De este lado del infierno
De este lado del infierno
los días duran años
y los meses nos hieren la piel.
De este lado del infierno
creemos que para morir
no es necesario haber vivido.
De este lado del infierno
nacemos pegados al prejuicio y al señalamiento
pero sabemos desnudarnos mejor que nadie.
De este lado del infierno
no son escuchadas las plegarias
sin embargo nunca hay demasiadas.
De este lado del infierno
duele el alma salir a la calle
antes nos reinventamos para no ser trofeo de caza.
Así hacemos las cosas de este lado del infierno
resucitando cada tercer día
bebiendo agua prestada
arrancándonos las manos
robando besos al diablo
peinando olvidos
marchando tras la angustia
durmiendo con los ojos abiertos
ciñendo el alma cada mañana
mostrando los dientes
ocupando camas ajenas
tapando las heridas con un dedo
firmando con nombres falsos.
De este lado del infierno
decimos de manera incorrecta
pero con el espíritu sangrando.
De este lado del infierno
nos pueden culpar de atrasados
pero es sin mala intención de nuestra parte.
De este lado del infierno
regresa la noche cada vez con menos valor
para intentar arrancarnos a mordidas el corazón en muletas.
De este lado del infierno
la vida vale menos que nada
pero nada vale tan poco como para no arriesgar la vida.
De este lado del infierno
los ríos se llevan las penas
después de cada diluvio.
Y el infierno de este lado
nos dice por dónde caminar,
dónde señalar, cuándo disparar,
a quién mirar, a quién besar cada noche
antes de las doce
mientras sacrificamos a alguien
para sentirnos menos solos
en las eternas llamas que hielan el aliento.
De este lado del infierno
no hay tiempo para ver volcanes pero
en el espíritu de la noche siempre hay espacio para admirar tus ojos.
De este lado del infierno
también hacemos el amor
y a veces hasta nos enamoramos.
De este lado del infierno
hace un eco siniestro
gritar tu nombre junto a la almohada.
De este lado del infierno
muere la madrugada antes
que estas ganas de verte otra vez.
De este lado del infierno
no cae nieve
pero el frío castiga al alma usurpada cuando no estás.
De este lado del infierno no tenemos razones
simplemente inventamos fantasías
para reír, para querer, para besar,
para amanecer juntos
en una playa lejana y gris
donde el pecado siempre es perdonado,
por eso somos más tercos
que el demonio mismo.
Dicen que los poetas...
Suena la trompeta caliente en los labios del genio
dejando asomar un minúsculo beso por entre los recuerdos
durmientes en las alcantarillas de la memoria,
dicen que los poetas no le tememos a la muerte
yo digo que es cierto,
nos acostamos con ella y le hacemos el amor cada noche
nos deleitamos entre sus muslos de trueno y sus labios de napalm
nos levantamos con ella para prepararle el desayuno
la amamos con pasión y nos aferramos a su espalda de bronce
como el último recurso que nos queda
para comprender la calle que nos entra por los poros sudados del sexo de ayer...
cuando nos decidimos a ver con ojos humanos
el día desfila con la muerte en sus ropas
en la respiración, en los restos de la viciada nicotina
que se derrama desde la boca sobre una piel inexplorada,
con la muerte se marcha el sol, llega una enorme navaja oscura
que se apodera del cielo,
llegamos a la casa que nos respira de mala manera...
puntual, la muerte nos espera a un lado de la cama
desnuda, ardorosa,
dicen que los poetas no le tememos a la muerte
yo digo que es cierto,
nos acostamos con ella y le hacemos el amor cada noche
hasta que un día, una joven con ojos certeros, sin muerte en su pecho
se adelanta a todo y se mete en nuestra cama, a esperarnos.
Preguntas que surgen en un cruce peatonal
¿Te has fijado cómo parece la historia
un espiral amarrado a sí mismo?
¿Cuántas veces hay que matar a un muerto
para que se muera de una vez?
¿Qué razón hay para sacar a bailar a la vida
cuando hay mujeres sin pareja de baile?
¿Qué le pasaría al anzuelo
si se le muerde con veneno?
¿Por qué esperar algo de la muerte
si ella no espera nada de nosotros?
¿No te parece que el sol actúa como inadaptado
en las mañanas de resaca?
¿Notaste que la palabra dios tiene una
sola sílaba?
¿Dormirá tranquila la noche
sabiendo que nos lastima?
La noche desde una persiana
La noche está callada
pensativa
absorta en su inmensidad
oscura,
hoy
quisiera que fuera habladora
distraída
despreocupada por nuestra pequeñez
brillante.
