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Cervantes de Roma publica inéditos
de Carlos Edmundo de Ory
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La sede de Roma del Instituto Cervantes acaba de publicar dos relatos, hasta ahora inéditos, que formaban parte de la novela Rescoldos de vida, que el español Carlos Edmundo de Ory iniciara en 1952 y 1953 y dejara inconclusa, y a la cual se refiere en el cuaderno ocho de su diario.

El volumen aparece con prólogo del también poeta Juan Vicente Piqueras y traducción de Loretta Frattale, que ha transcrito al italiano unos textos en los que la escritura oryniana se muestra ágil, rápida, directa, precisa, sugerente, tremendamente evocadora.

Surgido con la colaboración del Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Cádiz y la Biblioteche di Roma, el libro pertenece a una serie de publicaciones de inéditos auspiciadas por el Instituto Cervantes asentado en la capital italiana.

La serie llega así a su quinta publicación, tras haber sumado a sus filas a escritores como María Zambrano —con fragmentos de los Cuadernos del Café Greco—, Rafael Sánchez Ferlosio —Un escrito sobre la guerra—, George Santayana —Fragmentos de correspondencia romana. George Santayana a Robert Lowell— y Enrique de Rivas —Epifanías romanas.

En unas palabras incluidas antes de los textos y en los que Ory explica su germen, comenta que la novela se llamaba La vida sin bondad, y que su “personaje céntrico” era el autor, “yo; no con lo que he vivido, sino con lo que sólo lo puede vivir mi verdadera locura”.

“Quiero que sea larga”, dice posteriormente, “y muy triste y desesperada como es la vida: la vida sin bondad. Y al final de la novela él (el único protagonista cuyo nombre todavía no he encontrado) irá a las planicies desiertas, al desierto, en medio de la inmensidad. Después de haber recorrido las selvas...”.

El 28 de septiembre de 1953, Ory afirmaba haber concluido el capítulo cuarto de la novela. Y el 23 de enero habla del señor Germán. Y luego diría: “Como hombre trágico experimento la alegría trágica. Conozco el placer como sombra del gran placer, de la única hedoné animal donde descubro la turbia nostalgia del grito y de la danza primitiva. Quiero ser el hombre trágico de los bosques que, habiendo arrancado ramas y hojas de los árboles se ve impulsado a levantar del fondo de los ríos la flora subterránea, la tierra mojada, el limo”.

Por último, Ory dice: “¿Quién es el señor Germán? Soy yo, naturalmente. Ahora, ya no en presencia viva como en las páginas del Diario, sino en tanto que personaje de novela”.

Piquera comenta que los fragmentos publicados “apenas tienen trama pero tienen trance. No son relatos, son ascuas. Son rescoldos de vida. Insisten en sus temas obsesivos: la nostalgia del mar, la libertad, la angustia del hombre condenado a la vida sin bondad”.

El prologuista afirma que en el primero de estos textos, “Como despiertan los pájaros”, “un hombre sin amanecer siente que el mundo lo reclama, pero, habitante de la ciudad sin mar, la nostalgia del mar le mojaba el alma”. El cuento, asegura, “es una celebración salvaje del día, una declaración de amor a la vida como toda la obra de Ory”.

En cuanto al segundo, titulado “La deuda”, es, dice, “un relato más kafkiano. Un hombre va a una casa para cobrar un dinero que le deben por unas traducciones literarias. Espera que le paguen, pero la espera se alarga, se ahonda, desespera, se convierte en absurda, en metafísica, en una demostración angustiosa del engorro y la trampa que es el mundo”.

Harto de mendigar lo que le corresponde, el protagonista se muestra “asfixiado de esperar; se va, sale corriendo en busca del aire libre donde respirar, o mejor soñar, la vida verdadera, aquella donde un hombre no tenga que humillarse para sobrevivir”.

Fuente: Diario de Cádiz