Artículos y reportajes
“Estacionamiento para extraterrestres” en las cercanías del Área 51, en Estados Unidos. Fotografía de Joseph SohmOvnis

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Tengo un libro, de páginas a las que los años han ido ensombreciendo, al que cada cierto tiempo, por una u otra razón, desempolvo para leer algunos párrafos. Se trata de Los ovnis ayer y hoy: ¿mañana?, escrito por Saulla Dello Strologo. Me sirve para revisar datos históricos como los orígenes del auge del fenómeno ufológico en la era contemporánea. Para los que no lo saben, “ufología” es el estudio del fenómeno Ovni. La palabra viene de UFO (Unidentified Flying Object —Objeto Volador No Identificado—).

Esta vez extraigo del libro que el término “platillos volantes” fue acuñado por el piloto norteamericano Kennet Arnold, quien, para dar pie a la fiebre, aseguró haber visto durante un vuelo, en junio de 1947, pasada la segunda guerra mundial, “una formación de nueve objetos volantes, de forma circular y de unos 35 metros de diámetro, pasando ante él a una velocidad de 2.000 kilómetros por hora”, reafirmando testimonio de avistamiento, días antes, por muchos habitantes de Douglas, Arizona.

Desde entonces, la historia se ha llenado de un efluvio indetenible que engorda la creencia en vida inteligente extraterrena, en que habitantes de otras galaxias, por diferentes motivos, nos visitan. El hecho ha generado las más diversas especulaciones, involucrándose incluso algo también indescartable en el plano de las hipótesis: que el chaparrón de aludidas luces, chispazos, fogonazos, bolas de fuego, etcétera, vistos en el cielo rompiendo la cotidianidad de nuestras tradicionales imágenes, sea el resultado de la propia inventiva humana (grandes potencias terrenas mostrando adelantos tecnológicos que escapan a nuestra racionalidad). Desde el indefenso E.T. de Spielberg, pasando por los pacíficos abductores de Encuentros cercanos del tercer tipo, las temibles criaturas de la saga Alien, hasta la por ahora leyenda “chupacabras”, estimo, obviando el sentir no laico dogmático, no podemos prescindir de nada, si nos interesa aclarar el misterio; otra cosa es que no importe incurrir en los desatinos inquisitoriales de los medievales, tan injustos con Galileo y la teoría heliocéntrica, por poner sólo un ejemplo.

Luego de aquella revelación de Arnold, se desató un sinnúmero de testimonios a nivel mundial. Se ha dicho que el gobierno norteamericano, presunto portador de evidencias, ha pretendido —para solaz de corazones poéticos— esconder el hecho. Y se menciona un caso emblemático como puntal de esta afirmación: Roswell (localidad en Corona, estado de Nuevo México). Según múltiples aportes de observadores, se estrelló ahí, también en el 47, un platillo volador; suceso silenciado. Todavía circulan en los medios de comunicación fotos y videos de supuesta autopsia aplicada a seres extraterrestres víctimas del incidente.

Otros nubarrones de dudas esconden la certeza de lo ocurrido en algunos viajes a la luna dentro de las iniciativas norteamericanas por satisfacer su sed cósmica. Los oscuros volúmenes a veces dejan asomar informaciones que atribuyen a tripulantes de “apolos” y la base en tierra, intercambio de palabras que dan cuenta de inusitados acompañantes extra-misión vigilando las exploraciones a nuestro natural satélite. En fuente de Internet leemos lo siguiente: “El ufólogo Timothy Good, en su libro Beyond Top Secret, informa que los astronautas vieron extraterrestres en la Luna. La evidencia reside en una conversación secreta entre el control de la misión y los astronautas del Apolo 11 Armstrong y Aldrin, que fue registrada por unos radioaficionados que pudieron captar un ‘canal reservado’ para estos mensajes, tal como informó mucho después un ex empleado de la Nasa, Otto Binder: Apolo 11: ¿Qué diablos era? Es lo que quiero saber. Estas cosas eran gigantescos, señor. ¡Dios mío, usted no lo creería! / Nasa: ¿Qué..? ¿Qué diablos pasa? / Apolo 11: Están aquí, bajo la superficie. / Nasa: ¿Qué hay ahí? Control de misión llamando a Apolo 11. / Apolo 11: Estamos aquí, los tres. Pero hemos encontrado visitantes... Por las instalaciones, parece que han estado aquí desde hace mucho tiempo... Digo que ahí fuera hay aparatos espaciales. Están alineados en filas al otro lado del cráter...”.