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Poemas

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Intento poético #88

Mis ojos encuentran su derrota,
sucumben ante letras
que, con eterno arte,
estremecen el alma
cuando nadie lo nota.

Mis ojos encuentran su derrota,
pues te veo naufragar entre líneas,
fantasmal imagen que, a distancia,
se presenta disuelta y diluida
como un lunar de sal entre las aguas.

Mis ojos encuentran su derrota,
el vaivén de tu ausencia los subyuga.
olvidaste las huellas de tu cuerpo,
olvidaste la incauta insistencia del recuerdo,
me dejaste en la piel esa ironía,
esa burla fina que a veces fue mía,
que siempre ha sido tuya.

Mis ojos encuentran su derrota,
llueve sobre los versos de Neruda,
llueve también, afuera, bajo la luna,
llueve desde mis adentros
y una lágrima brota...

 

Se me ocurre

Eres mi primer trazo, mi obra maestra...

Dulce amante dormida,
se me ocurre mirarte con el morbo preciso,
tocarte suavemente con los ojos,
acariciarte con mis pupilas encendidas,
inquietarte, sólo un poco, con el deseo suficiente
para dibujarte en el rostro
el bosquejo más perverso de tu sensual sonrisa.

Se me ocurre mirarte
para amarte de nuevo, con apuro y sin prisa.

Se me ocurren tantas cosas, y entre tanto
estos versos, intentos opacos de tenues destellos,
garabatos nerviosos, suicidas, tambaleantes,
pero honestos...

Tú, descubierta a contraluz.
Yo, oculto en claroscuros.

Y las sombras de nuestros cuerpos
descansan aún inquietas
sobre los muros
de esta habitación blanca,
inundada casi en silencio,
inundada en un tiempo casi mudo.

Y a lo lejos, ya se oyen los ecos de una noche
de melódicos susurros.

Batalla lunar: seducción de los amantes, ficticias gravedades,
toqueteos, parpadeos, disparates,
riñas intermitentes que buscan, insistentemente,
un resquicio, una oquedad, para recomenzar.

Y a lo lejos, en la noche, ya se oye el bostezo del mundo,
Inquebrantable paz.

Imposible es negar
que las palabras se lamentan
al tratar, inútilmente, de describir tu palpitante belleza.

Sería mentir, si no dijera
que la frágil desnudez de tus pies ligeros,
asomándose entre las sábanas,
al borde de la cama, son mi mejor poema.

Se me ocurre respirar tu calma,
besarte el alma mientras tus labios aún tiemblan.

Se me ocurren tantas cosas, deleitantemente inciertas,
pero sucede que no estás despierta.

Se me ocurre soñarte mientras duermes,
y probar de tu cuerpo
un suspiro de vida.
Dulce amante dormida,
Un paisaje sombrío
se posa en el fondo azulado
de tu espalda,
Matices prohibidos
invaden el nocturno lienzo
de tu piel.

Y a mí sólo se me ocurre mirarte
mientras se desmorona el día.
Y así, a distancia, hurgar en tus curiosidades,
entre tus pechos malva y tus muslos púrpura,
mientras capturo en la cuna de tu vientre
el menguante reflejo de la Luna.

Y a mí sólo se me ocurre
Mirarte, descubrirte como por primera vez,
y sentir que el amor es el arte de cada anochecer.

Eres mi primer trazo, mi obra maestra...

 

Bleu

A Mónica, la voz en mis silencios.

Azul, ese aventurado parpadeo
de la noche, que circunnavega, desnuda
y da vida a las sombras,
propagando desvelos, ese suspiro insomne...
Azul, la caricia que llega
al puerto de una espalda, el naufragio
y la isla, todo se funde en un solo canto,
que esconde la agonía,
el temblor de unas manos, descubriendo una playa
en donde anclar los sueños...
Adiós a las amarras, las brújulas, los mapas;
los astros sonríen, colgándose del cielo, titilan
un verso que marca, sin quererlo, el rumbo inesperado
de esta pasión tan líquida,
destino al descubierto;
dos peces se entrelazan
en sonámbulo vuelo...
Azul, el color de esa noche
que siempre llega...
Azul, el color de los poemas
para decir te amo, sin siquiera decirlo,
así, azul, como el silencio placentero
en el que dos cuerpos son la noche misma,
y siendo ellos mismos se desvanecen lánguidos,
se sumergen en el letargo irremediable del ensueño
y esperan amorosamente a que amanezca...