Duda número seis
A estas horas, la noche te concede ese espacio abierto para dudar de todo
hasta de sí mismo,
entonces surge la certeza
que si no es por medio de tu cuerpo,
no hay manera de derribar el muro que se ha ido formando
entre el universo y uno.
Te pediré
Si yo regreso una noche
sin poder verte a los ojos
sabrás que en esas flacas calles
que nos miran besarnos cada noche
hay muertos
que me han visto firmemente
terriblemente descoloridos
hundidos en un negro charco de abandono
amargo y espeso,
yo te pediré las manos
y tu pecho de incienso para abrigarme.
Los lunes y yo
Los lunes tienen ese olor a tu cuerpo
lejos de mis brazos,
los lunes son terribles monstruos
que aguardan por mi soledad
a la vuelta del domingo,
los lunes son lluvia fría
en mi cuerpo despojado,
los lunes a veces se alargan
hasta el inicio de un martes
con cara de lunes tristón,
los lunes son un repertorio de cuchillas
clavadas en mi espalda,
los lunes son brindis con cicuta
en vasos de cerámica
que llevan tus ojos pintados,
los lunes me saben a tu nombre
endulzado con melancolía,
los lunes son anchas ciudades
que tienen tu nombre
y están deshabitadas,
los lunes no me quieren
yo no los culpo,
los lunes son ramos de rosas
sin pétalos, sin perfume
con espinas,
los lunes me muerden los pies
cuando todavía estoy en la cama,
los lunes se baten en duelos interminables
con mi angustia y tu emigración
con mi duda y tu voz,
los lunes traen costales de tristeza
que vacían sobre mi cabeza,
los lunes son oscuras sendas
que se llevan a pastar tu calor
lejos de mí,
los lunes parecen ráfagas de viento
que repiten tu nombre,
los lunes son extensas paredes blancas
que me separan del mar y vos
a las ocho de la mañana,
los lunes y yo no nos llevamos bien
desde que llenaste los lunes con tu lejana presencia.
Me mata
El sonido de tu silencio
me hiela por las noches
cuando regreso cansado
de estar con tu ausencia.
Prescindiendo de los ojos
El terrible honor de la noche
hundiéndose cruzado sobre mis ojos calvos
quizás ya no llegue el despertar
con sus cantos estallando junto a mí.
Si al menos el momento de abrir los ojos
no fuera este día sino otro
en el que no tenga que preocuparme por amaneceres
ni nocturnidades
ni platos vacíos
ni bocas secas.
Prescindiendo de los ojos
oscurecen las telas que nos dividen
aparta la calle mi mano
y suelta un grito la noche.
Ya existirá ahí un sepulcro con mis datos
una flor encarnada para mi despedida
y una pavorosa orquestación para mi última exhalación.
Quizás... por la tarde
Quizás llueva por la tarde
y me convierta en un pequeño olvido
que se cayó de tu cama
mientras dormías.
No permitas que la carretera me envuelva en un tiempo que no es el mío
no permitas que me una a las hojas que bailan en el viento
porque me iré con ellas
en una infernal brisa del mar
que no tiene boleto de regreso.
Y ya no seré nada, excepto
una pequeña hoja hambrienta,
nada seré...
ni una graciosa fotografía
ni ojos rojos
ni gritos en la noche
nada seré...
ni hombre
ni cosa
ni casa
ni nombre.
El otoño de mis huesos
Parece un embudo triste
la caída de las hojas,
llora la calma de las ramas
colgada de un cuello quemado
por la venida de la llamarada.
Si removiéramos la casa
saldría apenas por la ventana
una famélica larva
con cara de resaca asesina.
Si levantamos el brazo
Llámame por mi nombre completo
dime: obrero de tus sueños domesticados,
sólo pedimos un bocado de aire malsano
una hoja para cubrirnos la desnudez
o el mal aliento de la cerveza.
Las manos se nos derriten en el interior de tu boca
que nos sopla azufre en la nariz
y así amanece de nuevo
al llegar una nueva estación.
Vean, aquí es
aquí donde el sol es más grande y calienta menos
donde la luna se instala pronto en las pestañas,
reducimos el canto hasta queja ahogada
queriendo proletizar la mañana.
Mi país es triste y hambriento
pero es lo único que me queda cuando en la cama
me acomodo firme
en la espalda de la historia.
La piel se nos desguarnece
cuando el águila grita su nombre
para amedrentarnos el sueño
o para congelar la sangre hirviente
escribiendo con el fuego que nace en el vientre de una nueva madre,
y después
en la cena
nos quedamos con la boca abierta
maravillados.
Nacerán entonces los días
los días futuros... que ya se aproximan
cuando abramos los ojos en medio de la tormenta
y enterremos al mundo
con un golpe de pecho.