Artículos y reportajes
Juan Antonio MassoneJuan Antonio Massone,
un poeta imperdible

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Ha llegado hasta mis manos un pequeño librito, un opúsculo casi, de uno de los más talentosos y vigentes poetas chilenos, el profesor y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, don Juan Antonio Massone del Campo. Tuve la fortuna, hace un par de lustros, de ser su alumno en algunas cátedras de literatura de la Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez de Santiago de Chile y allí pude conocer un poco más de acerca de este poeta nacido exactamente en la mitad del siglo XX (junio de 1950), y del que conocía bastante más que su nombre cuando tuve la oportunidad de asistir a sus clases.

El recuerdo de aquellas clases es, tal vez, la motivación permanente que he tenido en mi vida docente para enseñar poesía. Tiempo atrás publiqué en esta misma revista un artículo llamado “Mis absurdas clases de poesía”, experiencia real de mi hacer pedagógico con la palabra hecha verso, experiencia reiterada a través de mi carrera que hunde sus raíces en las clases de Massone, porque en ellas me hizo sentido la poesía en el aula y porque en ellas fui cavilando el cómo enseñarla cuando me tocara a mí estar frente a mis alumnos.

Debo reconocer que este recuerdo recurrente vuelve a mí cada vez que tengo el placer de encontrarme con un nuevo libro de Massone. Generoso, como es, casi siempre los recibo de regalo, aunque alguno de ellos, como su Poemas del amor joven (Ediciones Logos, 1989), lo perseguí por todas las librerías de Santiago hasta dar con un ejemplar.

Mientras asistía a la presentación de un libro de mi amiga Magdalena Fuentes en la Sociedad de Escritores de Chile (ya habrá tiempo para compartir con ustedes algo del trabajo de Magdalena), me encontré con Juan Antonio y recibí de sus manos el bello libro que quiero presentarles: En el centro de tu nombre (Ediciones La Garza Morena, 2004). En apenas 20 páginas el autor hace gala de todo su vuelo poético, de toda su henchida geografía lingüística, pero sobre todo, de una poesía rica en imágenes, metáforas y evocaciones. Todos quienes han tenido el privilegio de leer algo de Massone, no se extrañarán de lo que digo. Quienes no hayan tenido la ocasión, los invito a buscarlo en la cuantiosa bibliografía que hay de él en el ciberespacio.

En el centro de tu nombre es un poemario de amor donde los poemas, numerados hasta alcanzar el número treinta y cinco, dan cuenta de una pasión que se nutre de recuerdos tan vívidos que son imposibles de contener en la intimidad de la biografía afectiva y sólo pueden liberarse a partir del acto poético que sirve de evocación y, por qué no decirlo, también de conjuro. Hay dulzura en estos versos, candor, ingenuidad incluso. Hay una suerte de revoloteo juvenil, de amor adolescente que nos transporta hasta nuestros propios recuerdos y nuestras propias biografías amorosas. Poemas de apariencia suave, pero trasfondo desgarrado. Poemas en que la imagen de la amada surge como el centro del universo del hablante lírico y en que, pese a todos los desaires, los olvidos, las desilusiones y los abandonos, el recuerdo nunca da paso a sentimientos negativos, siempre rescata lo positivo del amor.

He hablado de ti a las populosas calles / que ahora están desiertas; / de memoria te conocería el viento / en una multitud de sombras; / no existe árbol que arrepienta brotes / con tal de festejar tu nombre; / he pedido al silencio de las nubes / que imiten en parte tu mirada; / por una sonrisa tuya los demás saben / que estoy vivo como nunca. / He hablado conmigo de ti, pero todo / repite únicamente jamases.

¿Puede alguien quedar indiferente ante la belleza de estos versos? ¿Puede alguien no sentirse identificado con un amor así, que se parece tanto a nuestras pasiones juveniles, aunque con el lenguaje florecido a causa de aguzar tanto la pluma para escribir miles de versos?

No importa que el recuerdo sea lacerante como el dolor de no sentirse amado, no importa que el hablante bordee la queja o caiga en la tentación de enrostrar un comportamiento reprochable, los versos no renunciarán ni a la belleza ni al voto de alejar pasiones harto comprensibles como el despecho o la ira:

¿En qué palabras alguna vez / dijiste quererme? Siquiera / repite una que otra, / porque no recuerdo / ni una sílaba / de tu presunto amor / o de tu perdida mirada / entre todas las palabras / con que no me quieres.

La belleza resplandece en estos versos en los que el amor es lo más importante, en los que el amor no es sólo el recuerdo omnipresente, sino una suerte de deidad panteísta que todo lo ilumina:

Me tiene sin cuidado / la velocidad del mundo. / Desde aquel día, todas / las hermosas merecen tu nombre. / Pasa una mañana, pasan las tardes / con todo lo que pasa. / Pase lo que pasare / tendría que haber nacido muerto / para no amarte.

Versos espléndidos y sencillos. Habrá que pedirle a Massone que nos comparta este libro a toda la comunidad hispanoparlante porque, más allá del goce estético, les aseguro, con estos versos podemos encantar a los jóvenes con la poesía.

Porque vale la pena leer a Massone, los invito a revisar los siguientes enlaces: