Letras
Sueño MOR

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¡Oh sueño! ¡Oh gentil sueño!
Nodriza de suave naturaleza, cómo temo
que no aumentes el peso de mis párpados
Y empapes mis sentidos en el olvido.
W. Shakespeare. Rey Enrique IV.

No se culpe a nadie de mis sueños. Ni se culpe a nadie de mis realidades. Pero, sobre todo, no se culpe a nada, ni a nadie de mis insomnios. Ni al ruido de la refrigeración. Ni al perro que ladra. Ni a los gatos que maúllan. Ni al silbato lejano de una fábrica. Ni al ulular de la sirena de la Cruz Roja. Ni al tren carguero de la madrugada. No se culpe a los problemas personales. Tampoco a los trastornos hormonales. A qué o a quién podría culpar. Para qué. Es absurdo buscar culpables. Castigo no habrá. Además, a quién tendría que enjuciar al todo, a la parte, o la nada.

Pensaré mejor que me ha visitado el espíritu del dragón de la Cólquida. Aquel dragón insome de la mitología griega capacitado para nunca dormir; preparado para vigilar siempre.

Yo no sirvo para no dormir. Quiero mis ocho horas diarias. Las ocho que recomienda la buena salud. La tercera parte de la vida hay que estar en el mundo de Morfeo. Ahora estoy con los ojos abiertos en la sombra. Un deseo nace y anhelo que la ansiedad se transforme en lucidez. Pero no. Tan sólo un cerebro con ideas parásitas. Un ejemplo: los días corresponden a una fecha exacta, las noches a dos. Soy la memoriosa, pero no como Funes el de Jorge Luis Borges que recordaba el Alfa y el Omega. En él toda la sabiduría, en mí pura basura.

Y cierro los ojos. Y los demás sentidos se quedan abiertos. No se cierran los oídos. Ni el gusto ni el tacto ni el olfato. Acomódate del lado izquierdo, del lado derecho, con almohada, sin almohada, brazos abajo, brazos arriba, piernas encogidas, piernas extendidas, boca arriba, boca abajo. Brazos aplastados, y éstos sí se han dormido; brazos gordos, pesados y cosquillentes. Es sólo una parte la dormida y eso molesta. Deseo una pastilla mágica que me lleve al otro universo. No tengo. Leche tibia o té de azar. Leche sí. No hay té azar. La una, las dos, las tres, las cuatro, las cinco, las seis...

Qué añoranza por los MOR. Los Movimientos Oculares Rápidos. De las cinco etapas del sueño la llamada MOR es la más profunda. Es cuando soñamos, y sí, movemos los ojos rápidamente. Estoy condenada a la vigilia. ¡Quiero hibernar! El alma se volvió suspiro por un MOR. Vamos, vamos un “morcito” aunque sea chiquitito así. Un suspiro por La vida es sueño cuando Pedro Calderón de la Barca en boca de su personaje Rosaura decía: “¿No es breve aquella luz / caduca exalación, pálida estrella / que en trémulos desmayos / hace más tenebrosa / la oscura habitación con luz dudosa?”. O Primero sueño de la Décima Musa, sor Juana Inés de la Cruz. Los sueños creados en vigilia: “El viento sosegado, el can dormido. / éste yace, aquél quedo / los átomos no mueve / con el susurro hacer temiendo leve / aunque poco, sacrilegio ruido / violador del silencio sosegado”.

Me han dicho que el no dormir puede provocar locura. Con una noche y ya estoy loca. Sin embargo eso ni me importa, sólo quiero olvidarme de mí misma. La noche es agua que se me va de las manos, de la imaginación. Es aire que no puedo respirar. Es un callejón sin salida donde se atrapan rencores. Donde se busca el pasado y el futuro se rompe. Dicen que la muerte es hermana del sueño. Entonces quiero morir. Por unas horas, claro está. Que no oiga, que no vea, que no sienta, que no piense, que no hable. Y si hablo que no sepa lo que digo. Soñar soñar soñar.

Dicen que el insomio es blanco, no lo creo. El insomnio es un desierto oscuro e infinito donde el corazón es esponja y el cerebro piedra. El insomnio es un desierto que se continúa con una mañana que pasea un rostro fastidiado, una mirada lánguida, unos hombros caídos, una espalda agachada. Amaneceré, y mi cuerpo parecerá el de veinte años después. La vejez se habrá adelantado. Ahora quisiera ser el gordo Joe de Los papeles póstumos de Pickwick de la novela de Charles Dickens. La panza que se quedaba dormida en todas partes. Seguro, durante el día seguro.

En la larga noche de vigilia, un reloj camina lentamente. Muchos trabajan, hospitales, fabricas, cantinas. ¿Los borrachos también trabajan? A las seis de la mañana llega un sopor. A las siete con quince alguien me llama por el nombre que adquirí muchos años despues de nacida: “Mamá, te has quedado dormida”.