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Poemas

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Concepción de la noche

Declara el crepúsculo
lo concibe
azula su casa y la estrella
oscurecidos los perfumes
desmembran el eco
como pies de mayo
un arroyo
siempre igual en la noche
transita la noche
sonríe el pensador
las ventanas persisten
y los nombres
los días

 

Vagabundo

En la soledad de las bocinas
sus ojos devoran
lo que les queda del mundo.
Se somete a la convulsión del tiempo
en el que —amo de su esfínter—
aún desconocía los nombres
aquella promesa de jardín —ahora
juguete olvidado—

ladra
justifica el género
perdió elasticidad la cárcel ósea
cadencia débil
en los barrotes de asfalto
¿Será el iglú inminente
un nuevo hogar?

El otoño en sus párpados
deshoja el horizonte
con pasión desdentada
reflejo
        vagabundo

vacía su azar
su espejo callejero

 

Extirpación

Mi imperio,
mi destierro

ciega piedad
arena del desgano,

tus joyas

tu canto atardecido

 

Infancia

La víspera del asfalto fue la infancia
contradictorio arrullo,
la pasión de plástico

Un mismo color es vida
y muerte

Avestruz mirada
relucen las rodillas

—hijo no te levantes
tu voz aún no madura

Tus gritos no acarician
la noche—

Luego el exilio
    lenta deforestación del verbo,
    lenta cárcel.

 

Estratega del silencio

Dónde estás
estratega del silencio

Acaso tejías tejemos
mi próximo desvelo

La sonrisa
que se impregnará
en mis paredes

inminencia de aroma

durmamos

 

Bosque

Uno que yace
otro erecto
por allí cardumen en tierra
fibra transversal

demasiado árbol
arruina el bosque
—al igual
que el sueño envejecido—

cae otro
brote

 

Acerca de las alas

Un hombre no debería usar sus alas
para aferrarse al mundo
como muletas
para seguir a pájaros
o ángeles
para creer en el viento

para volar

un hombre
frente al espejo

sus alas
en el espejo

 

Murga

A voces el latido. Un gesto nace arropado en el sudor de la tarde.

Espasmo cóncavo que recrea el vestigio del hombre. Un canon metálico propone la máscara. Sobre las bocas fosilizadas cae el enjambre. Aguijones que asientan su ritmo homocultor.

—Piedra madre, tu diástole roza el alba de la música que, despojada de armonía, recoge el vuelo de unas manos que beben del sudor de la tarde—

Cerca, una mujer limpia el jugo de una fruta de sus labios. Brillan las lentejuelas bajo la luz de la calle.

 

Oficio

Bajo mis pies
desplomada
la noche

visto
cierto lenguaje
semántica abierta
mi historia
     socorre

renazco puerta
un oficio