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Alice in WonderlandLos concursos son un albur
¿El verdugo le corta
la cabeza a Internet?

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Los concursos tienen un tradicional misterio, envuelven casi siempre sus resultados una dosis pavorosa de subjetividad, sobreviven más al azar, que a la pujanza de los contenidos del autor, la buena lid es letra muerta, y priman en no pocos casos y ocasiones, intereses subalternos, bastardos, y compromisos que podrían encerrarse en el puño de una mano.

La historia de los premios, lauros, demuestra un exitoso itinerario de arbitrariedades, sutiles maniobras, manejos también grossos, acuerdos tras bastidores, endemoniados petites comités restauradores del alma y cuerpo del delito. No hay escape aparente y la suerte pareciera echada de antemano, para la obra y el autor, atrapados en una flamante red de intereses.

Las grandes premiaciones agregan además las trampas editoriales del mercado, el reluciente metal subyuga al éxito, pone en coma la literatura, subordina, idiotiza al lector, le empuja a deambular en el ciego frenesí de la nada.

La cabeza está dormida, el verdugo ya la cortó, alguien la besa en nombre de la inocencia y la lanza al basurero con sus ojos abiertos. El filo del hacha sigue intacto, se renueva en cada sesión, corta el viento, subyuga a los presentes con su implacable decisión.

 

Filo de navajas

La literatura es un filo de navajas y los concursos, cabezas a rodar.

Meses me costó decidirme, numerosos e-mails, reflexiones, preguntas, dudas, pros y contras de un azar manipulado además por los intereses humanos. El azar se multiplicaba en un millón porque todo era por y sobre Internet. No obstante aposté al respaldo que le otorgaba una institución latinoamericana al servicio de un Nuevo Periodismo, al patrocinio indirecto de Gabriel García Márquez, a lo novedoso del concurso, un desafío verdaderamente global. Un premio que me permitiría además editar un par de libros y viajar. Un paquete de grandes sueños, fue el verdadero motor. Di muchas vueltas más para despejar equis que siempre quedan. Seguí animando mi correspondencia con el desconocido interlocutor del concurso, quien era el más entusiasmado en mi participación. Tenía una fe de incalculables proporciones, una actitud sublimemente macondiana en el afecto solitario de la literatura.

Era el ánimo, la convicción, aliento, a alguien desconocido, cuyo cansancio, descreimiento, se le notaba en las pupilas de sus correos. Flavio Vargas, de la Fundación Nuevo Periodismo, FNPI (asistente del Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI), se firmaba el interlocutor, y de una amabilidad digna de un gran concurso. Cruzamos correos una y otra vez. Recuerdo, entre otras cosas, lo engorroso de la fórmula para participar y desistí, en medio de preguntas y respuestas amables. El plazo se venció y no había participado. Volvió a abrirse, porque al parecer, aunque eran 25 mil dólares de premiación por categoría, género, no hubo una afluencia considerada aceptable por los organizadores. ¿La gente no cree en los demás, porque se mira a un espejo?

Hay premiaciones verdaderamente humillantes por los jurados que juegan a la ruleta rusa con la propia literatura. Conozco un lugar donde se ha premiado hasta el plagio. La infamia debe ser completa, dar vuelta olímpicamente el estadio para ser realmente verdadera.

Me llegaron una y otra vez las bases. El trabajo debía ser postulado por el director/representante de algún medio. Escogí la categoría de Internet. Después de todo, dije, la red de redes es la editorial de los pobres, desconocidos, y el concurso apela como su institución a un nuevo periodismo. El anzuelo del Nuevo Periodismo, un buen gancho para picar. Ciertamente se requiere de un Nuevo Periodismo y periodistas con ética, responsabilidad social, compromiso con la verdad y el lector. Internet socializa la palabra, distribuye sin fronteras, canaliza los mensajes sin intermediarios, hace crecer el espacio de la comunicación en todas las vías posibles. Democratiza, en una palabra, el mensaje.

Llegué a pensar, un concurso necesario, bien pensado. Se trata de un homenaje a una nueva comunicación. Ahora habría que pesar los contenidos y las formas, para saber si estamos ante algo nuevo.

 

¿Nuevo Periodismo, viejos arbitrios?

