Entrevistas
Palotes poéticos
Entrevista a Gladys María Pratz

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Son las 5 de la tarde del lunes 8 de noviembre del año 2004. Está nublado pero hace calor. Ruy Jiménez Gil-Fortoul y yo llamamos a la puerta. Enseguida, Gladys María Pratz y Godfrey Vizcarra, su esposo, nos reciben amablemente en su sempiterna casa de Miraflores. Nos habían estado esperando a la hora acordada.

Al ingresar, lo primero que nos llama la atención es un bello mosaico de mármol y unos hermosísimos óleos. Luego descubrimos que han sido pintados por Godfrey.

Nos instalamos en la biblioteca, en cuyo centro hay una mesa y cuatro sillas de rattan. Una de las paredes alberga libros, otra las ventanas que dan a la calle, y las dos restantes están “tapizadas” con los numerosos diplomas y reconocimientos que Gladys María ha recibido a lo largo de su vida artística. Es un ambiente muy acogedor y el preferido de la poeta y compositora, nos confiesa.

Iniciamos la entrevista con la pregunta más antipática:

—¿En qué año naciste, Gladys María?

—Eso jamás te lo voy a decir —responde sin titubear—. Confórmate con saber que fue en Piura, un 10 de abril —agrega con una sonrisa en los labios. Godfrey le regala una mirada de complicidad.

—¿Quiénes fueron tus padres?

—Andrés Bisellach Figuerola y Gerardina Carrillo Prado.

—¿Ambos piuranos?

—No, mi padre nació en Mallorca y mi madre en Piura.

—¿Cuál es el origen del apellido Bisellach?

—Catalán, y la “ch” final se pronuncia como “k” —me corrige y repite “Bisellak”, enfatizando la última sílaba.

—Entonces, ¿Gladys María Pratz es tu nombre artístico?

—¡Sí, claro! Tomé uno de los apellidos de mi familia paterna.

—¿Hay influencia catalana en tu arte?

—En efecto. Me fascina el flamenco, por ejemplo. Inclusive escribí un poema alusivo, titulado “En el jardín supremo”, que aparece en el libro del II Premio Internacional de Poesía Amorosa 2003, realizado en Palma de Mallorca, España. Sin embargo, mi arte se nutre primero del Perú y después del mundo.

—¿Es el Perú lo primero en tu vida?

—Dios, mi familia y mi país.

—Cuéntanos de tu familia.

—Godfrey y yo tenemos dos hijas maravillosas —afirma—. Ellas son Patricia y Catalina, quienes nos han dado tres increíbles nietos: Andrés, de 16; Sebastián, de 14; y Carolina, de un año y nueve meses.

—¿Alguno de ellos heredó la vena artística tuya o de Godfrey?

—Patricia estudió derecho e idiomas, pero se dedica de lleno a la fotografía. Mira qué cosas tan lindas hace —y nos señala un bellísimo tríptico con la silueta de unas flores.

—En tanto que Catalina ejerce su profesión como doctora en economía y bachiller en derecho —agrega Godfrey, quien además nos revela que su madre, de nacionalidad inglesa, fue quien le transmitió a él la pasión por la pintura.

—Háblanos de tu infancia. ¿Cuál es tu recuerdo más remoto?

—Cuando se me apareció un duende.

—¿Un duende? —pregunto sorprendido.

—Sí, fue a la vez fascinante y aterrador, y yo sólo tenía siete añitos. Lo vi al fondo del pasillo y lo seguí hechizada hasta la cocina, donde, al entrar, recién sentí un miedo indescriptible.

—¡Qué valiente fuiste al seguirlo! —la ensalzo.

—Siempre he sido muy valiente —me responde.

—¿Has tenido otras experiencias similares?

—¡Qué curioso eres, oye! Todo quieres saber —me increpa—. Pero sí, me pasó algo mágico cuando grabé “Niño del hombre”, un pajarito silvestre ingresó al estudio y me acompañó con su trino al final de la canción. ¿Quieres oírlo?

—Sí, por favor —le imploro.

En efecto, después de escuchar esta conmovedora composición, debo disimular el nudo que se me ha formado en la garganta.

—Es sencillamente preciosa, Gladys María —alcanzo a decirle con la voz entrecortada. Ella me mira y se sonríe.

 

—¿Y tu colegio?

—Primero asistí al Liceo Grau, de la señorita Raquel Vilela, en Piura, donde me rompí el tabique jugando “cabriadera”. Al poco tiempo, mis padres me cambiaron a Nuestra Señora de Lourdes, donde estudié hasta finalizar la secundaria y...

—Perdón —interrumpo—. ¿En qué consiste la “cabriadera”?

—Es un juego como “la pega” —me aclara.

—¿Eras demasiado inquieta?

—Siempre he sido muy movida; recuerda que soy ariana. Sin embargo, también tengo muchos momentos de reflexión y tranquilidad.

—¿Crees en la influencia de los astros?

