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Asesinado el músico venezolano Tomás Montilla

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El compositor venezolano Tomás Montilla, cuya maestría en la ejecución del cuatro le valió amplio reconocimiento en su país, murió el pasado 12 de mayo en su residencia en Guanare (Portuguesa), tras enfrentarse a un antisocial que había ingresado a la misma para cometer un robo.

De origen barinés pero con más de tres décadas de residencia en Portuguesa, Tomás Antonio de Jesús Montilla Araujo era autor de la obra “Del flamenco al joropo” y sentó cátedra nacional e internacionalmente, con su virtuosismo y con su permanente labor de maestro dedicado al fortalecimiento del cuatro y su historia.

El compositor había nacido el 17 de marzo de 1941 en el pueblo de Las Calderas de Barinitas y crecido en Altamira de Cáceres (Barinas). Desde los 6 años se interesó por la música y tocó el cuatro por vez primera, y a los 11 años ya había aprendido a tocar mandolina.

Tras descubrir la vocación por el sacerdocio, ingresa en el Seminario de Mérida, donde profundiza sus estudios musicales y, además del cuatro, aprende a tocar pianola. Abandona el seminario y se traslada a Caracas, donde culmina el bachillerato mientras se involucra en actividades teatrales, poéticas y musicales.

Ingresa en la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello, pero abandona los estudios tres años después por motivos económicos —pese a obtener algunos ingresos enseñando a tocar el cuatro— y políticos —Montilla era miembro de una célula clandestina del Partido Comunista.

Unos años después, graduado de maestro normalista, se casa y regresa a Barinas, donde participa en la fundación del Liceo Cándido Antonio Meza. Su participación en una huelga de docentes le cuesta el empleo y la residencia, pues es expulsado del estado y, en 1968, llega a Portuguesa para trabajar en el Liceo José Vicente de Unda, en Guanare. Allí funda el Orfeón José Joaquín Burgos, “con el cual recorrimos todo el país hasta que los adecos lograron eliminarlo”.

En 1978 participa en el XI Festival de la Juventud y los Estudiantes, en La Habana (Cuba). Al regresar recorre Venezuela con un repertorio de música venezolana y en 1981 se presenta en el 41r Festival Mundial del Folclor, en Québec (Canadá), donde obtiene el primer lugar imponiéndose sobre participantes de otros 50 países.

Desde ese momento su presencia en festivales internacionales se hizo constante. Recorrió las islas del Caribe y en 1986 hizo una gira por Italia en la que ofreció más de medio centenar de conciertos. Durante una estadía en Venezuela ese mismo año interpretó un joropo para el papa Juan Pablo II.

A finales de los 80 y principios de los 90 visitó Brasil, Alemania, Suiza y Austria. En Argentina, contaba, “me destaqué tocando tango”. En 1994 participa en recitales en Cuba y al año siguiente en el Segundo Encuentro Nacional de Cultura del Caribe. En 1996 se presenta en la Embajada de Venezuela en Francia y en varias universidades de ese país.

A finales de los 90 se desempeñó como concejal en Guanare. Como tal viajó por España ofreciendo conciertos de joropo. Al regresar a Venezuela recorre nuevamente diferentes estados, universidades y ateneos ofreciendo recitales.

De su instrumento decía: “El cuatro es la representación de un venezolano. En cada casa hay un cuatro. Los niños lo tocan, también lo rompen, no sólo ellos, igual los adultos pues el cuatro canta, da serenatas, enamora, trabaja y conquista mujeres. El cuatro llena un espacio importante en la vida de cualquier venezolano. Cuando se está fuera de la patria se tiene un cuatro y con él lloramos y recordamos”.

La muerte del compositor causó honda pena en la comunidad cultural venezolana. En su homenaje se dedicó una jornada musical en la Plaza Bolívar de Guanare, que se inició el mismo día del suceso y se extendió hasta el día siguiente. Igualmente, este 23 de mayo se realizó una jornada de homenaje en Caracas.

Fuentes: Aporrea, El Libertario, El Universal (Venezuela), Radio Nacional de Venezuela