Editorial
El optimismo
de las letras venezolanas

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La semana pasada estuvimos en Naguanagua, como parte del programa de conferencias de la VII Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Filuc), a la que fuimos cordialmente invitados por el coordinador cultural, el escritor, editor y docente Rafael Simón Hurtado, para quien dirigimos desde aquí todo nuestro agradecimiento por sus atenciones y nuestras felicitaciones por el éxito de la feria, cuya clausura tuvo lugar ayer domingo.

En esa oportunidad estuvimos en compañía del investigador Guillermo Cerceau, quien hizo un conciso y acertado esbozo sobre la historia del libro y sobre su papel en nuestra cultura. A nosotros nos correspondió hablar del futuro del libro, encarnado en la fusión de las nuevas tecnologías con la tecnología ancestral del libro que conocemos.

Al término de nuestra conferencia permanecimos en el salón Arturo Úslar Pietri de la feria para disfrutar de la que, de seguidas, protagonizaron Fernando Báez y Marcos Barrera Morales en torno al desempeño de los intelectuales frente al poder, un tema que ambos autores han tocado ya; Báez en diversos títulos, incluyendo su afamada Historia universal de la destrucción de libros, y Barrera Morales específicamente en El intelectual y las ideas.

Con Báez nos une un vínculo que ya casi alcanza la década, pues textos suyos han sido publicados en Letralia desde 1997. Al terminar su conferencia hablamos sobre diversos temas, uno de los cuales fue la irrupción, en la escena literaria, de jóvenes autores latinoamericanos y, en especial, venezolanos. Él mismo es un escritor exitoso, con un best-seller en sus alforjas, y aún no cumple los cuarenta; sin embargo, nos referíamos a autores que bordean los veinte años y ya hacen sentir su presencia, dando razones para el optimismo.

Las letras venezolanas se están haciendo cada vez más frecuentes en la noticia literaria internacional, lo que por supuesto redunda de manera positiva en el discurrir del escritor a nivel local. El triunfo —anunciado apenas esta mañana— de nuestro Alberto Barrera Tyszka en el premio Herralde de novela, con La enfermedad, es el hecho más reciente de esa cadena de buenas noticias, las cuales sin duda alguna apuntalan el estímulo al oficio y se suman a las bases en las que se apoya el medio editorial para virar su mirada hacia nosotros.

Barrera Tyszka es uno de los autores incluidos en la antología Las voces secretas, el nuevo cuento venezolano, que preparada por Antonio López Ortega acaba de ser publicada por Alfaguara y será presentada mañana martes 6 en el Centro Cultural Chacao. Una oportunidad para celebrar este éxito en compañía de varios de los autores emergentes de Venezuela.

En el prólogo a otra antología de similares características, De la urbe para el orbe, el investigador y académico Luis Barrera Linares se confiesa obligado “a ratificar un fortalecimiento ya indudable de nuestra narrativa”, por lo que dice jugársela “por una nueva generación de narradores que viene con todos los hierros y a la que habremos de seguir con mucho esmero, sin prejuicios y con la actitud crítica que esperan de nosotros”.

Sin prejuicios y con actitud crítica, pero además con mucho optimismo, vemos entonces el momento actual para la literatura venezolana.