Justamente he intentado estos años hacer un Nuevo Periodismo, no sólo basado en la verdad de los hechos sino en la creatividad, en la búsqueda del lector con unos contenidos que trasciendan la lectura uniformada, esa estandarización noticiosa de los medios escritos y por Internet. La información usa el mismo traje en Nueva York, Milán o Sao Paulo. Un vicio del mundo global y abuso de los poderes fácticos. ¿La noticia se viste de seda y mona se queda?

El periodismo escrito y en TV, otras de las categorías del concurso, forman parte de la tradición, aunque los medios digitales han revolucionado las formas, velocidad, del periodismo en el siglo XXI. Los contenidos brillan cada día más por su ausencia e indecencia, no pocas veces, porque hasta los grandes y tradicionales medios que basaron su éxito en las historias verdaderas, hoy mienten, ocultan información, usan un trabalenguas por mensaje.

Por eso, el concurso, especialmente el de la categoría Internet, animaba a su participación, ya que se trata de lo realmente nuevo y una competencia frente al mensaje tradicional. Los blogs, bitácoras, han revolucionado el periodismo zigzagueante en Estados Unidos, y de la prensa escrita en general, porque la comunidad se ha tomado la palabra. Son millones los blogs que circulan diariamente en la red, uno por cada persona, red entre ellos, la multiplicación infinita de la palabra bis a bis. Los Angeles Time revolucionó su editorial con la participación comunitaria de sus lectores. Hizo un cambio verdaderamente revolucionario, y después vino una ola de spam, gajes de la red. No hay periodismo en el siglo XXI sin audacia, originalidad, creatividad, talento, la mixtura de todos los géneros en el mensaje. Los lectores se aburren de tanta mentira, uniformidad, gratuidad, más de lo mismo. Se siente un hormigueo por las grandes redacciones, anteriormente infranqueables, sagrados recintos de lo formal e inamovible. Se ha arrancado del corazón de la redacción el poderoso termómetro editorial, la sección emblemática. La vieja autoridad vertical, gris, comienza a visitar el cementerio con su propio ataúd, ve cómo se subasta un nuevo tiempo.

Una extraordinaria oportunidad para un concurso sobre escritos circulados en Internet, la medición de un nuevo género periodístico, una manera distinta de acercarse al Otro lector. El papel pesa, arde, se quema en las manos de un Lector que viaja entretenido en el mundo mediático, muy faranduleramente.

El sordo no ve ni piensa, se escucha a sí mismo, camina por su oscuro, infinito laberinto de olvido. Pasajeros todos de un mismo circuito cerrado de TV.

¿La palabra es cada día más extranjera. Nace y muere en el silencio en/de la red?

Decidí participar, conociendo los riesgos, y seguí los pasos de la inscripción: (Silvia Banfield: has sido postulado al Premio Nuevo Periodismo CEMEX+FNPI en la categoría Internet. Llegará a tu correo electrónico una copia del formulario de inscripción, para enviarla impresa junto con el trabajo. El código de inscripción, con el que marcarás el material es: 2004.CSC.5.250). Envié un texto vinculante con el propio concurso, bajo el título:

Internet, qué vieja y enredada te has puesto. (¿Qué teje la araña bajo las sábanas?).

En 321 líneas con sus subtítulos, hago la historia de la red y desde luego es un texto más complejo en historias, lenguajes, pisos sicológicos, trasfondo de una época: “De la charla, conexión de dos computadoras en 1969, surgió la clonación de la Babel de Internet en el siglo XX, con alas sin fronteras, clonada, infinitas palabras, la madeja del hilo verbal, digital, una comunión en el pequeño anónimo altar del ordenador. Imagen del alba, pantalla blanca, hipnótica, sábana del mundo, ordenador del sueño, pequeño emperador del verbo anónimo —sincopado, galopante, ferozmente vertiginoso—; bestezuela del silencio astral, en la pavorosa lengüeta, del azar, divina ubicua, dama detrás del acento de las vocales y consonantes de la noche. Joven señora, ave parlante del ojo digital, eres libremente virgen aún, a pesar de los demonios que incubas en una de tus colas dragonas, y te haces al espacio, libertina, marquesa de Sade, Cassandra, simplemente, Penélope. Tejido eterno que desconoce el origen y paradero de las palabras, sitio fugaz de Troya, un universo que se acuartela en silencio, cuarto oscuro de la Utopía, que se pasea con un desconocido en un campo para nudistas. Esta no es la Historia, ni un remedo de su subproducto fuera de estación, sino el viaje alucinado de la Cantante Calva por las peluquerías de Manhattan, un 11 de septiembre. Sin cabello se deja atrás la noche en Hiroshima, una peluca es el retoque para traspasar el Muro de Berlín, o el uso de una utilería perversa, abandonada en una casa rodante sobre la frontera de México, con 300 retratos de las mujeres de Juárez, orinando el rostro de sus verdugos”.

