Letras
Tres poemas

Comparte este contenido con tus amigos

Y ya no nos queda más que este mundo soportado a golpes de silencio.

La carne en la nieve nació para ofrecer su guante a la noche.

Un cuerpo de gelatina tiembla
un cuerpo que se desborda a través de los patios
tiembla y duda.

La madre ha descansado en el lado de los muertos
negándonos a todos...

Su mano blanca, el ruido de sus pasos, el naufragio que dejó
en los ojos, inmoviliza la herida.

Tu mano blanca,
queda ahí, en el hongo despedazado por el mármol.

Un hombre juega con tus dientes
un hombre dilata tu piel oscura
un hombre se posa en tus minutos.

La madre ha descansado en la cuna del viento.

En la pequeña piedra que fija su cabeza.

 


 

Las cadenas frente a la ventana.

Un humo gris sacude su enérgico perfil.

(Si yo fuese olivo dejaría un verde holgado en la voz)

Las cadenas frente a la puerta.

Un humo gris en las manos,
en la edad que habla de las manos,
en las manos que no avisan cuando, desnudas
cambian de luz y sostienen el vuelo.

(Si yo fuese araña desvelaría el secreto de las tumbas).

Las cadenas sobre la tierra

y los ojos arrastrando mirlos.

 


 

Una distracción tan sólo:

(Un libro, una tiniebla ocupando la calle,
una postal antigua, el sello de la lluvia
en los cristales, la noche que llega
con su sed de muerto, los violines
que dejan su pan sin confesiones).

Vivir consumiendo el dolor que se repite.

Apenas una luz que ya no reconoces.