—Sólo me entretienen e intrigan. Cierta vez me hicieron una carta astral que revelaba una confluencia muy particular sobre el cielo de Piura al momento de mi nacimiento.

—Yo podría hacerte un análisis numerológico si me proporcionaras el año en que naciste.

—¡No seas vivo! ¡No insistas con ese tema! —Todos soltamos una carcajada. Godfrey me mueve la cabeza en señal de advertencia.

—¿Cuándo descubriste tu vocación por el arte?

—He sido artista toda mi vida. Canté en el coro del colegio, luego como solista, y desde muy niña sentí la necesidad de expresarme a través de la palabra. Fue entonces, casi sin darme cuenta, que empecé a hacer mis “palotes poéticos”.

—¿Palotes poéticos? ¡Vaya metáfora! —exclamo y ella asiente con la mirada—. ¿Hallas vasos comunicantes en las diversas artes?

—Son diferentes manifestaciones de un todo artístico, pero distintas a la vez, cada una con su propia identidad, que empieza y termina en sí misma. Lo pude comprobar a los 18 años, cuando estudié en la Escuela de Arte Escénico, con Guillermo Ugarte.

—¿En qué obras de teatro has actuado?

—A pesar de haber seguido actuación, en mi búsqueda de caminos, preferí dedicarme a escribir y componer.

—¿Cuándo escribiste tu primera canción?

—“Juntemos nuestras manos”, en 1971. Es un bolero.

—¿Cuántos libros has publicado?

—Cuatro, además de un casete y un CD. El primer libro fue A ti, hombre que pasas, no recuerdo en qué año. Así naturalmente, como el ave y la pasión fue el segundo, en 1987. Publiqué el tercero, Fuego y sombra, en 2001. Y, recientemente, este año, así como jugando, uno de haikús, cuyo título es precisamente un haikú: Si no de eterno / de qué cuenta la rosa / su fundamento.

—¿Y el casete y el CD?

—El casete salió a la luz hace como 10 años, y en él interpreto mis propias composiciones. En cuanto al CD, se llama Como una rosa roja, el cual, además de canciones y poemas míos, incluye décimas de Pedro Rivarola, Germán Súnico y Diego Vicuña.

—¿Tienes nuevos proyectos?

—El poemario El canto y la rosa es uno de ellos. Siempre estoy escribiendo y componiendo, con el mismo trabajo y cuidado de un orfebre —Godfrey asiente, reforzando lo dicho por Gladys María.

—¿Escribes en esta habitación?

—Puedo hacerlo en cualquier parte.

—¿También con gente alrededor?

—Sí, pero prefiero estar sola.

—¿Te sientes más poeta o más compositora?

—Soy ambas cosas.

—¿Cuál de tus composiciones es la que más te gusta?

—“Como una rosa roja”, que se ha convertido en un clásico.

—¿Y entre tus poemas?

—Me gustan todos, porque cada uno de ellos ha nacido en mí con la pasión y la verdad que todo poema debe tener. Pero “Soy mujer” es mi preferido —me responde orgullosa y empieza a recitarlo:

Soy mujer

Me cimbro en la cintura de la vida
Y me acuno en el nido de la raza
Alumbrados los dedos de mis manos
Untados con la miel de tu caricia
Se vuelven fuertes
Tengo los ojos puestos en la aurora
Y mis piernas caminan tu distancia

Soy mujer
Nacer en el dibujo de mi padre
Con este cuerpo azul perfil que alcanza
Y tener el destino inigualable
De amamantar y continuar la vida

Soy mujer novia amante
De la azucena y la granate rosa
Que me prestan su luz para besarte
Y tengo entre mis brazos
En la forma precisa del ensueño
La forma de belleza de mi hijo
Anidan en mí cóndores que rasgan
El firmamento preguntando cómo se da
El milagro entre mi carne pálida
Y matiza mi rostro y mi sonrisa
El fulgor infinito de la lágrima

Soy mujer azucena amanecida
O abierta amapola bella extática
Pero siempre dorada por la vida
Aunque muera infinita y solitaria

Me despierto en tus ojos
Y mágica me vuelvo para amarte
Camino entre mis brazos tu cintura
Y la cintura misma de la tierra
Se siente amada
Hay un extraño fulgor en mis entrañas
Hay un extraño fulgor de flor mujer
Que nace cuando ama
Y se funde en la vida
Y más allá en la célula principio
Donde la vida nace
Donde Dios está quieto y aguardando

Soy mujer
Soy principio del destino
Soy fuente de dolor y de esperanza
Soy realidad que alcanza al infinito
Y materia que a flor de tierra pasa

Soy mujer y Dios mismo
Para ser madre me bordó la entraña
Soy la puerta que une el infinito
Con el cuerpo mortal y necesario

Soy mujer gracias Dios
Elaborada en un laboratorio de esperanza
Mis manos se levantan hasta el cielo
Y mis pies son dos árboles que guardan
Las raíces troncales de la vida