¿La Red es el mensaje o el mensaje es para enredarse? Es un nuevo universo, virtual dentro del real, que desploma las fronteras del espíritu y de la carne, un menú, agenda, el mudo azar de un encuentro inesperado, la Red habla en un 72 por ciento en idioma inglés. Mucho speak english. Palabras, mensajes, estadísticas, noticias, el amor en la red, todos los fluidos humanos corren, vuelan, se hacen instante, se mezclan, trasvasijan. Nunca hubo más promiscuidad verbal en la historia de la humanidad. La palabra es un perfecto camaleón, cambia de idiomas, su color es otra moneda que busca respaldo, usa su propio ropaje, se camufla, es abierta como un molusco. El fonema suena. Las vocales y consonantes se verborrean en el chisme, son enjambre en el vicio del chat, se desnudan sobre el despunte de un labio en flor y la desesperación errante, las camina, y arrodillan invariablemente su cerviz banal. Todo depende de quién y cómo la use y abuse. Ha nacido también un abecedario raquítico, un enjambre de palabras despelucadas, fiambres, aunque aparenten novedad, frescura, porque resultan ser pobres ratas sin fe, definitivamente palabras con cola de ratón. Mucha vitrina, pasarela, desplante, verbo transgénico, no trasgresor, afiebrado de apuro, sin diente o con frenillos, reciclado. Es un sofisma lo que trae esta hora en la mirada indefinida, sin horizonte del poder fáctico, real, ese que le pasa la factura a la humanidad. Dentro del limpio trigal, la rata hace su nido y habita el gris amanecer de su día depredador.

¿Choque de civilizaciones? No podemos vivir sin etiquetas. Es más real un choque de trenes en la India, y ver el amasijo de hierros y cuerpos, posar en estricto rigor mortis para una fotografía más del error humano. ¿Por qué el siglo XXI es nuestra reciclada Edad Media, donde un Dios bueno lucha contra un Dios malo en el despreciado universo de la realidad? Han vuelto a subir a la historia a una silla de ruedas, vendada de ojos, sin piernas, y la libertad, cargada en sacos de arena, va recitando: mamá me aconsejaba tomarme la sopa de letras / en los helados días de invierno / si no lo haces, unos enanos colorados / pasarán a buscarte y ya no sabremos de ti / pero te recordaremos cada vez que escuchemos / el abecedario en la TV y un nuevo día se abrirá en el horizonte / Ten Fe, la letra con sangre entra. Es una Edad sin caballeros, y las Ladys cada día toman el caballo de la historia con sus propias riendas. Dejan el castillo de arena tras el puente levadizo y la nueva pradera que les espera, abierta, llena de oxígeno, un espacio para conquistar a pulso. El Castillo ha perdido una flor y la dama sus cadenas.