 

Sleepwalk

En esta insomne brevedad nocturna, alienada
a mi lamento está tu risa;
la sutil ironía,
el desencuentro,
la tan ligera burla aunada
a ese espasmo
recurrente que dejan siempre
las pasiones breves,
las caricias llanas y las palabras
burdas... Es esta obstinación triste y perenne
que llega siempre
a su hora justa,
cual fiel letanía que va
y viene, se desvela
o madruga;
es esta fantasía dulce y tenue, que no permite
el desengaño,
nunca... Soy yo en las fauces
de tu noche, esa salivacíon,
bestial y oculta, del bello y complaciente
monstruo al que llamamos
sexo, ante el cual buscamos, obstinadamente,
que el amor
sucumba... Fatal, letal, mortal,
como si un beso o un verso
nos golpeara de lleno
en la nuca... Y sólo queda ese rumor
espeso, que se lleva consigo
la densa lluvia;
tu nombre y mi nombre,
el de ambos, nuestro
adagio rodando lento por la calle
sucia.

 

Truco o treta

El predecible final persiste,
el final que planeamos, el que el mundo temía,
es el de ayer y el de siempre,
es el arcano del tarot quien sonríe y miente,
es nuestra muerte, esquivando a la vida,
es esta taza de café a las siete,
dulceamargo, meditante y silente,
es ese azúcar de las nubes rasas,
que espolvorea parsimoniosamente mi presente...

Son mis ojos
haciéndole el amor al diario,
el amor de a diario,
al diario del amor,
son mis manos recortando tu nombre de la nota roja,
mis manos haciéndote la autopsia,
descubriéndote muerta,
nota roja,
negra rosa,
rosa roja,
negra nota,
son mis ojos teniendo un orgasmo,
un éxtasis necrófilo, oculto e indecente,
es tu foto, la de tu última sonrisa, esa que busqué tanto,
en los estantes, las repisas y los armarios...

Te tengo, más de lo que ayer creía,
te tengo, y ahora puedes ser quien yo quería,
puedes ser mi amante, mi madre, mi hermana, mi tía,
puedo ser culpable o pecar de hipocresía,
decir, tal vez, que no te conocía,
o decir también que te odie hasta las lágrimas,
que te ame sin mentiras...

¿Tú... tú qué dirías?
Dirías acaso que fui el loco poeta
que te mandaba flores casi todos los días,
Tulipanes, gardenias, girasoles,
Tonterías, odas, canciones, perfumes, joyería..?

¿Qué me dirías, en este justo instante,
si pudieras entrar por esa puerta,
que tus pasos hicieran eco en este café sin nadie,
dejando atrás el teatro y las caretas,
atrás todo, atrás tus pelucas y tus vestidos caros,
si pudieras entrar por esa puerta,
y vinieras con tu rostro desmaquillado
a morderme una oreja o a reírte de mi peinado,
a rodear mi cuello con tus brazos
y aliviarme el semblante con la caricia de tus labios?...

¿Que me dirías..?

Ya lo sé, lo sabes, nos amamos...

—Ces’t fini
—Ces’t la vie

Y nos vamos...

Nos vamos porque nunca es tarde, ni tampoco temprano,
es la hora de todos y de nadie,
la de los relojes y los gallos,
de los borrachos y los amantes...

Nos vamos, ya nos vamos,
no sin antes dejar como propina
en una servilleta la letra de un tango
y en el cenicero la chispa de un amor de marquesina...

Nos vamos, ya nos vamos,
porque, a esta hora, en la que me regalas tu vívida sonrisa,
la noticia de tu muerte
ya habrá invadido todos los diarios,
porque una nube rasa va pasando
y todo está en su sitio exacto,
las rimas, la brisa, la prisa y nuestra risa,
porque tu mano es el espejo de mi mano,
porque este es el final de siempre, el de ayer,
el final que inventamos...