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Poemas

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Confusión

Despojarme de la piel y encontrarla,
en las calles, en el espejo, en los sueños.
Se encarna infinitamente en otro ropaje,
y quizá, otros huesos.

Juega a ignorar que me apropio
de su respiración y sus huellas.
Camina sin prisa, nada teme.

En el instante en que creo alcanzarla
(su ritmo se ajusta al mío o el mío al suyo)
Ella, mi alter ego, se dirige a hacia mí,
y me traspasa...

...Sé que ahora me sigue,
pero no puedo girar a comprobarlo,
porque mi caminar es lento y nuevo...

Otro el ropaje, otros los huesos.

 

La partícula de luz

Verte
y huir.
Para no encontrar en vos
la verdad de todas las verdades,
el espejo de los tiempos,
la tragedia del porvenir.

Huir para no develar grietas ni confesar pantallas,
para no perder la sorpresa de lo inexorable,
la inocencia de creerme artífice.

Huir para no aceptar que soy prescindible,
que no eclosioné mis potencias,
que no me encontraré en un otro.

Huir.

Anularte.

Que la cotidianeidad te asfixie.

Y sólo entonces...

Desvanecerme en la quietud de lo mundano.

 

Mi sabio

La mano del sabio desvanece una época oscura.
Él es mi fuerza y la libre inconciencia,
abrazo que preserva e impulsa,
arrullo viril que cala hondo.

Mi sabio es admiración que seduce y colma.
Él ofrece palabras y sueños tibios,
desafíos y éxtasis,

afinidades que vulneran.

Nos buscamos, nos perdemos.
Descalza y clara,

eterna y apátrida,
lo espero.

Para despertar sentidos olvidados
y extraviarlo con mis juegos.
Para que mi ternura lo haga
hombre nuevo pero auténtico.

Para que sea mío...
Y sea nuestro.

 

Reencuentro

Respiración ardiente sobre mi piel
la voz ubicua silencia su temblor.
Palabras y sueños que encarnados
enajenan la verdad y el perdón.

Te recupero hombre y sereno
y ya no duele sentirte en mi cuerpo,
en las habitaciones y en las páginas
que prohibidas conservan tu aliento.

Doblego la obstinación injusta
Que desgarró la risa y las venas.
Combinación exacta de colores

Que tu mirada etérea disgrega.
Inconsciente multiplico tu nombre,
tibias letras que mi boca espera.

 

Transubstanciación

El cíclope dormía.
Cuando acerqué mi mano
a su párpado,
descubrió la nada.

Hundí un dedo.
Hilos pegajosos...

...hacia mi mano,
...envolviendo mi cuerpo
en una red helada,
una segunda piel.

El cíclope sonrió
y durmió.

Al abrir mi ojo,
imágenes viejas y nuevas
multiplicaron seres sobre la tierra.

 

Sinnombre

Es eco de una voz exhumada
que abraza con palabras
y eriza con susurros.
Sinnombre restaura el camino,
devela la risa, arde la piel inerte,
refracta de un prisma la luz
que en mis ojos despierta su verde.
Lo hago nacer en otros cuerpos,
bajo los párpados y en los sueños.
Para decirle lo que censuré
y aún flota en el silencio.