De la paciente roca, sólo esperamos su muda belleza. Su pasado no agota su futuro, ni cuestiona el presente. Roca dura de mover y convencer / roca sin boca / ni lengua / muda roca / paradoja / quizás algún día aprendas / que es más firme / el viento que pasa y te toca. Bajo del insectario clavado sobre la pared, de la agenda amarilla, un papel, un mensaje con la letra del Editor, inconfundible, ordenada, clara, pareja, en tinta negra, y el encabezado: SB. La libertad absoluta es lo último que nos queda. No le pongas fianza, sino confianza a la libertad y a la palabra. Bajo palabra, sólo la palabra. El miedo es un lugar común, inútil muletilla para un periodista. En el lenguaje, todo es permitido, como en el amor, pero los hechos son el festín de la realidad. No sólo quiero la punta del iceberg y que me perdone Hemingway. Bucea en el prefacio de los hechos. No le des una orden equivocada y antes de tiempo al epitafio. El exceso de luz tal vez no haga creer que todo paisaje es igual a sí mismo. Una página en blanco sólo es igual a sí misma. Bucea en la orilla, para llegar a las profundidades. Quiero un texto sin norte, ni sur, de cuatro orejas y cinco pares de ojos, que me diga lo que no sé, y que debiera conocer, y le deje saber a mis sentidos, la palabra aún, todavía. Obliga al lector a hacerse preguntas, que discuta contigo hasta cuando va a dormir, y que sepa que su reflexión es su único salvavidas. Los grandes del periodismo neoyorquino hablan de la mancha de aceite que lo impregna todo, desde las bastillas de los pantalones o enaguas, al cuello de las camisas. La tinta de las ideas cambia la sangre. Contamina al lector a tu manera. El periodismo no es nuevo, ni viejo, ni tiene más pisos que los necesarios. Muévele el piso al lector. Súbelo a la Scala de Milán. Que te lea con atención la mismísima Elfriede Jelinek y se pregunte: Was bleibt einem also libring? (¿Qué nos queda?) Esa es la interrogante de todo lector, que no aspire a quedarse con el pelo del lobo de la información. Enrédate en la Red, SB, tejido y araña de un mismo lenguaje. Ni una como por fuera, el texto como una camisa de fuerza para disfrutar con una margarita. No más palabras, debo partir. Los editores son algo obscenos con la distribución del trabajo. Ellos son los encargos, y nosotros las entregas. Mensajes que llevan implícito cuadrar el círculo y de paso no perderse en el triángulo de las Bermudas.

 

Fuera de juego, más que ausencia

Im abseits, que significa en mi ausencia o al lado de la vida (también lo he visto traducido como fuera de juego) prefirió decir en su discurso grabado, ante la Academia Sueca, la flamante Nobel de literatura, e irreductible pianista austriaca, Elfriede Jelinek. Un enunciado aparentemente claro, para un mensaje críptico en la literatura, alejado aparentemente de sus posiciones políticas de izquierda, sin protocolo de ninguna naturaleza ni concesiones. Se preguntó si escribir es la propiedad de adaptarse a la realidad, una realidad que no existe y que es complicada: “Una realidad que es como un peinado que adoptan los poetas aunque ningún peine sea capaz de desenredarlo y les martiriza durante la noche”. Refiriéndose al tiempo, sostuvo que nunca se vive, pero que penetra en la obra de todos los escritores. Tal vez se llega a un camino imaginario “azotado por el viento de la rabia y de la radioactividad, un camino que descubre las caras cubiertas de sangre que vemos por televisión, las caras de las mujeres que no tienen voz, un camino que es la escena indiferente de tantos pecados, y que está cerrado para mí, porque me encuentro a un lado de la vida”.

El lenguaje es un perro, dijo, que me debería proteger, pero también me acosa y persigue como una cámara de fotos. “Tiene muchos nombres y desaparece a veces”. Y siguió en su críptico laberinto en el Danubio oscuro de su lenguaje evocador de su propio lenguaje. Nada, nadie llegó. Lo que queda del lenguaje no lo deciden los autores. Lo que queda ha desaparecido. Contra toda lógica, lo que nunca llegó quiere quedarse un rato. Lo más pasajero —el lenguaje— se ha desvanecido. Aquello que debería permanecer, siempre está lejos o, por lo menos, no está aquí. Y terminó interrogándose, enfatizar sobre su pregunta: Was bleibt einem also libring? (¿Qué nos queda?). La vienesa, que se autocalifica de Cassandra, autora de la novela La pianista, pone al descubierto el lenguaje cotidiano mudo, engañoso, falso, desmitifica la palabra como algo bello, bondadoso y bobo. El lenguaje es lo más problemático, nos dice, es el que funda la realidad, y con él debemos convivir de una manera más creativa, real, verdadera. Exorciza la verdad a través de la mentira, con un lenguaje grotesco, descalabrado en sí mismo. El lenguaje, a pesar de su inconveniente, es lo más importante dentro del ser humano, su herramienta más eficaz, nos expresa una y otra vez Elfriede Jelinek, quien subraya que el lugar del escritor es la marginalidad.

El siglo XXI es el fin del tradicional tiempo. Ya no tiene espalda el tiempo, ni rostro. El tiempo se lava las manos y deja que un largo río corra. El tiempo no avanza, ni muere, es el ejercicio de su sombra el que permanece. El tiempo es el espacio más eterno del presente.

