El regreso del caracol
“Dos cuentos”, de María Iholanda Rondón de CárdenasDos cuentos

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Narrativa
Producciones Karol, C.A.
Mérida, 2006
ISBN: 980-12-1878-9
92 páginas

En abril de 2004 publicamos en Editorial Letralia, nuestro espacio para la difusión de libros digitales, el relato Un gramófono al final de una guerra, en el que la escritora venezolana María Iholanda Rondón de Cárdenas se introduce en la piel del violinista franco-venezolano Maurice Hasson para contar la historia real de su escape de París en 1940, cuando apenas era un niño de cinco años.

Tiempos particularmente violentos, con la amenaza nazi persiguiendo al pequeño Maurice y a su familia, son retratados sin perder la visión acrisolada de la infancia. La hábil pluma de la autora logra un relato de aventuras suavizado por la magia con la que el niño protagonista percibe hasta los momentos más crudos de la historia: “Dormíamos sobre el suelo, en algunas mantas que cargaban los adultos, comíamos muy poco y en silencio, nos acostumbramos a los sonidos de los animales sobre las hojas del suelo (o debajo), al sonido del río, al del viento (...). También nos acostumbramos al lejano sonido del motor de los aviones y a escondernos en cuanto se acercaba”.

La obra es también una lección sobre la capacidad de vencer la desolación con la perseverancia: “Habíamos perdido todo, la casa, el dinero, gran parte de nuestra familia, las inversiones de papá, su fábrica y sus negocios de exportación. Pero papá jamás se quejó, comenzamos a vivir de nuevo como una familia y poco a poco reunimos nuevamente a los parientes que habíamos creído perdidos”. El final de la historia es conocido: la guerra se extendería por cinco años más en los que Francia sería arrasada por el fuego. Pero la cercanía de los seres queridos y la voluntad de seguir adelante producen la paradoja de un final feliz a través del horror.

Ya publicado en 2003 por la Universidad de Los Andes,Un gramófono... ha sido recogido por Rondón en este volumen, Dos cuentos, que comparte con otro relato más reciente: La tía que llora, la tía que reza y el papá que regresa, seleccionado de entre ochocientos textos para integrar, junto con otros nueve, la I Antología de Narrativa Breve de Ediciones Parnaso (Granada, España; 2004).

En este relato, Rondón vuelve al tema de la infancia, en el que evidentemente se mueve con una gran soltura. La autora salta a placer a través de la mitología personal de una niña que crece en el seno de una familia venezolana, con un padre mujeriego pero noble, dos tías eternamente solteras, un jardinero hechicero, una hermana paterna y un amigo que comparten con ella sus aventuras infantiles.

El limpio y ágil estilo de Rondón es la principal característica de La tía que llora..., una historia que atrapa al lector desde su primera frase: “Nunca pude olvidar el día en que trajeron a papá medio muerto”. El padre ha sido traído a casa con una bala en la cabeza y pasará algún tiempo antes de que se recupere; a las incidencias de la familia durante su convalecencia, Rondón sumará decenas de historias paralelas, de las que su asentado oficio de narradora nos traerá vigorosamente de regreso cada vez que lo crea necesario.

La perspectiva de la pequeña protagonista —que si bien no huye del ejército nazi sostiene en su mano el símbolo de la muerte, la bala achatada que extraen del cráneo del padre— define el tono de la historia al afrontar hechos sobrenaturales con la serenidad de quien vive en un ambiente de magia. La muerte de una gallina parece afectar más a la niña que la aparición periódica de un fantasma “que nos pide ron todos los días y desaparece como un mago” o la circunstancia de que el perro hable tras ingerir “las pastillas para hablar que el doctor Cardozo recetó a papá”. A esto se añade la ambigua realidad de otros elementos de la historia: las desventuras de una cataléptica, el suicidio simultáneo de unos amantes, la fama mundial del jardinero —revelada como cierta sólo tras su muerte— o el incendio que unas figuras blancas provocan entre las tumbas del cementerio.

Ubicados temporal y geográficamente en escenarios que nada tienen que ver el uno con el otro, los dos relatos incluidos en este libro tienen, como se ve, un punto de encuentro representado en la visión de un niño. Con esa sola herramienta, Rondón ha enhebrado un lenguaje atrapante que, si en el primero ostenta características de narrativa de aventuras por la naturaleza de los hechos narrados, en el segundo es capaz de convertir la vida cotidiana en una aventura tanto o más apasionante que una huida en medio de la guerra. Dos cuentos es, a no dudarlo, la constatación temprana de una autora que ocupará páginas interesantes de la literatura venezolana.

El regreso del caracol
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