No me importa escribir los versos más escandalosos
Si éstos te hacen llorar
No me lastima pensar en las frases más inconclusas
Si no las logras cavilar.
Qué más da debatirse entre el olvido y la verdad
Si sólo permaneces contemplando la espera
No me importa escribir los versos más escandalosos
Si es el único camino para que distingas mi forma
Qué más da si continúas sufriendo, qué más si estás alegre o
Llorando, si en las líneas de mi mano no te encuentras
Dibujado
Por que mientras permaneces en tu ausencia:
Grito,
Lloro,
Sufro,
Río, mar, lagos, yo río entre sus aguas
Corro, entre sus orillas
Y me ahogo entre sus tierras
Me desvanezco entre el aire
Y resucito con los árboles
Agonizo entre verdades
Entre mentiras o falsedades
Entre el oro del mundo y la
Suciedad del oro en bruto
Mientras estás lejano
Lavo,
Enjugo lágrimas y ropas
Quemo,
Cenizas de hojas y palabras
Resucito,
Cuentos y poemas,
Acaricio,
A personas
Consuelo a Ana y a Vronsky
Abrazo a Rodolfo, a Carlos y a Emma
Enjugo las desgracias de Inés, los desvaríos
De Shopenhauer, las intensas imaginaciones
De Orlando y Ulises en sus barcos, caliento la
Frialdad de Nicanor Borges y le cuento la historia de
Su familia para que tenga dulces sueños,
Escucho horas interminables a Sherezade y calmo su miedo
De morir degollada,
Tomo la mano de Beatriz y le explico que está en la tierra
En un sitio indeterminado, le describo el país donde se encuentra,
Y la conduzco puerta por puerta a todos los confines de este lugar
Hasta llegar al plenilunio de esperar a que se marche y enloquezca
A otros con sus ideas.
Le escribo cartas a Teresa
Y le digo que Dios está en otra parte
Platico con Juan y le hago creer que su poesía
Me eleva
Permanezco estática y dejó que Aschenbach me observe
Todo el tiempo que quiera, porque tengo un retrato de un
Niño rubio en la mano
Porque me acuerdo cuando me dije que en la belleza te esperaría sentada, me acuerdo que fue diez años atrás. Aschenbach todavía no me contemplaba, él moría de triunfos, de premios internacionales, y no había visto al niño rubio que tengo en el retrato. Él se había casado, tenido una hija y enviudado, y yo acababa de ver tu foto, acababa de enamorarme de ti. Estabas sentado en la fotografía, con tu rostro sorpresivo y fragmentado, estabas sentado. Deduje que sentada te esperaría, igual a la muerte que Aschenbach deseó. Él dijo que deseaba morir observando la foto del retrato, esa que tuve justamente en mi mano. La foto que arranqué de una página del periódico de hace diez años, porque me figuraba que podías ser tú cuando eras un niño y me dije que alguna vez yo también lucí con ese rostro inexpresivo de calmedad. Supongo que él vio lo mismo que yo al contemplar la foto que sostenía en mi mano y se enamoró irreversiblemente de esa posibilidad de belleza. Se observo a sí mismo. Pero con la diferencia de que yo sólo me vi a tu lado y Aschenbach la perpetuación de su infancia. La vio, cuando navegaba en la góndola, y yo estaba frente a un puente como una estatua de San Jerónimo mirándolo acercarse, con la mano levantada y la foto del niño en la palma. Aschenbach me visualizó y ordenó al gondolero detenerse y vio la fotografía de mi palma hasta que ya no pudo sostenerse en pie y el gondolero recibió la orden de partir. Días después supe que él se cansó de buscarme hasta que se encontró con un muchacho que bien podía ser el mismo niño en su adolescencia. Después me enteré por las noticias que por una fiebre aftosa que invadió Venecia, él se había muerto sentado frente a la playa. Después me enteré de que el niño rubio de la fotografía que arranqué del periódico era el mismo que Aschenbach encontró
Y que Sí, sí, sí moría
Se moría entre devaneos inconstantes
Entre fiebre inconclusas
Paranoias de una Venecia hermosa
Que sólo predominaba en el recuerdo
De una epidemia mortal,
De un fétido olor que se colaba entre
El agua e invadía los temores de la belleza
De la belleza que se esfuma, se marcha,
Finiquita, se desaparece.
Al final el niño rubio murió de asco
Del recuerdo y del olvido.
Pero sigue constante como
Fotografía embalsamada
Pues si se perpetúan
Tal vez regrese de la exuberancia
De las epidemias fenecidas.
Entre el niño, Aschenbach y la fotografía
Siento que te me mueres del recuerdo
Que te embalsamas sin un regreso
Que las esperanzas se tornan más desapercibidas
Que las epidemias de la belleza han empelotado
Tu recuerdo
Que las líneas de mi mano sólo marcan ausencia
Prematura,
Que lo prematuro será eterno
Y que lo eterno no termina con tu regreso;
Que una vieja fotografía no logrará perpetuarte
Que la ilusión de una hermosura sólo ha servido
Para enmascararte entre versos inconclusos e inconexos
Entre esquizofrenias monótonas que sólo perdura el tiempo
De una poesía aborrecedora
De una palabra inconexa que termina entre
Una V y una T
Entre vellos y tetas inconsistentes
Entre la idea y la materia
Entre que estás y no estarás
Entre estrofas ilusorias que mueren de paranoias
De fiebres aftosas,
De ascos irreversibles
De vómitos inquebrantables
De sílabas que no pueden pronunciar, ni aceptar
Que las líneas determinan tu salvedad.
¡Muerte! Pero no se asusten
Que es sólo muerte de lo que fenece
De lo finiquitado y temido
De lo que ya se previene
Ahora el orden de todo se
Intercambia y los discursos se pierden
En la lejanía de tu eterna ausencia
¡Cuánta razón! Albergas Damián,
Por que la historia de la palabra se desvanece
Entre los que la soportan, entre el Caín y el Abel
Que cargan el peso de su verdad y falsedad
Como Aschenbach que contempló la perpetuación del
Amor a la infancia
Como yo que estoy sentada en una silla frente a la playa
Observando cómo el curso
De lo justo y lo falso se desvanece
Entre tiernas aguas que les
Dan la bienvenida de la ausencia
Es la muerte,
No se asusten
Que sólo es la muerte de recuerdos
Que ya no son corregibles.
Eres tú muriendo entre las algas marinas
De esta playa,
Soy yo escribiendo los versos escandalosos
Para que te hagan llorar
Soy yo pensando en frases inconclusas que te
Puedan ahogar en el mar,
Soy yo, mirando a tus recuerdos cavilar,
Soy yo muriendo en el desinterés de que ya no
Estés,
Soy yo dejando de gritar,
De llorar,
De sufrir
Entre los ríos, mares y lagos,
Dejando de ahogarme en sus
Tierras,
De desvanecerme entre sus aires
Y resucitar entre sus árboles
Soy yo dejando de agonizar entre
Esas verdades, entre esas mentiras
Y falsedades...
Soy el observador que mira a sus
Recuerdos alejarse en el fondo marino
De una playa que no termina de nombrarse.