 

La cabellera hirsuta del idioma

La cabellera hirsuta del idioma está en la Red —una vieja alcancía del abecedario. El idioma que no encuentra palabras y se llena de gestos. Signos que simulan y disimulan y estimulan. Palabras que obnubilan. Palabras que atraviesan el hilo de la noche. Palabras de lluvia. Palabras / nieves blancas / osos / montañesas / trepadoras / al alba / sendero / camino de seda / piel / rodillas / luz / vuela. Se recicla el aire, se clica el destino. El tiempo es el mayor personaje de nuestro tiempo. El poeta William Blake sostenía que la visión real del Tiempo es una perpetua juventud. El Tiempo es un hombre, el Espacio una mujer, y su porción viril es Muerte. Palabras de Blake. El tiempo entra por ese espacio infinito y muere quizás en cada coito, que es la pequeña muerte y esperanza de un nuevo amanecer. El tiempo, sin embargo, tiene jornada completa. Desayuno, almuerzo y cena, y una merienda al atardecer. Se alimenta de todos nosotros. Carga en un saco vacío todas las estaciones y la eternidad la lleva en un anillo que nunca está en un mismo dedo. Su sombrero, atado al monólogo de Hamlet, decora la puerta de un aeropuerto, pero alguien siempre se lo lleva y vuelve al mismo lugar. Sus carcajadas y tristezas rojas y amarillas pueden ser un trigal, la voz vacía en un acantilado, o la higuera que crece de noche en medio del olvido. La enredadera ya ha remontado la noche en sepulcral silencio de escalera sin dueño, estigmatizada por la mala suerte.

 

Las preguntas

¿La aguja nació para ser buscada en el pajar? ¿Las lágrimas para ser derramadas? ¿La noche para oscurecer el día? ¿La Luna para inventar las mareas y enamorar a los enamorados? ¿El chocolate para producir felicidad? ¿La poesía para soñar una mejor realidad? ¿El gusano para recordarnos la muerte? ¿La serpiente para arrastrar el “pecado”? ¿Pecar por error u omisión, o pecar por pecar? ¿El olvido nació para opacar la memoria? ¿El silencio surgió para que existieran los paréntesis? ¿Las preguntas surgieron para que existieran las respuestas o más preguntas? ¿Eva y Adán se quedaron en el paraíso sin preguntas o encontraron la respuesta? ¿Quién hizo la primera pregunta y dio la primera respuesta? Lo cierto es que el mundo cuenta con muchas fábricas de preguntas y han surgido muchas más en estos años. Sus nombres son algo triviales, los de las fábricas, digo: Lugar de la incertidumbre, Sitio de interrogantes, Sólo preguntas, Mi interrogante favorita, La casa de la pregunta perfecta.

La pregunta esperada, La pregunta del amor, La última pregunta. El mundo se saturó de preguntas y quiere respuestas. Las estadísticas de la autodestrucción global son un silencioso Apocalipsis, superior a todas a las batallas emprendidas por la muerte. El hombre es una máquina eficaz de aniquilamiento de su especie, demuele los cimientos de lo que le rodea, perfora su propio cuerpo, hace irrespirable la atmósfera que le da vida y mantiene en pie. Al slogan vacío de un mundo más seguro, debemos agregar, y descontaminado y libre y democrático y solidario y de oportunidades y de paz. ¿Habría que crear las fábricas de las frases bien intencionadas? ¿Es una buena pregunta?

Estas son algunas tomas del Texto total. Fragmentos que reúnen su propia autonomía. Pulsaciones de un mundo esquizofrénico. Todo en orden, por fin, le dice el cadáver al forense.

 

Epitafio fuera de concurso

Me ha sorprendido el Jurado que declaró desierto el concurso en la categoría de Internet. ¿No se escribe nada que valga la pena en la Red? El flamante, desconocido jurado, no entrega más detalles. Me entero por el diario colombiano El Tiempo. Ya el rotativo había informado días atrás que algunos de sus reporteros habían sido seleccionados en el concurso. En ningún otro periódico he visto rastros de información referida al evento, sus resultados y nada relacionado con los participantes. La empresa patrocinadora está en México, CEMEX, su sede principal, y la Fundación en Cartagena de Indias, Colombia. El último parte oficial de El Tiempo dice: Se trata de Guido Moreno y Sonia Goldenberg, galardonados en las categorías de radio y televisión respectivamente.

¿De qué se tratará lo de la sección Internet? Esa es la gran pregunta, Señores del Jurado.