Editorial
Escritores Alka-Seltzer

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La globalización es un concepto polivalente cuyo significado parece no estar muy claro para el común de las personas. Básicamente es la expansión del hecho económico con independencia de las particularidades nacionales, y bajo el liderazgo de las grandes corporaciones. En realidad es la evolución de lo que anteriormente, mediante los procesos de colonización, hacían los estados. Una evolución expresada en la delegación, durante el siglo XX, del poder económico en las grandes corporaciones.

Pero para hacer economía hay que comunicar, por lo que a la par de la expansión económica, a la vez como causa y consecuencia, se ha producido un gran estallido de las tecnologías de la información. En este sentido, la expresión más acabada del avance comunicacional contemporáneo es Internet.

Internet ofrece una serie de herramientas de provecho para la literatura. No sólo desde el aspecto de la diversificación informativa —que ya de por sí es un avance en el proceso de formación del escritor—, sino además porque ha redefinido los conceptos tradicionales relacionados con la edición.

Publicaciones como Letralia, donde es posible leer material de autores de todo el mundo, serían imposibles sin Internet, pues los costos de producción serían altísimos. Pero el momento que vivimos nos ha permitido apreciar un nuevo fenómeno: la eclosión de los sistemas de autopublicación como Predicado.com y YoEscribo.com, en los que no se estimula la calidad literaria sino la cantidad literaria. Igualmente, la aparición de una tendencia hacia la autopublicación acompañada de la autodistribución, que convierten al autor en su propio editor, con sitios como Lulu.com en los que, sin invertir cantidad alguna, el autor ofrece sus libros en formato impreso a través de una plataforma de comercio electrónico.

Esto tiene en sí una ventaja y una desventaja. La ventaja es que cualquiera puede publicar. La desventaja es que cualquiera puede publicar. En el futuro, esta tendencia cuajará y producirá una sobreoferta en libros de todo tipo. De esta manera, tendrán que redefinirse de forma natural los esquemas con los que identificamos un libro de calidad, y lo haremos sobre la experiencia de cientos de años que han acumulado las editoriales contemporáneas.

El escritor no debe temer las herramientas construidas por la globalización; al contrario, debe hacer uso, con un interés cultural, de esas herramientas que han sido desarrolladas con un interés económico. Seguirle el paso a la idea de Hans Magnus Enzensberger: el escritor no será una fuerza a enfrentar contra la globalización, sino una de las fuerzas de la globalización. Se disolverá, como una pastilla de Alka-Seltzer, en el gran vaso de agua en el que todos vivimos.