Letras
Cuando dices adiós, lo dices como si volvieras

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I.

Está bajo las cobijas
la tonta promesa
de calzar zapatos deportivos
y la sobriedad del aullido
de un perro muerto
a las dos de la mañana,
mientras pensaba en matrimonio,
carne con pimienta,
señoritas tetonas escotadas.

 

II.

Sin remedio estarás lejos,
con el ojo izquierdo ceñido
a una calle angosta
donde la despedida me colgó
de los muros
como un chicle,
como un cartel de luchas.

No podré pedirte que vayas pensando el nombre
para un hijo imposible con cuerpo
de coneja de felpa, calcetín pequeño,
la foto de alguien cuando gateaba.

A los tres pasos del hasta luego
sentiré ganas de llorar,
y tres veranos serán los mismos
que pase en un lugar imaginario
en el que sólo puedan estar
las palabras que no hablaste
y extraño.

 

III.

Cuando te vayas el desayuno será peor
que morder la banqueta.

Cuando me dejes,
la estúpida ocurrencia
de tu regreso me hará
fallecer largo,
brotaré los frutos que sembraste
para ser un árbol callado y tuyo.

 

IV.

Ignora las entradas de mi cariño clausurado
preparándose para no hacer nada
como hago yo que en ella soy
un matasellos sin carta.

Busca un agasaje rápido,
niega manos añejas,
apuntada en primera plana
desconoce la pasión
si faltan palomitas de maíz
y cerveza.

Ningún actor hará de villano
mientras muerdo su oreja. y
avanzo.

 

V.

Qué puerco,
qué perro,
qué puto
despedirse.
decir adiós,
morderse el labio
para burlar a las cucarachas
dormidas en la garganta.

Qué puerco no ensalivarse
y jalar hasta el delirio,
con el semen del fracaso
sanar la ausencia del tacto húmedo.

No ver jamás al que se aleja
para sentir que a donde vamos
estará esperándonos y dirá:
es tarde, creí que no vendrías.

Qué puto el que ha jugado
y se esconde para golpear
la pared hasta sangrar su derrota.

Después, hechos unos pendejos,
por propia mano suicida,
al descubrir que se ha largado
aflojar el lacrimal a lo enfermo,
sin manos que detengan nada,
que un tazón guarde ese llanto
para que la melancolía y la nostalgia
beban de él como mascotas
de un amor que ha pasado.

Qué perro pasar
por la carnicería del alma
sin atrapar un hueso
de la delgada espera.