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Muerte de Naguib Mahfuz
consterna al mundo literario
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El pasado 30 de agosto murió el escritor egipcio Naguib Mahfuz, premio Nobel de Literatura en 1998 y quien fuera conocido entre otras obras por su Trilogía de El Cairo. La muerte del escritor se produjo por una úlcera sangrante, según dijeron médicos en un hospital del Ministerio del Interior.

El escritor de 94 años, el único en lengua árabe que ha ganado el Nobel, llevaba hospitalizado desde el 19 de julio, cuando se cayó en la calle y se hizo una herida profunda en la cabeza que requirió una intervención quirúrgica inmediata.

Mahfuz se convirtió en una autoridad literaria cuando abandonó las novelas tradicionales y se decantó por realistas descripciones de la experiencia de Egipto con el colonialismo y la autocracia durante el siglo XX.

Declarado infiel por los extremistas musulmanes por la forma en que retrató a Dios en una de sus novelas, Mahfuz sobrevivió a un ataque con un cuchillo en 1994 que le dañó un nervio y le incapacitó gravemente para usar la mano con la que escribía. “Están intentando extinguir la luz de la razón y el pensamiento”, dijo el escritor después del ataque.

Al-Azhar, la máxima autoridad islámica en Egipto, prohibió su novela de 1959, Chicos de Gebelawi, con el argumento de que violaba las leyes islámicas al incluir personajes que claramente representaban a Dios y los profetas.

Nacido el 11 de diciembre de 1911 en la capital egipcia hijo de un comerciante, fue el más joven de una familia compuesta por cuatro chicas y dos chicos. Se graduó en filosofía en la universidad de El Cairo a los 23 años cuando muchos egipcios apenas podían tener una educación básica. Trabajó en la sección cultural del Gobierno hasta que se jubiló en 1971.

Mahfuz influyó a escritores a través del mundo árabe, pero su fama se apoyo en opiniones que atrajeron la ira de las autoridades militares y religiosas en Egipto y los países árabes.

Su libro Nuevo Cairo (1945) combinaba la crítica social y la perspicacia psicológica para retratar a personajes que vivían en los barrios populares de la ciudad. Adoptó un estilo realista que según los críticos fue el comienzo de una nueva escuela de escritores árabes.

Entre 1949 y 1956 dejó de escribir mientras observaba los cambios en el país: la caída de la monarquía, el fin del régimen británico y el alzamiento militar de Nasser, pero regresó lleno de fuerza con una trilogía que secretamente atacaba a los nuevos dirigentes militares del país.

En la década de los 60, cuando ningún egipcio se atrevía a mostrarse en desacuerdo, criticó directamente el régimen de Nasser en Pequeño debate en el Nilo y Miramar.

Su apoyo al tratado de paz de 1979 entre Egipto e Israel le atrajo la cólera de muchos países árabes, que prohibieron sus novelas. Se opuso públicamente a la militancia islámica, aunque antes de su intento de asesinato en 1994 había rechazado la protección policial. Dos hombres fueron ahorcados en 1995 por el ataque.

“Vino al mundo únicamente para escribir”, dijo el autor egipcio Yusef al Quaid a la televisión egipcia. “Era el escritor más famoso en Egipto. Tenía una capacidad increíble para crear y creó durante toda su vida”.

Mahfuz gozaba de un estatus de tesoro nacional en Egipto, donde muchos de sus personajes se transformaron en nombres conocidos por gran parte de la población. Era también muy popular en el resto del mundo árabe, en parte debido a que muchas de sus obras fueron adaptadas a la televisión o al cine, y en el ámbito mundial, pues su novela El callejón de los milagros (1947), fue llevada al cine por el director mexicano Jorge Fons (1995) y ganó el premio Goya en España.

Pese a la fama y la reputación que le otorgó el premio Nobel, el escritor nunca abandonó su modesto apartamento en la ribera del Nilo en El Cairo, ni dejó de asistir frecuentemente a cafés para participar en discusiones literarias. “A decir verdad, nunca perdí contacto con la nueva generación de escritores jóvenes”, dijo alguna vez.

“Entonces, por ejemplo, en mi más reciente bar predilecto —el café Wasr al-Nil en El Cairo—, entre los artistas, escritores y pensadores que solían acercarse a hablarme no había ni una persona de mi edad o generación. Son jóvenes pero son todos brillantes”, explicaba.

Fuentes: BBCReuters