentida
hija adoptada por Karenin
(el marido de mi madre y padre de mi medio hermano)
hija del conde Vronski, e insisto
de aquella mujer tan bella que apenas conocí?

¿Heroína de la que precisamente habré heredado su belleza?

¿Escribí yo libros?

¿La perdoné?

 

A Ernest Hemingway

Langostas, grillos, truchas, salamandras como carnada
insectos, larvas y escarabajos para tu anzuelo
muchacho NickAdams, inventor de arroyos
para quien era Michigan una fiesta del verano

Las armas
del viejo Hemingway y el mar.

 

Sopa lupina

A la marmita el lobo cochambroso
lupino el lobo
caldo la sopa

y los tres puerquitos:
buen provecho.

 

A zampar

La abuela de Caperucita no indigesta
henos invitados al opíparo banquete:
Platón
                trincha.

 

A Fernando Savater

Los políticos
a caballo de las naciones

La curiosidad
a canguro de la ciencia

Los ambiciosos
a tigre del comercio

El dogmatismo
a mastodonte de las iglesias

Los revolucionarios
a cóndor de las reivindicaciones

El goce estético
a unicornio de la dignidad.

 

Caligramas

Letra al límite de Teócrito
                o chinos
talismanes (algunos)
lipogramas y extravagancias
tiernos repudios polilingües y hasta despampanantes anagramas
remotos bíblicos esotéricos
árabes o persas metafísicas caligrafiadas
laberintos benedictinos, abracadabra ornamental
dibujado
                Dionisio de Halicarnaso.

 

Filosofías

Chorro de soda generosa sobre asianistas, eudemonistas y maniqueístas
aguas mineralizadas sobre convencidos consagrados al pirronismo y al epicureismo
(fuera detractores de cualquier multinacional de las gaseosas)
yo los bautizo en el nombre
de las más afiladas filosofías decadentes.

 

Poema con cuarteto bien conocido de gigantes y un ácrata

Nace en la edad de la inocencia
de la naturaleza y la destruye
Darwin la inocencia de la naturaleza

Nace en la edad de la inocencia
del Estado y la destruye
Marx la inocencia del Estado

Nace en la edad de la inocencia
de la mente y la destruye
Freud la inocencia de la mente

Nace en la edad de la inocencia
del tiempo y del espacio y la destruye
Einstein la inocencia del tiempo y del espacio

Nace en la edad de la destrucción
de la inocencia Bakunin

y crea.

 

El riñón de la felicidad

“Como que no te anda el riñón afectivo”
espetó la esposa del poeta
al poeta

Añadió
(o creyó el poeta que su esposa añadía):
“demasiado aun de lo mejor
no por mejor es menos demasiado”.

 

¡Lo tengo!

¡Lo tengo!
                me dije
al poema

en secreto

Se me vino
                lo esperé
natural

sin cesárea

Lo tuve
                escribí
al poema

a voces.

 

Números me salen

Números me salen
de los que desconfío

y versos
                en los que confiaría
                               no me salen

más que de otros.

 

Desde una carta dirigida a Antonin Artaud

Es en la vigilia de estos enamorados
Antígona y Marat
y en escenarios y papeles con membretes
de Café de la Regence y Café Riche
donde irrumpían ediciones de sesenta y cinco ejemplares
de “Le pese-nerfs” como granadas
al pie del láudano, la miseria y la inmortalidad

“Date por abofeteado
y te amo y te comprendo más que nunca”:
el poema de Génica Athanasiou
que sustraje de un borrador
que releo hoy despidiéndome del verano.

 

Modelando

Los motivos dictan poemas
los motivos hostigan poetas
perentoriedad corremos y corremos
alcanzamos a la perentoriedad
con motivos

Le insertamos un motivo al dictado
encarnamos la perentoriedad del motivo
es un trabajo encarnar la hostigación
trabajamos modelando la perentoriedad

El poema es poema y se queda parado
lo leemos
                y salta.

 

La ventana es una naranja que se abre

Me asomé a la naranja
a su
                liberada claridad

La ventana que se abre
me
abre a su secreto

El secreto del sol es la naranja

El sol muestra la naranja

A Apollinaire
el sol le muestra la naranja.