Los años se retuercen
se desentierran rostros
antiguos a mis pasos
aguas abajo se arrastran
visiones contraolvidos
Los grillos desafiantes
enfrentan a la muerte
impidiendo su canto.
La noria nos repite
el camino de ausencias
y un caballo despintado
de ojos tristes
nos conduce a la nada.
Vientos de polvo tapizan
el camino
vuelan papeles grises al espacio
sin lograr atrapar
con ojo transparente
la rendija de luz en las tinieblas
la tarde deja hilos de amargura
con fuerza los escupo
no dejo que se instalen
en mi cuerpo
La poesía que me habita
sangra o resplandece.
Sólo pervive la palabra
más allá de mi boca
taladrando el tiempo.
Estoy en el umbral
de la última línea
Cierro el paso
a la vuelta final
vuelta de espinas
No voy a eternizar
tiempos de ortigas
y páginas en blanco
vértice de la nada
Con mis trazos
revivo las sinuosidades
de tu espalda
el olor del sudor
la caricia envolvente
La palabra rompe el círculo
que nos encierra
y nos libera
El espacio devora
leguas luz
al compañero de viajes
En arcón de madera
se atesoran historias adheridas al cuerpo
tocan más allá de lo real
Un trozo de papel
teñido de escritura
una fotografía rasgada
sin aliento
un muslo un ojo ciego
un quebranto sin paz en la miseria
El rumor de los pasos
traspasa el tiempo
y me acompaña
en el café de la tarde
Sucede que llegaste
mientras el viento hilaba
la última estación
ante la huida
Sucede que ya es día
y las costras emergen
al descubierto
sin máscaras ni posibilidad
de encubrimiento virtual
Sucede que la herida
tasajea el costado
y el abismo se traga la salida
sin presencia que detenga
el desplome
ni siquiera el Dios de la misericordia.
toca la puerta