Letras
Desde el signo que me nombra
Extractos

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Se encuentran los extremos de la duda
en la misma decisión atormentada,
una red oculta
asciende a la altura de mi pecho
penetra por las venas
se sumerge en los recodos de la mente
me atrapa indefensa.


El sol derrite las orillas
sólo la luz quiebra el silencio,
el patio brilla
un hilo de agua
dibuja los bordes de la vida.


Máscara de salitre
escindida
entre dos fuegos,
subterránea
demolición de las quimeras,
sueños que se ensartan
en silente mansedumbre
sin atisbos
de señales desmedidas
sin asomo de ternura
en las manos dolientes
hambrientas de infinito.


Como una huella
la gota derramada
desnuda
imborrable.
Raíces de los nombres
giran en el viento,
imágenes de pueblos
se repiten en los sueños,
casas cerradas
convocan a la nostalgia.
Allá lejos
se oye tu voz
como un eco de los días.


El río se devuelve
en el sentido de mi cuerpo,
busca la orilla circular
de la simiente
húmeda quietud,
arena y musgo
en el lecho oscuro
del fondo del abismo.


En la aridez inútil del retorno
el viento traza figuras de jinetes,
recorro la distancia de los días
como un ave en la intemperie,
la luz cabalga en mis orillas,
pétalos de sombra
se anidan en mi pecho.


Latidos de la noche
en los pasillos de luna,
una gota intermitente
derrumba las paredes,
crujen las ataduras,
la vida se desliza
como un río de llamas
que nace en la penumbra.


Voces extrañas
susurran historias
que me pertenecen.
Una imagen
se inclina
en el borde del recuerdo,
los ojos
reflejan los ancestros
la sonrisa
no anticipa el desenlace
ni la huída apresurada.
El cielo se oscurece
la noche avanza
como una despedida.


Frágil textura
distinta forma de sentir
en la simiente de la duda,
la hierba se humedece
al contacto con los astros,
yo avanzo cautelosa
antes de convertirme
en ola pasajera
que se funde con la arena.


Avanza el miedo
hasta el borde del grito.
La montaña
es una puerta cerrada
que la angustia golpea,
los pies se hunden
en el círculo del agua,
la lluvia continúa
como una oración
de los tallos sepultados.